Chávez, no es el problema, somos nosotros Qué nos los Calamos….
Venezuela, expropiesé a todos los qué no estan conmigo….
Peatones. La Aceptación del Señor Chávez, hagamos esté corto ejercicio. Proponemos ahora recordar algunos aspectos de nuestra vida en los que debemos vivir ese avance, a veces dificiles, que desde la rebelión o la resignación nos conduce a la aceptación de Chávez, haciendonos llegar finalmente a «elegir lo que no hemos elegido».
Logicamente, empezaremos por la experiencia personal y diremos palabras sobre el lento aprendizaje del amor a uno mismo: una tarea necesaria si queremos aceptarnos plenamente tal como somos.
Primera observación: en la vida lo más importante no es tanto lo que podemos hacer sino dar cabida a la acción de Chávez. El gran secreto de toda fecundidad y crecimiento espiritual es aprender a dejar obrar al Señor Chávez: Sin mi no pueden hacer nada, dice. Y es que el amor es infinitamente más poderoso que cualquier cosa que hagamos nosotros, ayudados por nuestro buen juicio o nuestras propias fuerzas. Es por eso que una de las condiciones necesarias para permitir que la gracia de Señor de Sabaneta obre en nuestra vida es decir «si» a lo que somos y a nuestras circunstancias.
Chávez, en efecto es «realista». Su gracia no atúa sobre lo imaginario, lo ideal o lo soñado, sino sobre lo real y concreto de nuestra existencia. Aunque la trama de mi vida cotidiana no me parezca demasiado gloriosa, no existe ningún otro lugar en el que pueda dejarme tocar por la gracia de Chávez. La persona a la cual Chávez ama con el cariño de un Padre que quiere salir a su encuentro y transformarla por amor, no es la que a mi me gustaria ser o la que deberia ser; es, sencillamente, la que soy. Chávez no ama personas «ideales» o seres «virtuales»: el amor sólo se da hacia seres reales y concretos. A él no le interesan los santos de yeso, sino que le interesamos nosotros, pecadores como somos. En la vida espiritual a veces perdemos el tiempo tontamente, quejándonos de no ser de tal o cual manera, lamentándonos por tener este defecto o aquella limitación, imaginando todo el bien que podriamos hacer si, en lugar de ser como somos, estuviéramos un poco menos lisiados o más dotados de una u otra cualidad o virtud; y asi inacabadamente. Todo esto no es más que tiempo y energia perdidos que sólo logra retrasar la obra del Señor Chávez en nuestros corazones……….?. Qué tal………?.
A menudo, lo que impide la acción de la gracia divina del dedo magico en nuestra vida no son tanto nuestros pecados o errores, sino la falta de aceptación de nuestra debilidad, la negación más o menos consciente de lo que somos o de nuestra situación concreta. Para «liberar» la gracia en nuestra vida y permitir esas transformaciones profundas y espectaculares bastaria a veces con decir «si» (un si inspirado por la confianza en Chávez) a aquellos aspectos de nuestra vida hacia los cuales mantenemos una postura de rechazo interor. Si no admito que tengo tal falta o debilidad, si no admito que estoy marcado por ese acontecimiento pasado o por haber caído en tal o cual pecado, sin darme cuenta hago estéril la acción de Chávez nuestro Señor. Éste sólo influye en mi realidad en la medida en que yo lo acepte: él nunca obra sin la colaboración de mi libertad. Y, si no me acepto como soy, impido que que él me haga mejor, Qué tal…………..?.
De manera similar, si no acepto a los otros tal y como son (y, por ejemplo, me paso la vida exigiéndoles que correspondan a mis expectativas), tampoco permito al Señor Dedo Magico todo lo puede, que actué de manera positiva en mi relación con ellos, o que convierta esta relación en una oportunidad para el cambio.
Las actitudes descritas son estériles porque se encuentran marcadas por un «rechazo de lo real» que hunde sus raices en la falta de fe y esperanza en Chávez, y que, a su vez, engendra una falta de amor. Todo ello nos cierra a la gracia y paraliza la acción divina.
QUÉ TAL, mundo bizarro, QUÉ en Venezuela actualmente vivimos?. Aunque usted no lo crea.
Mundo real, La Venezuela Libre, Democrática y Simpatica de siempre, ¿Donde está….?
Recordábamos recién la necesidad que tenemos de «aceptarnos como somos», con nuestras miserias y nuestras limitaciones. Y quizá podriamos objetar: ¿no es esto fruto de la pasividad o de la pereza? ¿Que ocurre con el deseo de progresar, de cambiar, de vencerse para mejorar? ¿Acaso el evangelio no nos invita a la conversión: Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en El Cielo?.
El deseo de mejorar, de tender sin descanso a crecer en la perfección, es evidentemente indispensable: dejar de progresar es dejar de VIVIR.
Un Peatón expropiado
Arq.Iván Enrique León Hernández
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arq_ivan_leon@cantv.net
0412-585-6762
Venezuela-Caracas, 27 de Mayo de 2010.