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FIA 2010, crónica de un inculto.

Curadora de arte: La obra de su esposo es lo que llamamos «Arte externo», puede ser creado por un paciente psiquiátrico, un campesino o un chimpancé.
Homero Simpson: Ohhh en la preparatoria fui elegido como un futuro paciente psiquiatrico campesino chimpancé.

El arte se enclaustra, se aísla y se queda encerrado en un lujoso hotel del este caraqueño. Para llegar a la Feria Iberoamericana de Arte 2010 (FIA 2010) hay que subir en taxi hasta el Hotel Tamanaco Intercontinental, hay que pagar entrada y hay que soportar que los vigilantes desplegados a lo largo de la muestra te miren con como si no pertenecieras allí.

Una vez en la puerta comienza el panorama a hacerse claro. Puros viejos encorbatados y empaltosados, pura viejas con medias de naylon sudadas y zarcillos enormes que le llegan hasta los hombros. Fui con una amiga, estudiante de arte en una universidad caraqueña. Ella llevaba los cuadros trabajados en su clase de pintura, y al entrar nadie se molestó en decirle nada. A la salida, viviríamos una desagradable experiencia por cargar con los cuadros encima.

Apenas al entrar salta la primera contradicción: Supercable tiene un stand en la entrada, en el que dos mamis explotadas, vestiditas con licras que dejan verle el culote y las piernotas, te ofrecen el paquete promocional para ver el mundial en Alta Definición. A mano izquierda una contradicción más, un pasillo dedicado a la obra del Gobernador Henrque Caprles Radonsky, curiosamente parecida a las promociones de Mercal.

No deja de ser triste que quienes organizan este evento son los mismos que acusan al arte patrocinado por el estado de estar lleno de propaganda. Desde que entramos, lo único que hay es propaganda, de la Gobernación de Miranda, de la Alcaldía de Baruta, de Supercable, de Seno Salud, de los libros de El Nacional… Por momentos siento que estoy en expofranquicias.

Adentro sigo sintiéndome raro. Todos los asistentes bien parecen sacados de las fiestas de Canache Mata, vuelvo a los noventa, estoy en una romería blanca. Estos señores me recuerdan lo peor de este país, desfilan con cara de entendidos frente a las obras, preguntan precios y prometen pasar después a comprar. En las esquinas hay gente abriendo botellas de Whisky, todos estirados conversan entre ellos, se ríen de sus propios chistes y nos miran con desprecio. Entonces me doy cuenta, G y yo somos los únicos con blue jean y franela, todos los demás están vestidos en su onda de “dama de sociedad” y “señor de buenas costumbres”. De hecho, podría jurar que una de estas viejas fue jurado del Miss Venezuela el año pasado.

Las obras no me importan. Tal vez es porque me falta teoría, tal vez es porque no tengo sensibilidad para el arte, pero lo cierto es que me parece un contrasentido ver un cuadro de Frida Kahlo en un sitio que, si Frida estuviera viva, lo quemaría vivo con ayuda de su esposo Diego Rivera.

Allá hay un colombiano que exhibe una obra en relieve que al verla de lejos forma la cara de Mao. WTF?????????? Por allá hay un Wannabe venezolano de Andy Warhol, convirtiendo un paquete de harina pan en un remedo chimbo de la lata de sopa Campbell.

Más allá está la transgresora obra de Nelson Garrido, pero luce inofensiva en el recinto, nadie se siente provocado por las poderosas imágenes del fotógrafo Garrido, verlo aquí es tan chimbo como verlo en la edición aniversario de Todo en Domingo.

Por acá una obra en 3D, más fraudulenta que cuando Venevisión lanzó su experimento de TV en tercera dimensión, al ponerte los lentes no ves un carajo, pero todo insisten que sí, que es vanguardista.

Más para allá el stand de la fundación Cisneros, con un televisor que presenta la publicidad de la mentada fundación. Otra vez la farsa de la responsabilidad social, el mecenazgo y la imagen de los Cisneros como supuestos benefactores de la sociedad. En realidad son unos tracaleros, hoy aliados con el gobierno que se encarga de destruir su competencia (Polar ®) para que puedan seguir siendo los líderes del mercado, mientras siguen patrocinando a artistas sin personalidad, artistas rendidos ante el poder económico, más pendientes de conseguir patrocinio para sus pegostes que de decir algo con ellos.

El país está en crisis: desempleo, violencia en las calles, hambre, brotes de dengue, devaluación, putrefacción de toneladas de comida, etc. ¿Y los artistas venezolanos que dicen? Nada. Las obras de los criollos son pegostes y manualidades sin impacto. Pura mediocridad, y lo digo a sabiendas de que van a comentar diciéndome ignorante. Pero yo no le veo el chiste a esto. ¿A quién le importa encerrarse en este hotel a ver los cuadritos de esta gente? Y encima los precios, una fortuna vale cualquiera de las obras.

La FIA 2010 no mira hacia el país, lo desprecia, lo ignora y pretende drogarlo. Por eso se encierra en un hotelazo del este, por eso sus obras no dicen nada, ni estética ni éticamente, son vacías, tontas y aburridas. Además, ¿por qué ese empeño en dar una imagen falsa de Venezuela? La Venezuela de hoy nada tiene que ver con un grupito de estirados con naricita levantada “apreciando el arte”, el país está jodido y lo peor que puede hacer esta gente es ignorar esa realidad para encerrarse en su feriecita a tomar champagne y comer tequeños.

Ya a las 09:00pm yo estaba más pendiente de bajar a alguna arepera a comerme una de queso guayanés, que de mirar a los lados y fingir que me interesaba aquello que estaba pegado a las paredes. Marcel Granier llegó a esa hora, faranduleaba frente a las obras y recibía gustoso el saludo de las doñas presentes. Por un momento temí que todas empezaran a entonar el corito Valiente, Valiente, Valiente, que suelen cantar cuando algún conspicuo representante de la oposición hace su entrada en algún evento público. Afortunadamente no fue así.

Salimos. Y cuando intentamos atravesar la puerta nos detuvieron. A mi amiga no le dejaban sacar sus cuadros. Nos acusaron de ladrones. Y luego de un rato en el que se repitió la rutina perdonavidas que suelen ejecutar los funcionarios policiales, militares, vigilantes y cualquier otro cretino con algo de poder, le tomaron copia del carnet y la cédula a mi compañera, nos hicieron llenar una hoja con nuestras direcciones de domicilio, teléfonos y datos personales. Y al salir, el vigilante le dijo a G que era su culpa, que quién le había mandado a meter “eso” de contrabando sin decirle a nadie. Y así cerró la clase humanismo que nos dieron en la FIA 2010

A decir verdad, prefiero mil veces a mi amiga G, que a la cuerda de bobos intrascendentes que exhiben sus obras en el Tamanaco.

Yo no entendí nada, yo no entiendo nada. Debe ser porque soy inculto, o porque tengo un alto sentido de la ladlla, pero si esto es arte, coño, que fastidio, pana.

Marge Simpson: ¿Tienes alguna idea, Homero?

Homero Simpson: No, estos sujetos son genios, nunca se me podría ocurrir algo como una sopa o un lápiz.

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