De la Generación Espontánea a la Degeneración del Siglo XXI

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Si bien el conocimiento científico no ha logrado dar respuestas a todas las grandes preguntas que la humanidad se ha planteado a través de la historia, ni tampoco ha logrado ser garante del entendimiento  entre los hombres, ha tenido importantes aciertos en el largo camino de su evolución. De acuerdo a palabras del filósofo de la ciencia Karl Popper, “el avance en el conocimiento científico se produce en cuanto los científicos, al abandonar las teorías refutadas están obligados a reemplazarlas por nuevos ensayos de solución y eso conduce a descubrimientos e innovaciones”. Los últimos acontecimientos del país relacionados con la aparición de las  miles y miles de toneladas de alimentos y medicinas en estado de descomposición, sin contar con las incineraciones clandestinas, que como gato que oculta su gracia echándole tierrita con las patas traseras, deben haber realizado, me han puesto a reflexionar sobre la importancia de la refutación de aquella teoría llamada Generación Espontánea de la vida.

De acuerdo a la teoría, la vida se generaba por sí misma de manera espontánea al estar presente en el aire materia orgánica e inorgánica. En pocas palabras, una suerte de milagro celestial hacía que la vida apareciera de manera fortuita. Afortunadamente científicos como el italiano Francesco Redi y el francés Luis Pasteur lograron descifrar el misterio de la aparición de microorganismos en la materia orgánica para fortuna de la humanidad y de los miles de millones de personas cuyas vidas han podido prolongarse en el tiempo gracias a la aplicación de las vacunas. En nuestro país, y gracias a la voluntad individual y dedicación a la humanidad de un científico como Jacinto Convit, se han tenido logros importantes en materia de descubrimiento científico, teniendo como orgullo más cercano  el descubrimiento de la vacuna contra algunos tipos de cáncer. Y el logro ha sido aún mucho mayor, si tomamos en cuenta el abandono a que ha sido sometido el IVIC en los últimos años, dada la politización de todos los espacios laborales.

El experimento realizado recientemente por “los mejores gerentes de PDVSA” puestos al servicio alimentario del país, dejando montañas de contenedores de alimentos, cuyo destino final era saciar el hambre de los más necesitados en Venezuela, expuestos a las inclemencias del clima tropical hasta que el olor rindiera evidencias irrefutables de su existencia, si bien no ha generado vida de la nada, ha permitido poner al descubierto una red de corrupción, burocracia e ineficiencia que no tiene ninguna comparación histórica en el país.    

Yo recuerdo que durante mis estudios universitarios algunos profesores de tendencia progresista no dudaban en reconocer el conocimiento, la experiencia y sabiduría de algunos profesionales en el área para la cual se habían rigurosamente preparado y habían laborado durante muchos años para hacerse una referencia indiscutible. Por citar algunos ejemplos: en materia de economía Domingo Maza Zabala  era prácticamente irrefutable, Agustín Blanco Muñoz era referido como un riguroso investigador de la historia venezolana,  Ernesto Mayz Vallenilla en materia de educación y Antonio Paquali en materia de comunicación. Bien, al aparecer como producto de la Degeneración del Siglo XXI, ahora resulta ser que para algunos de estos mismos profesores  el conocimiento se esfumó de los cerebros de los profesionales referidos. Para ellos en Venezuela hay una sola mente clara, infalible  y poseedora de la sabiduría en todas las materias del conocimiento humano: Hugo Chávez Frías. Por supuesto, uno escudriña detalladamente y puede conseguir cargos, pensiones, viáticos y hasta jugosos contratos en sus “imparciales” opiniones.   

Desde hace ya un tiempo hemos visto al presidente tratando de planchar las arrugas de unos resultados económicos que ni el mismo Banco Central ha podido maquillar, poniendo como referencia Mercal, hermana menor de PDVAL y su fábrica de podredumbre. Palabras más o palabras menos dijo que la economía rebotaría como una pelota hacia la estratósfera y que esto haría correr las lágrimas de sus opositores. Por las leyes de acción y reacción, la energía potencial y cinética de una bola que se deje caer desde cierta altura produciría este efecto retroactivo. Pero en la práctica, y lo que ha dejado en evidencia los volúmenes de importación de alimentos, la ineficiente, corrupta  y burocrática maquinaria para la distribución de los mismos, la práctica de expropiar para abandonar o burocratizar, el acoso perpetuo al dinero de los ahorristas, es que la economía que ha construido hasta ahora es sólo una bola de estiércol que al tocar el fondo se ha quedado  pegada como una plasta sin esperanzas ni la mínima intención de gravitar, a menos que el país tome un rumbo distinto al que ha tenido en los últimos 11 años.

El problema de los contenedores y de las medicinas, a pesar de que han tratado por todos los medios de minimizarlo, desviando la atención hacia otros focos, se une al de los pésimos servicios públicos, sobre todo de agua y electricidad (llueve y los cortes siguen), que como efecto dominó se ha traducido en incremento de enfermedades que estaban prácticamente reducidas al mínimo como el Paludismo, el Mal de Chagas y la Malaria.  Y si este problema es de por sí ya despreciable, el hecho de haber enviado como “Ayuda Humanitaria” alimentos descompuestos o ya en proceso de vencer hacia Haití y de que se ha denunciado el envío de alimentos en mal estado a  escuelas del país es sencillamente un crimen humanitario.

El Socialismo del Siglo XXI se ha convertido en una degeneración aberrante de las esperanzas del socialismo del siglo pasado que buscaba la igualdad, la felicidad y la superación del hombre a través del conocimiento y del acceso a cultura. No puede haber socialismo cuando se les da un incremento salarial de 40 por ciento a las chaperonas de los cubanos, bien sea de uniforme verde o blanco y 15, 10 ó 0% para el resto de los venezolanos, con una inflación anual que sobrepasa el 30%, producto de los experimentos de ensayo y error del irrefutable e inequívoco líder.  

William Guaregua 

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