Paranormal Activity:La Muerte del Big Brother

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El Proyecto de la Bruja+El Exorcismo de Emily Rose+Gran Hermano+500 Días con Ella+MTV’s Fear+The Grudge+The Net+Amytiville.
En suma,un potentísimo cóctel inflamable de cine de terror posmoderno.De lejos, la mejor opción de la semana.
Atención porque confunde.Aparenta ser una película anodina de entretenimiento, pero en realidad supone uno de los experimentos más arriesgados y polisémicos de los últimos tiempos.Acompáñennos a desentrañar sus misterios y mensajes ocultos.
A grosso modo, el film rebasa y supera el límite del promedio de costumbre, al revelarse como una esmerada síntesis de la condición del estado del género en la actualidad, signado por la mutación, el bricolage y la hibridación, bajo la influencia de los hitos del pasado.
Abierta y honestamente, la cinta reconoce sus fuentes de inspiración, aunque tampoco se limita a remedarlas, hacerles reverencia e imitarlas al carbón.
“Paranormal Activity” es una pequeña obra maestra del cine metalinguístico, absolutamente consciente del alcance técnico, estético y conceptual de sus predecesores.
Su joven director, Oren Peli, conoce de la obra de los grandes maestros del horror, y entiende su debilidad de origen frente a ellos.
No tiene los cuantiosos recursos de William Friedklin para “El Exorcista”, ni el estatus de Stanley Kubrick cuando realizó “El Resplandor”,carece de la experiencia de John Carpenter,y mucho menos quiere parecerse a sus colegas de la nueva legión extranjera de autores emergentes, desde Asia hasta Europa, sin olvidar México y España.
Mientras sus semejantes de Iberoamérica y el resto del mundo permanecen estancados en el círculo vicioso de los remakes de serie “B” con gran presupuesto, él apuesta por rodar con apenas 15 mil dólares, en la tradición austera de Robert Rodríguez, para plasmar sus pesadillas en video digital, posteriormente hinchado a celuloide.
Ello representa no sólo una consecuencia directa de la amplificación y la asimilación mundial del suceso del Dogma 95, sino un resultado concreto del impacto de las tecnologías de punta, en su esperada y prometida cualidad de ir ahondando en la posibilidad de romper esquemas de producción, distribución y exhibición, con el ansiado fin de democratizar la pantalla y reivindicar la iniciativa independiente, a objeto de reforzar la libertad de expresión y el ejercicio creativo de la ciudadanía.
En tal sentido, la pieza constituye un logro o quizás el primer triunfo evidente de la era youtube, por encima de la voluntad hegemónica de los estudios. Por supuesto, antes de ella vinieron cientos y docenas de propuestas disidentes a abonar el mismo terreno para los marginados de la industria, como el caso de Hopper con “Easy Rider”, Tarantino con “Reseirvor Dogs”, Steven Sodenberg con “Sexo, Mentiras y Video”, y para usted de recordar.
No obstante, el mérito de “Paranormal Activity” consiste en obligar a los rancios y conservadores gerentes de Hollywood, a posar su mirada y a reconocer el potencial económico de su peor fantasma: el poscine semiclandestino, fabricado con las uñas para el consumo doméstico, y fuera de los cánones burocráticos de la meca.
El único problema o la enorme contradicción del asunto, reside en el hecho de terminar siendo absorbido y deglutido por las fauces de los tiburones de la comunicación.
Es decir, “Paranormal Activity” consigue distribución internacional, sólo después de ser adquirida y comprada, a precio vil, por la Paramount Pictures, y luego de pasar por una serie de filtros de censura, control de calidad y pruebas de audiencia en salas de laboratorio.
Su lanzamiento fue postergado, casi va directo al mercado de video, y finalmente llegó al circuito de la cartelera oficial, tras una ardua fase de negociación y de evaluación.
En paralelo, una campaña viral se echó a rodar como una bola de nieve en los ambientes universitarios, con proyecciones y demás, al punto de estimular una cruzada de las redes sociales en pos de su inclusión en el juego de la oferta y la demanda, de cara al box office.
De ipso facto, la película se convirtió en un fenómeno de masas, al recaudar la bicoca de 100 millones de dólares, en beneficio exclusivo de las arcas del viejo régimen de las majors.
Por tanto y en dos platos, “Paranormal Activity” es una victoria financiera para los barones de la especulación en la bolsa de valores, con sabor a derrota para los niños terribles de la corriente alternativa de Estados Unidos, cuyos herederos y creadores deben conformarse con el consuelo de reencarnar el mito del american dream, para regocijo de la explotación del periodismo de farándula.
