Venezuela, cualquier día más.
Pana,
Se que mi carta debería hablarte de mi nueva vida, de las letras para las canciones de la banda, del clima de esta ciudad, de mi despecho, y esas cosas de las que siempre suelo hablar, pero no, lo siento…
Tengo media noche pensando en mi desgracia de pertenecer al proletariado, es que andar amargado está más de moda que Calle 13. No soy el mismo, ya no disfruto montarme en un transporte público y dar gracias porque al menos tengo para el pasaje, de tener tres quilos de grasa en mi cara de tanto caminar por no tener para pagar un maldito taxi y pensar en las personas que no pueden caminar; de rechazar ofertas indecentes que me proporcionarán dinero sólo por ser “decente”. ¡Abajo la autoayuda! La culpa no es de la vaca, es toda mía por no haber estudiado petroquímica o ser buhonero, herrero, o taxista. No soy ningún monje, ni tengo Ferrari. Mi armadura está oxidada, sí, tendré que esperar al chatarrero a ver si me la compra. Ya todos los sabemos, esto de escribir no da plata, a no ser que me llame Pablo Cohelo.
El cosmos colabora con la inmortalidad de los débiles.
He estado pensando si escribo algo para el concurso literario del estado, el premio, aunque no es mucho, no me cae mal. Ahora, ¿qué escribo? Hay espacio para ensayos, poemas y cuentos. Cuentos, eliminado, yo soy tan buen cuentista como Obama merecedor del Nobel a la Paz. Ensayo, no se, ahora hay muchas querellas con eso de la crítica, los poetas escriben pero se arrechan si algún letrado incircunciso tiene la osadía de examinar los poemas, según ellos las escuelas de letras son morgues, y yo… pues no creo ser el mejor forense. Me parece que tiene algo de sentido que piensen eso, quizás les moleste que algunas opiniones estén movidas por la pluma de personas que critican lo que no saben hacer. Y tiene sentido, al parecer se necesita una vida para encontrar las palabras perfectas de un buen poema, entonces, sentar en la silla eléctrica a uno que ha vivido para encontrar esas palabras, pues debe causar presión.
Ahora, de ahí a que tales poetas estén vociferando chismes literarios a todo aquel que se encuentren, pues no se si será justo. Ayer, estaba con unos diez compañeros de la universidad, conversando con uno de estos poetas anti-academia sobre la estatura de Cortázar, los mil quinientos poetas que él había conocido en España y su vida bohemia dentro de esta ciudad patas de cabra. Cuando de pronto, el poeta cae en el terreno de criticar a los profesores, evocando a BUKOSQUI como excusa, dijo que lo peor que le puede pasar a un poeta es ser profesor en la universidad, y mientras yo analizaba esa teoría continuó expresando su animadversión en contra de algunos profesores ”burguesitos” que pretendieron humillarlo algún día, ese no es el asunto, lo cumbre es que terminó diciendo: “si yo me cojí a la hija de …” fulanito, un profesor de letras bastante reconocido. Yo, salí un momento de mi estupor y medité, ¿será que las vaginas también están etiquetadas, bohemias y académicas? ¿este tipo es poeta o marico? Lo siento pero si quiere imitar la pedantería de Borges… está “meando fuera de pote”. Pero lo dijo con tanto orgullo que yo, pues también me llevé mi gloria pensando en la vez que le vomité el baño a uno de mis profesores de literatura en medio de una borrachera satánica. ¿Será que soy el poeta más sublime por haber hecho eso?.
En fin, ya tengo claro que ensayo no será lo que voy a escribir. Me queda escribir poemas, pero, ¿y si entre los jurados están escritores muy exigentes?… seguro no ganaré, es que esa gente luego de publicar un libro creen que el universo les otorga una especie de estrella que los hace superiores. Y los demás somos soldados rasos llamados despectivamente “inéditos”. Ahora, será que se creen la reencarnación de Wilde o habrá resucitado Cervantes para hacerles el prólogo del libro. Y bueno, como diría Pessoa: “los libros son sólo papeles pintados con tinta”…
Yo mejor les dejo e idealismo a los enamorados y me busco trabajo en una panadería, ahí el asunto debe ser menos duro.