Hubiese sido «in» en la era dorada de la «buddy movie» por allá por los años de parejas disparejas de policías tontos y retontos como Eddie Murphy, Nick Nolte, Mel Gibson, Danny Glover, Will Smith y pare usted de contar matrimonios de «Bad Boys» por conveniencia.
Tres o dos décadas después, la fórmula luce demacrada, desgastada y ya no da para más.Por lo visto, solo quedaría el camino de reventarla por dentro, desde el plano del distanciamiento y la autoconciencia. Pero hasta la vía alterna de la parodia, resulta también desfasada y cancelada, si consideramos el advenimiento de un título de la talla de «Hot Fuzz», obra maestra absoluta consagrada a deconstruir el género, para rendirle homenaje póstumo en su santa sepultura.
Por eso, el intento de «Dos Inútiles en Patrulla» por resucitar al cadáver exquisito del cine de bufones con placa, carece de sentido y de norte, pues llega con retraso y con temor a los hallazgos de la posmodernidad demoledora e iconoclasta.Así, la película le hace justicia a su nombre original.
En pocos segundos, cualquier arbitro le sacaría «out» a los «robocops» de la cinta, a pesar de sus esfuerzos por aparentar frescura y jovialidad en sus disfraces de rebeldes sin causa, pasados de moda. No en balde, repiten frases aprendidas de memoria, como si estuviesen programados por computadora, para despertar la risa mecánica del respetable.
Lastimosamente, la rutina cibernética y replicante no acaba de funcionar del todo, así como la química de las marionetas en escena, quienes revisitan irónicamente su pasado común, aunque atados de pies y manos para superarlo en presente, a través de un argumento de acción predecible y prescindible(100% high concept).Es una persecución de espaldas mojadas a campo traviesa, con una estructura de blockbuster de Jerry Bruckheimer.No falta un padre responsable, un desenlace en el altar,un esposo inseguro y una galería de mujeres al borde de un ataque de nervios,extraídas de un bodrio como «Cásate y Veras».
Por tanto, el trabajo en la dirección de Kevin Smith naufraga en sus pretensiones de renovar y repontenciar el esquema,bajo la influencia de su carrera independiente en la acera de enfrente de Hollywood, donde se labró una merecida fama como el Tarantino deslenguado de Nueva Jersey, gracias al impacto sociológico y antropológico de sus figuras y actores fetiches:Jay,Bob el Silencioso, Ben Affleck y su pana del alma, Jason Lee, a quien le reserva un papelito prescindible en «Cop Out», como un padrastro de caricatura a ser humillado por el amo y señor del reparto, Mister Bruce Willis, cuyo enorme ego le corta las alas al autor, mientras le impide declararle al estereotipo de «Die Hard» su enfermedad terminal. Por cierto, ambos se vieron las caras en la cuarta entrega de la franquicia «Duro de Matar» y a raíz de ello surgió el idilio entre fanático y megaestrella.
De su unión nace, entonces, un subproducto con todas las de la ley como «Cop Out», una pieza de humor mediocre,infame y reaccionario, cuya apelación a la incorrección política busca justificar su ofensiva propuesta machista, represiva, racista y xenofóbica en contra del feminismo, la inmigración mejicana e incluso hasta la cultura afroamericana, reducida a la condición de un chiste malo encarnado en la piel de Tracy Morgan, secuestrado de manera «express» de los dominios de Tina Fey en «30 Rock».
Aquí se le contrata para hacer el ridículo en un numerito de payaso descafeinado enterrado por la historia. Su intervención se comprendería y explicaría en la época de «El Nacimiento de una Nación» o de «El Cantante de Jazz», cuando la «negritud» era sinónimo de trazo grueso,subestimación y encasillamiento. En el 2010, la charada del payaso «de color» sencillamente perdió vigencia y debe ser discutida, en aras de barrer con los prejuicios de la intolerancia y la discriminación.
De igual modo, la satanización hispana y latina de «Cop Out» requiere impugnarse, refutarse y debatirse en el seno de la polis y de la esfera mediática. Ojo, porque tampoco la idea es imponer un clima de censura, tabú y cacería de brujas. Lo adecuado, para nosotros, es demandar y exigir mayor rigor y profundidad en el abordaje del tema, para la próxima.
En resumen, abogar por un trato distinto y diferente de las minorías sociales, para no transformarlas en chivos expiatorios de la inquisición armada, de un sistema de seguridad inoperante y de una democracia en problemas. De lo contrario, el cine seguirá cimentado las bases para la construcción de muros y fronteras blindadas entre Norte y Sur, en contradicción con los planteamientos de la globalización.
Ante los retos de la integración y la multiculturalidad, la meca responde en «Cop Out» con un discurso en blanco y negro, totalmente maniqueo y sensacionalista, para reafirmar la ola de pánico hacia el extranjero, en un retorno a la vieja prédica del cine western enemistado con el cliché del «invasor chicano».
Con frialdad, «Dos Inútiles en Patrulla» descarga sus cacerinas de resentimiento sobre las humanidades de unos forajidos de origen azteca, privados de inteligencia y gama de matices, cuales villanos aniquilados por las pistolas humeantes del vengador anónimo Charles Bronson, héroe de una ultraderecha extremista anquilosada en el inconsciente colectivo desde la época de LBJ, Nixon y Reagan.
Por ende, «Cop Out» podría asimilarse como una de las últimas patadas de ahogado del dinosaurio o del fantasma de Bush en la industria de sueños y fantasías. Por desgracia, su lanzamiento inyectará gasolina a la hoguera desatada en el estado de Arizona contra la población latina. Por fortuna, será rebatida y trascendida por «Machete» de Robert Rodríguez.
Bienvenidos a la guerra no declarada, por Hollywood, en clave de cruzada, donde la migración y la hibridez son el enemigo. A los críticos y a los aludidos en general nos tocará ofrecer la resistencia desde la trinchera de la razón y el pensamiento.
Out a la policía del odio trasnochado.
Paz a los desechos orgánicos de Kevin Smith. Fuiste un genio y un emblema de los desclasados en «Mallrats», «Persiguiendo a Amy»,»Clerks» y «Jay y Bob el Silencioso contraatacan». Luego le vendiste el alma al diablo y te lo cobró con creces e intereses. Ahora descansa en tu lápida de pop corn movie. Ojalá resucites algún día. De verdad, te extrañamos.Tu deceso marca la defunción de tu movida indie.El mainstream te asesinó.Dulces sueños en el infierno del macarthismo.
PD: el soundtrack de «Cop-Out» es una auténtica gozada.Yo lo salvaría y lo rescataría con pinzas.Incluye hits raperos de Beastie Boys,Run DMC y Cypress Hill. Pendientes!