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Ira y Humillación en la nueva Venezuela

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Tuve que visitar un Registro Mercantil en Caracas para registrar unos documentos de mi empresa. Pagar a un gestor para lo que lo hiciera por mí hubiera costado entre 4.000 y 5.000 bolívares. Así que cometí el error de decir “No me jodan, lo voy hacer yo”. Sentía que pagar tanto por eso sería como pagar por sexo: no voy a pagar por algo que puedo hacer solo. Seguramente no será tan divertido, pero es gratis.

Grave error.

Hay que ir tres veces para registrar el documento y para cada trámite sólo atienden a 30 personas al día. Si quieres ser uno de esos afortunados hay que llegar al registro en la madrugada, quedarse ahí en cola hasta las 8am y rezar que seas uno de los treinta (es difícil saberlo de antemano porque es la misma cola para todos los trámites). Para los dos primeros trámites hay que llegar a más tardar a las 5am. Para el último llegué a las 4am y no pude tomar un número.

Cuatro de la mañana. A esa hora sólo estoy despierto si estoy bebiendo, o tirando. No dejaba de preguntarme ¿Por qué tiene que ser así? mientras estaba parado en una acera a las 4am, peleando por una parte con el sueño y por otra las nauseas causada por el olor del borrachín/indigente que decidió darnos una serenata de Salserín de una hora. ¿Daba risa? Bastante, pero no necesitábamos un cantante que podía oler a 20 metros.

Al llegar a las 4am, en la cola única había 22 personas delante de mí para el mismo trámite que yo iba hacer, así que en teoría todo iba bien. A la mujer se le acabaron los números cuando le faltaban como 10 personas para llegar a mí. Es decir, aparecieron al menos 17 fantasmas y tomaron números. Estuve cuatro horas haciendo cola desde las 4am para esto: UN COÑO DE MADRE. ¿Qué pasó? Hay gente que se mete en la cola, otros que venden puestos, otros amigos de la perra que anota los números, etc.

Hey, no hay necesidad de insultar a la pobre mujer.

Les voy a decir porque este sub-humano es una perra. Un señor mayor –que llegó a las 3.30am y no se podía ver más desmoralizado al no poder agarrar un número–  le dijo de muy buena manera que cómo es posible que no le alcanzara darle uno de los 30 números si cuando llegó en la madrugada sólo habían 15 personas en la cola. Sin provocación alguna la mujer decidió meter el dedo en la llaga y humillar a este señor, gritándole: “¡Ese no es mi problema! Usted es el que tiene que estar pendiente. Vaya y haga una denuncia, esa vaina no es conmigo. ¡Deja de fastidiarme y mete tu denuncia!”. Un león tiene más empatía por los demás. No estoy hablando de Mufasa, sino de los leones que matan a los cachorros de una leona para poder cogérsela.

Es por gente como esta que no creo en el karma. Si el karma existiera, esa mujer pasaría el resto de su vida en una cárcel, siendo golpeada todos los días y con la cabeza metida en una poceta. No, en la cárcel no, en el zoológico. Violada todos los días por un oso panda con la cabeza metida en la poceta. Al menos así yo pudiera decir “No me cae bien, pero por lo menos me hace reír”.

Yo también discutí con esa puta de puerto. Me arrepiento de no tomarle una foto. La hubiera guardado por años, y cuando tuviera hijos se las enseñaría. “Pedrito, ¿no te vas a portar bien? Si no te portas bien, esta mujer te va a llevar en la noche”. Sería especialmente útil si tengo una hija. “Petrica, ¿sabes lo que le pasa a las que andan por ahí mamando huevo? Terminan como esta mujer”. Cada vez que mi hija salga de noche de fiesta pondría una foto de dos metros en la puerta de la casa, y que así no olvide lo que le pasa a las zorras.

¿Les dije que uno de los trámites para los que hay que llegar a las 5am dura menos de 10 minutos? Una mujer tarda un minuto en buscar el número de expediente de la empresa y sellarlo en el documento. Luego un hombre tarda cinco minutos en calcular cuánto debes pagar, e imprime las planillas de pago. Seis minutos en total. Pero ellos sólo pueden atender a 30 personas para este trámite al día. Para esto hay que hacer cola desde las 5am.

Quisiera sentar a los directores de tantas instituciones públicas y tener una conversación con ellos. Algo como esto: Voy a introducir un concepto que es bastante nuevo. Sé que va a ser controversial, y aunque no lo creas se usa en otras partes. Si un empleado es flojo o incompetente, despídelo. ¿Qué es despedir? Le dices que no venga a trabajar al día siguiente. Ni el que viene tampoco. Más nunca. Luego contratas a otra persona. Espera, no te alteres. Respira profundo. Nadie morirá. Sólo vamos a dejar de pagarles. Confía en mí. He tenido malos empleados, y eso hago. Primero les advierto para así darles una oportunidad, y si no cambian, los despido.

Esto es lo que pasa cuando a la gente no le importa. Sencillamente no les importa. Como dijo la perra: No es su problema. ¿Atendemos tan poca gente que tienen que hacer cola desde las 2am? No importa. ¿Otros hacen cola por 5 horas y luego no los atendemos? Hey, ese no mi problema. Nadie les está pidiendo algo imposible, como conseguir una gota de talento dentro de Kate Hudson o Cameron Díaz. Sólo quiero que hagan bien su trabajo.

Este es el tipo de cosas que hacen que me cague de la risa cada vez que Chávez culpa de todo lo malo a los gobiernos anteriores. Once años de presidente y sigue culpando a los otros. Voy a introducir una nueva regla: Después de 10 años no puedes culpar al anterior de nada. Algo me dice que la gran mayoría de los problemas se pueden arreglar en 3.650 días y –llámenme loco– creo que este es uno. Traten de usar esa excusa en su trabajo después de meses o años trabajando ahí. Hey, jefe, eso estaba así cuando llegué.

¿Ha mejorado la situación de los Registros los últimos años? No. Pero por si acaso a alguien se le ocurre usar esa excusa, voy a complacerlos por un segundo. Vamos asumir –erróneamente- que hace 12 años era peor. Que tenías que llegar a las 1am. Repito: son peores que nunca, pero vamos a soñar que no es así. Pues les digo esto: ¿Es mejor que antes? Seguro. Pero yo podría cagar en una caja de cartón, ponerle un cartel que diga “Registro Mercantil”, y sería mejor que lo que tenemos hoy. Así que cualquier mejoría imaginaria que puedan argumentar no cuenta. Con la cantidad de locos armados que tenemos ahora en nuestra sociedad es un milagro digno de reportar al Vaticano que ninguna de las tantas personas frustradas e insultadas por la calidad del servicio al público haya entrado con una ametralladora a un ente público y asesinado a 20 empleados mientras ríe como un maníaco.

Sé que esa oración quedó muy larga, pero créanme, tiene sentido. Léanla otra vez, yo los espero aquí.

Dios, rara vez te pido algo. Sé que es porque no creo mucho en ti, pero olvidémonos de eso por ahora. No me tienes que conceder mi verdadero deseo –ser el encargado de decidir quién vive y quién muere- pero te pido que mates a esa perra del Registro. Te lo ruego. Haznos ese favor.  Mátala.

Pero primero tómale una foto, y me la envías. Por favor.

[La primera versión de este entrada fue publicada originalmente en el blog La Cagada]

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