http://www.aporrea.org/educacion/a89200.html
Increiblemente me encuentro con este tipo de documentacion inepta intelectualmente donde un pseudo periodista escribe un artículo basándose de una información de Wikipedia, sobre los editores de los años cincuenta, artículo con una estructura más parecida a la que usaría alguien que se halla leído «aprende a redactar para Dummies» en donde además habla de forma escueta y parca sobre uno de los pioneros en educación primaria del país y creador de los textos «Mi libro primero, segundo, tercero y cuarto». EL Señor Santiago Schnell. En dicho artículo este ignorante lo acusa de editor para la burguesia y no se le escribe como lo que realmente fue.
Nacido en La Guaira, Edo Vargas, de padres inmigrantes, creció con la conviccion de salir adelante por su familia y por su pais. Inspirado por la educación de sus padres este editor vivio para educar un país, convencido de que las bases de la educacion eran la primaria y asi se dedicó a ello en un 100%.
Casado con la Señora Amanda Leroux, fundaron la escuela Amanda Schnell, situada en Caracas en la Parroquia de La Vega, (dato que «magistralmente» omite el «señor» Martínez en su pobre artículo), platel de una alto nivel educativo y que hoy en dia dicha escuela existe y a educado a una gran parte de la poblacion de clases baja de la Parroquia La Vega.
También en ese artículo, la «pluma» del pseudo periodista Martinez dejó de incluir que estos libros primarios han sido la fuente de inspiración de una gran cantidad de textos educativos en la actualidad.
Lamentablemente el Prof. Schnell falleció hace 34 años aproximadamente pero dejó en este mundo 6 hijos de los cuales 5 de ellos han sido educadores a nivel Universitario, y mas aun, siguen con la enseñanza en el pais a través de la editorial donde dichos libros se imprimian.
Ojala, educadores como Santiago Schnell se mantuviesen en este país, sin ser atacados por ignorantes «periodistas» que solo pueden publicar en páginas de este gobierno porque profesionalmente no tienen la capacidad de escribir para una editorial seria.
Simplemente su artículo es incompleto, carece de una buena sintáxis y quedó como si se le hubiese acabado la tinta.. .
Manuel C. Martinez M., para la proxima estudie, documentese y luego opine.
Ese señor Martínez cae en la falacia del anacronismo: imponer sus valores a otra época y suponerse superior para criticarla. Leí el artículo de Aporrea. Me imagino al mismo señor obtuso, escribiendo una crítica a «La República» de Platón en la cual afirma que el griego era un burgués de mierda que vivía del esclavismo y pensaba que las mujeres eran inferiores.
Todo esfuerzo se expone a la crítica. No creo tampoco que el señor Schnell haya concebido su libro como el libro final sobre pedagogía, insuperable y digno de un Nóbel.
Él hizo una apuesta que avanzó a Venezuela al modernismo: logró, con todos sus defectos y errores, unificar la educación del país en torno a un sólo texto, para combatir así la exclusión y la discriminación, garantizando el acceso a la educación de manera más o menos igual en toda la nación.
No ver eso o concentrar la crítica sobre el dibujito de la página treinta y tanto, es ser un soberano imbécil, que es lo que es ese señor Martínez.
@krisis: Como puede apreciarse, no va directo al texto criticado. Evade el meollo de mi crítica. «Ese libro, tan elogiado por usted, contiene una lección donde abiertamente niega la educación constructiva y alfabetizada. Ese es el punto, independientemente de que la obra referida haya sido harto leída con lo cual se refuerza el daño que señalamos.. allí se elogia el trabajo del peón y se menosprecia y vulgariza el de las personas leídas. Se comporta usted de manera abiertamente vulgar, claro que hay escritores vulgares y usted, al parecer o es evidente, integra esa camada
Precisamente, los apologistas del pensamiento realmente obsoleto como el de ese señor, vulgar en todos los sentidos, como buen iletrado monoclasicista-no universal-por su vocabulario asaz reducido y por lo irrespetuoso-al contrario de lo que afirma, él es vulgar defensor del pasado, o sea. practicante de: «Al ladrón, al ladrón» , expresión propia e invertida del verdadero ladrón que es quien así vocifera en su fallido intento por esconderse de quienes lo están viendo cómo huye del policía que lo persigue a él.