Con mi mayor respeto y consideración.
Tuve la fortuna de recibir su invitación a participar en unos conciertos en Japón para el venidero mes de noviembre, cosa que acepté como un honor y estoy muy agradecido por eso. Más sin embargo me veo obligado a informarle lo que a continuación relato, en referencia directa a los conciertos a los cuales Ud. me ha invitado.
Un funcionario público, cuyas atribuciones están establecidas y limitadas por las leyes, y cuyo sueldo se paga con fondos públicos de todos los venezolanos, (con fondos de los contribuyentes de Venezuela), me llamó ayer por teléfono para decirme que yo NO PODÍA ir a tocar a Japón en la semana cultural «DE VENEZUELA», que además estará dedicada a la bandola, mi instrumento musical, solo por que no soy «Chavista» y corrijo yo, por que me niego a ser «tonto útil» para que hagan propaganda usando mi nombre, mi cara y mi trabajo artístico reconocido por mas de dos décadas, a favor de un gobierno que es estimado por un mayoritario espectro humano como autoritario, militarista, ilegítimo, ilegal, corrupto y que viola los derechos humanos de la mayoría de los connacionales.
Esta situación demuestra cómo el gobierno venezolano y sus funcionarios, no importando el nivel de la pirámide que ocupen, violan los derechos humanos de todo aquel que no esté dispuesto aceptar el chantaje y la manipulación gubernamental. A todo aquel que no esté dispuesto a dejarse usar.
En el marco jurídico nacional, el uso de fondos públicos para favorecer una parcialidad política se llama CORRUPCIÓN. Y la discriminación por credo o conciencia política es una de las más asquerosas y nauseabundas maneras de violar la libertad y los derechos individuales que existen en la actualidad. Esto es hoy, tristemente en Venezuela, una práctica obligada y dirigida desde las más altas esferas del poder, para que sea ejecutada hasta por el más infeliz y mal pagado de los funcionarios públicos.
Sostengo la idea que los músicos, creadores y artistas en general, tienen una gran responsabilidad de denunciar y no aceptar estas practicas reñidas con los valores fundamentales de la ética, que en lo más profundo, es la esencia que constituye a los verdaderos y grandes artistas.
Le pregunto maestro, ¿cómo le parecería a Ud. que un día le prohíban tocar en un lugar o asistir a un evento por que Ud. es, por ejemplo, NEGRO, ó JUDÍO ó CATÓLICO o de pensamiento liberal?
Esta circunstancia es un alerta que pone en entredicho a esos muchos «cómodos» a quienes se les ha escuchado la frase «yo no me meto en política», porque quienes afirman eso, haciéndose la vista gorda ante tropelías como las descritas, son cómplices por omisión de una horrenda y detestable violación a los derechos individuales.
De modo maestro, que por lo pronto no podré acompañarle al viaje que me ha propuesto y espero que mi testimonio lo invite a una reflexión profunda sobre el rol que tenemos que jugar los artistas venezolanos en el triste y lamentable momento que nos está tocando vivir.
Lamento que esta infeliz circunstancia me impida compartir musicalmente con Ud. en esta oportunidad, lo cual me entristece en grado sumo, dado que aprecio el tocar con Ud. como un honor y un enorme privilegio. Espero que la invitación que me ha hecho, pueda y quiera repetirla para otro evento en el que la libertad de pensamiento y de credo sean respetadas por lo organizadores.
Reiterándole mi mas alta estima y consideración, quedo de Ud.
Atentamente:
Saúl Vera.
(Esta carta me fue remitida por internet vía un amigo músico bastante informado. No creo que se requiera confirmación de parte de Vera de que escribió lo que escribió -sobre todo cuando firma la carta con todos sus datos de contacto-, pero si él llegase a desmentir la autoría de este correo, lo borraré en el instante y pediré excusas públicas).