En conclusión, “Paranormal Activity” no cambia las reglas del show bussines. Si acaso reafirma su poder y su mentado empeño de inclusión de los discriminados y de las minorías. Pero todo es una ilusión.
En cualquier caso, queda la película para deconstruirla, analizarla y revisarla a la luz de sus curiosas modificaciones corporativas, sus imágenes indoblegables, su espíritu de combate, su grito de resistencia primitiva y su rabiosa profundidad metafísica.
Para empezar,“Paranormal Activity” es la sublimación de todos los demonios, los pavores, las paranoias y las fobias de la sociedad del bienestar en occidente, a raíz de la caída de las dos torres.
En el largometraje subyace el miedo intrínseco a la otredad, a la diferencia, a lo inexplicable, a la metamorfosis, a la memoria, al crecimiento, a la convivencia y a la violación de la propiedad.
Guste o no, la cinta expone, con métodos de ficción y no ficción, el ensimismamiento y la entropía de la tragicómica clase media de los suburbios.
A su modo,“Paranormal Activity” admite leerse como una mezcla de dos joyas de Luis Buñuel: “El Discreto Encanto de la Burguesía” y “El Ángel Exterminador”. Salvando las distancias, de la segunda recuperamos el tema del absurdo kafkiano del encierro voluntario. Y en cuanto a la otra, los parentescos son obvios,de lo dramático a lo onírico.
En el libreto, encadenamos el sueño con la vigilia, y las diferencias entre la alucinación y la realidad se diluyen, durante el desarrollo de la trama.
En general, el suspenso se mantiene, la historia goza de una estructura adecuada, y los personajes también evolucionan de manera apropiada, salvo por lo predecible de sus transformaciones y resoluciones.
Él convence como actor naturalista, ella no tanto. Ambos luchan por conjurar sus demonios en pareja. Aquí lo interesante radica en el subtexto, donde claramente se proyecta la erosión y el descalabro de una relación amorosa(en fase de mudarse juntos a una casa).
La conmoción y la perturbación exterior fungen acá de extrapolación de los sentimientos internos de los tórtolos en permanente conflicto. Por defecto,su crisis roza la peligrosa frontera del melodrama empaquetado para la televisión, en clave de “soap opera” y “reality show”.
Por fortuna, la visión del realizador elude el sabor acaramelado del happy ending, en cuanto culmina con un cierre pesimista, desolador, inquietante, hiperviolento y disociador, en respuesta a los clásicos desenlaces con sello Disney, de vivieron felices por los siglos de los siglos,a la usanza, por ejemplo, de la edulcorada “Querido John”.
En “Paranormal Activity”, como afirmaría Eco,los personajes terminan en pie de guerra consigo mismos, para sembrar dudas en el espectador e invitarlo a identificarse con el horror y la fragilidad de su entorno idílico en familia.
Por consiguiente, el argumento admite compararse con el libreto de “The War of The Roses”, el tormento de “5 por 2” de Ozon y la desventura costumbrista de “¿Quién teme a Virginia Woolf?”, según la perspectiva del formato casero.
El único inconveniente sería la inclusión del típico cliché misógino, de orientación machista y falocéntrica, de satanización de la mujer.
Subrepticiamente, “Paranormal Activity” secunda la campaña de brujas de la ideología puritana, iniciada con el estigma de la letra escarlata, afincada en los setenta con la condena de la Lolita de “El Exorcista” y consolidada en el tercer milenio como ataque al feminismo, a consecuencia de la reafirmación del modelo de protección patriarcal como tabla de salvación populista del poder de turno, para garantizar seguridad en la época del terrorismo post once de septiembre.
De nuevo, la mujer es víctima y culpable de la destrucción del hogar dulce hogar.Un mensaje estereotipado a debatir y refutar.Es el alegato más discutible de la obra.
A pesar de todo, la película también esconde un brillante discurso de desmontaje geopolítico, en discordia con el sustento de fondo de los mecanismos de vigilancia del sistema internacional.
En pocas palabras, “Paranormal Activity” demuestra las contradicciones y las desviaciones de la utopía del “Big Brother”.
Ellos comienzan a grabarse en la creencia de encontrar allí una solución para sus privaciones y angustias.
El espacio privado es invadido y violado por el ojo público de la cámara vouyerista, donde todo queda grabado para el consumo morboso de la posteridad. Ahí radica el pecado original de “Paranormal Activity”, su punto de no retorno, su contenido de mayor consistencia y relevancia antropológica.
