Ya dispuestos a no dejar títere con cabeza, los hermanos Coen la emprenden ahora contra los cimientos morales,intelectuales y sociales de su religión hebrea, en un fresco tan pesimista como iluminador de su profunda vena anarquista.
La película, como lo sugiere el título de la nota, echa por la borda y por tierra la tesis idealizada y redencionista de la nueva comedia americana, para apuntar en la dirección inversa y contraria, bajo la influencia también del cine clásico de posguerra, pero sin el compromiso de verse en la obligación de rendirle un homenaje falso y caduco.
De hecho, el arquetipo del héroe americano queda devastado y demolido por «A Serious Man», cuya sacudida conceptual se proyecta hacia el desenlace abierto, cuando la amenaza de un tornado, en forma de castigo divino o «deus ex machina», nos despide de la función con un mensaje no de alivio sino de intranquilidad y conmoción.
En palabras de Umberto Eco, la cinta busca deliberamente concluir en pie de guerra con sus personajes, antes de apostar por un salida forzadamente apaciguadora de conciencias y corazones,cual «hapyy ending» de la reciente obra protagonizada por De Niro,»Everybody’s Fine».No por casualidad, todas ellas hablan del mismo problema de fondo: la crisis del sujeto y del hombre contemporáneo. La gran diferencia sería la manera de canalizar y estudiar el tema.
En el caso de los brothers, su metodología sigue siendo coherente con sus principios y sus orígenes en la movida independiente, asimilada por interés económico por los estudios,aunque sin perder un ápice de su carga contracultural, a diferencia y a la inversa del triste destino deparado a la carrera meteórica de Kevin Smith, hoy convertido en una caricatura inofensiva de su imagen de «outsider» al servicio de los peores lugares comunes de la industria. Verbigracia, el deslave creativo de «Cop Out».
En paralelo,»A Serious Man» consolida la vertiente menos domesticada y directa de los autores, al poner en evidencia su status ganado en Hollywood a fuerza de premios de la academia.
En la actualidad, los realizadores son la envidia del gremio y de su generación, porque figuran en una pequeña lista VIP de directores consagrados, quienes cuentan con el amparo de la meca para rodar como quieran,donde sea y en sus propios términos.
Y lejos de desperdiciar su oportunidad de oro y su situación de privilegio entre un mar de intrascendencias, la aprovechan para el bien del futuro del séptimo arte y del regocijo humanista del público, a través de una filmografía neobarroca y a la vez minimalista, no exenta de un humor negro de calidad, arraigado en lo mejor del teatro del absurdo. Una propuesta de distanciamiento radical y brechtiano donde uno no sabe si reír o llorar.
Por eso, sus últimas obras pueden llegar a causar molestia y escozor en la piel sensible del espectador más epidérmico, acostumbrado a erizarse con los besos de piña de la saga «Crepúsculo» y a identificarse con las carcajadas enlatadas de las series televisivas de prepago.
Fieles entonces a sus creencias, los hermanos regresan con una curiosa obra maestra, dedicada a revisar la tradición de la cual proceden. El resultado es la caída y el derrumbe existencial del prototipo de las quimeras largometradas de la historia Judía, en las antípodas de las biografías victimistas de Steven Spielberg y al estilo implacable de los retratos oscuros de Woody Allen sobre su relación de amor y odio con la estrella de David o con el escudo de Salomón.
En resumen, un nutritivo banquete de deconstrucción de la gastronomía Kosher, para disfrutar en solitario o en la víspera del Shabath.Sea como sea, «A Serious Man» los dejará satisfechos como espectadores, a pesar de tumbarles la autoestima como integrantes de nuestra especie gregaria.
Según los Coen, no hay esperanza en nada, ni en la familia, ni en el trabajo, ni en la casa, ni en la canita al aire y ni siquiera en la consulta con el Rabino.Para ellos, son tiempos de tormenta. Para nosotros, de bonanza y celebración por el arribo de su joya escondida. No se la pierdan, por favor.
Shalom y Mazel Tov para todos.
PD: a cada quien le queda la responsabilidad de emplazar o no el estreno de la película en el contexto de la actual tensión entre Israel, Turquía y Palestina. Por mi lado, me abstengo por respeto y porque no me gusta mezclar el arroz con el mango. De hecho, si somos estrictamente rigurosos, «A Serious Man» fue gestada en el 2009. Por tanto, no vale la pena compararla con eventos acaecidos en pleno 2010. Y mucho menos augurar por su censura, su boicot y su satanización( como se plantea en algunos portales talibánicos).
El antisemitismo no es una alternativa, ni una opción. Tampoco la cacería de brujas. La tolerancia, el diálogo y la reconciliación son la única salida.
Atención porque su trailer es considerado de lo mejor dentro del género.Disfrútenlo a continuación.