Adiós cinéfilo a Carlos Monsiváis

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Además de cronista e intelectual, Carlos Monsiváis fue uno de los mejores críticos de cine, no sólo de su país sino del mundo. En parte, su premio Anagrama por «Aires de Familia» constituyó un merecido reconocimiento a su faceta como analista y estudioso de la cultura audiovisual de su país, siempre desde un enfoque tan reivindicador como sarcástico. Pero jamás incurriendo en las trampas y en los errores del didactismo populista, en defensa ciega de lo
nacional.

Su mirada cínica lo llevó a leer, como nadie, los rostros emblemáticos de su industria, así como las identidades mutantes del «star system» azteca, a quienes contribuyó a bajar del pedestal. Cada frase la remataba con un fino juego de palabras, y gozaba con destrozar el lenguaje culto al fundirlo con el de la calle.

Para él, antropólogo posmoderno por excelencia, no existía tal cosa como una diferencia entre el arte bajo y el alto, lo rudo y lo cursi. De hecho y por ejemplo, tuvo ocasión de profundizar con paciencia e interés de científico social, en el impacto universal del habla de Cantiflas. A Resortes también le dedicó frases y reflexiones para la posteridad. Por último, alimentó y enriqueció el imaginario de América Latina, con su presencia omnímoda y omnipresente en cuanto reportaje se hizo en y sobre México. Incluso, para quienes no lo saben, realizó un documental
increíble con nuestro Paolo Gaspirini, bajo el título: «Los Presagios de Moctezuma», donde su voz inconfundible se encarga de guiarnos y orientarnos por el laberinto de la soledad y de la esquizofrenia de su ciudad capital. Según él, una megalopolis «postapocalíptica», porque lo peor ya pasó. Interesados en verlo, deben pedir su copia al archivo de la Cinemateca. Ojalá pronto se reedite o se cuelgue en youtube, para volver a disfrutarlo.

En cualquier caso, todavía nos quedan los libros, los videos, las entrevistas y los recuerdos de Carlos Monsiváis para seguir evocándolo en tiempo presente, de cara a la comprensión del futuro del continente en el entorno de la globalización. Es el fin de un ciclo y el inicio de otro para los herederos de su legado. Es decir, todos nosotros. Larga vida para el Rey, aunque poco le gustasen las celebraciones póstumas, la ridiculez de las notas necrológicas, la elevación de estatuas y los lugares comunes de la adulación. Sea como sea, es imposible eludir el compromiso de despedirlo a lo grande(con la esperanza de verlo resucitar en el inconsciente colectivo de las generaciones de relevo). Paz a sus restos.

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