A partir de entonces, y sin caer en el panfleto, la cinta cuestiona la legitimidad de los ideales en boga para justificar la implantación de un andamiaje represivo y universal, tendiente a socavar el derecho a la intimidad.
La entrada del dispositivo de video a la casa, desata el caos de proporciones épicas y lejos de aclarar, oscurece el panorama, como si el mal fuese invocado y estimulado por la sola presencia del aparato de registro de la vida en movimiento.
Por ende, se cumple la teoría avistada por los autores de la modernidad: el cine muere cuando se entroniza la escritura automática del video. Y el video llega para grabar sin pausa la muerte de la vida y del cine. En “Paranormal Activity” descubrimos tales ideas.
Además, la parábola y la alegoría del guión, reflexionan acerca de la eficacia del Acta Patriótica y del paradigma de televigilancia instaurado en Gran Bretaña, para garantizar seguridad, sin contar con sus expresiones en televisión a través de programas como “Operación Triunfo”, “La Isla de Robinson” y “Protagonistas de Telenovela”.
Frente a ellos, “Paranormal Activity” se declara escéptica de la utilidad y del beneficio de continuar con el esquema de la ocupación y defensa de la morada por medio de la fiscalización electrónica.
Con un plano general al estilo de Los Lumiere, somos invitados a contemplar la progresiva decadencia de unos emblemáticos seres enclaustrados en su hogar, poseídos por sus pánicos atávicos, y destinados a fracasar en sus intentos por apelar a la razón. Imposible mejor descripción del estado del hombre y la mujer, en el contexto del presente, cuando nadie quiere salir de su casa por temor a perder la vida( pero quedarse en ella, tampoco representa una salida).
Por supuesto,el terror duerme, sin rostro, con los personajes y los asecha, en un bello símbolo del pavor y la esquizofrenia sembrada por el colapso del World Trade Center.
Lamentablemente el impacto se acaba por aligerar, porque la secuencia final de la versión original, fue alterada y atemperada, para favorecer su difusión comercial. Atención. En adelante, procedo a relatar parte del desenlace.
El final de la versión original era de una dureza y una sequedad fascinante. Luego de matar a su pareja, la mujer subía al cuarto en estado de catatonia, y los minutos pasaban hasta la llegada de la policía. Al verla con un cuchillo y reaccionando instintivamente, los agentes del orden la fulminaban sin mediar palabra. La policía, con su deshumanizado y mecánico desempeño, tampoco era la solución. No había esperanza de redención o de continuidad en la primera versión de “Paranormal Activity”.
En el final de ahora, ella sube al cuarto y lanza a su pareja contra la cámara, para después acercarse al lente y asustar al público con un grito salvaje, dejando abierta la posibilidad de la segunda parte.
Con todo y su efectismo digital, traicionero del criterio artesanal de la película, el final impuesto a “Paranormal Activity” no le hace sombra al resto de su legado.
Por lo demás, se puede disfrutar como película de espanto y brinco, a base de una simple coartada de provocación del susto, aprovechando recursos elementales con inteligencia, como el fuera de campo y el uso del sonido en off.
Recibe 20 puntos como una versión de “La Mansión Embrujada”, realizada por y para chamos educados en un ambiente de interactividad y familiaridad tecnológica.
Se las recomiendo si les interesa descubrir una película coherente y conectada con los gustos de la nueva sociedad de la información, aferrada a sus artefactos y a sus maquinitas de aislamiento, por vía Facebook, Twitter y Blackberry.
Si quieren conocer los problemas implícitos de nuestra comunicación “multitasking” de la incomunicación, los invoco a ver “Paranormal Activity”.
Una radiografía de nosotros y de nuestra incierta hora del lobo.

3 Comentarios

  1. Aparentemente mi cuñado tiene una version donde la mujer espera a la policia en el cuarto y el marido cuando baja no sube, yo vi el que lanza al marido contra la camara, pero sera que tiene varios finales? eso me recuerda la cancion escondida de Nirvana en Nevermind, en algunos cd la tenia en otros no.

  2. Es cierto Pec, ese final fue censurado o cambiado. Como dije en la versión original, ella sube sola y después la mata la policía, en un deselance sin promesa de continuación, como el otro.
    Búscalo en internet, compara y saca tus propias conclusiones.
    Gracias por comentar.
    Un abrazo.

  3. me gusto mucho el film!! wow! me mantuvo en suspense todo el tiempo, lo que si no entendi fue los 2 finales del director y el porque de todo esto? el final q yo vi, fue cuando ella mata al novio y luego la policia sube a buscarla.

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