Antepenúltimo Capítulo : Bajo la Sombra de “El Rey León”
Cuatro fenómenos distinguen a la primera hora de la película: la toma de conciencia del héroe delante de su entorno, la construcción de su identidad bajo la influencia de mentores positivos y negativos, el arribo de la Odisea iniciática en forma de calvario, y por último, la elevación del personaje a la categoría de líder mesiánico.
En tal sentido, la estructura del libreto roba y plagia, abusivamente, los hallazgos de la teoría del guión americano, optimizados por el profesor de historia, Joseph Campbel, y sistematizados por el académico Christopher Vogler en su best seller, “El Viaje del Escritor”, en donde explica y justifica su tesis con ejemplos extraídos de fenómenos de taquilla como “Titanic”, “Danza con Lobos”, “El Mago de Oz” y “Full Monty”.
Para él, merece especial atención el estudio de “El Rey León”, por erigirse en una proyección ideal y cerrada de su modelo dogmático y moral, defendido a capa y espada por el bien comercial de la industria de Hollywood.
Por razones absurdas, “Zamora” puede llegar a lucir como un remake criollo del clásico de la Disney, aunque usted no lo crea. Incluso, por casualidades de la vida, los dos protagonistas comparten el hecho estético de ostentar sendas cabelleras doradas.
Aparte, maduran y crecen en condiciones de adversidad y hostilidad dentro de la ley de la selva y en el vientre de la ballena, como “Pinocho”, para salir eyectados de su interior como los centauros de su desierto.
En este caso, el joven Ezequiel aprende las duras lecciones de Simba, de la mano de sus heraldos, de sus tiranos y de sus amigos caricaturescos de la fauna antropomórfica. Es decir, de sus respectivos animalitos de la fábrica de sueños.
En el ámbito de lo oscuro, el cachorro se enfrenta al máximo villano de la partida, José Antonio Páez, quien pretende sojuzgarlo como el malvado Scar, bajo un disfraz del fallecido gordo Bolido de Radio Rochela, haciendo la parodia de Luis Herrera Campins.
Por supuesto, el Scar de Zamora quiere darle muerte al heredero del trono de Mufasa, pero su fuerza innata de elegido y el respaldo de sus aliados impedirán la consumación del plan maestro y homicida del Voldermort de la charada, con pinta de versión pirata y casera de “Harry Potter”.
José Antonio Páez, alias el Scar del llano, tendrá entonces la oportunidad de presentarse ante el público en todo su esplendor como déspota ilustrado del siglo XIX. Lo veremos tocando al piano y cantando ópera, disfrutando de manjares y suculentas parrilladas de carne en vara al son de la música de sus vasallos, y profiriendo discursos pendencieros y atrabiliarios de Jabba the Hutt en el “Retorno del Jedi”, para el deleite de los oídos de sus lacayos, chacales y hienas.
En uno de los monólogos celebrados por la audiencia, asentará con su semblante de piedra: “la Patria soy Yo”, mientras pela sus ojos, inyectados de sangre y odio, como en una secuencia amenazante de “Mi Gorda Bella”.
Más adelante, el protagonista ajustará cuentas con su Némesis, al conducirlo a su destierro en clave de “Florentino y el Diablo”.
¿Quién ocupa el lugar de Rafiki o el Sr. Miyagi en la “Karate Kid” patrocinada por la Villa del Cine? Pues su cuñado,Juan Gaspers, encargado de introducirlo en las artes marciales del marxismo “para niños” con un acento curioso de Francés atormentado por la bota Nazi durante la ocupación. Algo así como un extra de “Bastados sin Gloria”, generoso por su humor involuntario. En el próximo capítulo, discurriremos alrededor de la exageración de su impronta en la película, de sus vulgares falacias argumentativas y de su rastrera manipulación ideológica como caracter de frente a su verdadero legado.
Rafiki-Gaspers enseña a Simba-Zamora-Daniel San a controlar su mente y su espíritu en función de una filosofía Zen de autoayuda, mezcla de teología de la liberación,el oráculo del guerrero y el “Imperio Contraataca” con la guía metafísica de Yoda. El Obi-Wan Kenobi lo escolta, lo protege y lo salva “in extremis” de las garras de sus crueles adversarios.
A su vez, funge de lazarillo divertido y bufonesco, para compensar las cargas de la pesadez de la trama, por medio de una serie de acciones y situaciones calculadamente chistosas, como de Timon y Pumbaa entonando el clásico, “Hakuna Matata”.
Ambos se emborrachan en el bar como Han Solo y Luke Skywalker compartiendo una copita en el Millennium Falcon, antes de emprender su siguiente aventura.
La escena de la taberna no puede faltar y se incluye para reafirmar el talante ético de Zamora, quien se disculpa y todo, como un caballero, momentos previos a proceder al trámite, de mero macho, de echarse su trago a pico de botella. Ay Jalisco no te rajes.
Otros muñequitos y muñecos de relleno también aportarán lo suyo en la edificación psicológica del mito.
De Antonio Leocadio Guzman, el protagonista asimilará y absorberá su ímpetu en declive, para sucederlo y superarlo como alumno aventajado, porque la vejez y el conformismo de la tercera edad le comienzan a pasar factura.
Por último, tampoco extrañaremos la obligatoria y arbitraria intervención de una hada madrina y de una pareja para consolidar el perfil masculino y heterosexual del hombre de hierro. No vaya a quedar la menor duda de su capacidad, de su fertilidad y de su carisma para la seducción del sexo femenino. Polvo de gallo, jamás y nunca. Prohibida la eyaculación precoz.
En términos de Vogler a propósito de “El Rey León”: al final del segundo acto, Nala aparece para educarle en el amor y la responsabilidad.
Naturalmente y como era de esperarse, Danielita Alvarado cumple con la misión de rescatar a la víctima de su martirio y de su persecución bíblica, para resucitarlo de sus cenizas a través del ritual de la copula divina, catártica y curativa.
Aquí la cinta alcanza su pico y su punto de clímax, blandiporno,en el advenimiento de su nudo y de su tronco argumental. Por desgracia, impera el clima de censura y apenas podemos distinguir el grano de la paja.
Continúa la saga de la Ley Resorte en el cine nacional, a imagen y semejanza de las fábulas, con mamíferos domésticados, para grandes y niños.
Extraña deriva de la cultura revolucionaria, cercana a los derroteros de la meca amordazada de la década del veinte y el treinta en plena época de la depresión.
Una talibanización del séptimo arte, con Burka, velo y demás.
Nos vemos en el espejo del Irán de los Ayatollas.
Sólo resta por hablar del contenido del desenlace y de sus mensajes escondidos, cuando nos aproximemos a la caverna más profunda del relato a la usanza de Mickey Mouse y a la gloria de la coronación de la tropa melenuda, cuyo auténtico capitán es el Big Cat, el cuarto bate y el felino rugiente de Barinas.
Para leer al Pato Donald retorna por sus fueros.
El manual del tío Walt le amputó el cerebro a Luis Britto García.
Larga vida al Rey León!
Abajo el Simba de Zamora!