y tuvo la certeza
de adivinar mis carnes
juicios desengañados
soeces protuberancias verbales
son un racimo florecido
del azahar de mis días
y su olor
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tuy:
no tengo más nada para ofrecerte
sino una flor en mi espinazo partido
y una glock quedisparaprestigio
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sed oropeles caballos de Leipizig
monederos franceses tigres de Armenia
césares y dominios
del eterno
pude amar tus frutos caribes
pero nada, ni nadie
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qué feliz camina la mosca
sobre mi escritorio de trabajo
con ese telón de fondo
campanas simuladas
del templo descascarado
oficina acalorada
ventilador chillante
pitos y cornetazos
de las bestias mecanizadas
temo al disparo
al ‘blin blin blin’
del malandro
al motorizado suicida
asesinantemente
vestido
pero tú me tranquilizas, mosca amable,
me acaricias la mejilla
que ya despide fétidos efluvios
me miras amena con tus ojos rojizos
un zumbido de tus alas me adormece
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al filo de las noches
la oscurana me divierte
el hedor.
deshago los papiros
y las mitologías
campestres.
rubricamos
mi alma y yo
novísimos rumores
huesos santos
y juntos corrimos
tras la puta poesía.
me preguntaba yo
¿serás tú
la bestia de Juan,
la ramera que arrastró
carnes
y copas
y vinos
tras de sí,
tras tu culo prominente
y amarillento
estilo página vieja
de periódico que no se vendió?
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confieso que la ciudad,
la de todos, la de nadie,
se pudre:
es un cadáver.
se ahogó en su vómito
a lo Hendrix
a lo Joplin,
se diluyó en sus quebradas,
se refugió en los ojos
de sus muertos,
huyó montada en una bala,
amaneció enferma
de su peste;
arrancó fortunas
a sus niños,
mas los arruyó
en sus bajíos
sin mezquindad;
bebió del bolsillo
de nativos y extraños,
abrigó esperanzas de vida
y aún así
vivió
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puedo desencajar las caderas
de las amantes
puedo satirizar la fama
de las camas del Monterroso
aún mi fálico amigo estaría a la espera
de la puta doncella
de esa que se deje coger
sin remilgos
con disfrute
y me rinda culto sólo
las 4 horas alquiladas
en el motel
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rostro que miras altivo a la muerte
de cara a cara, podría yo decir,
¿qué secretos escondes tras altanera faz?
tus carnes, tus sienes, tu piel
es sólo el reflejo de algo que morirá
irremediablemente
eres muro de lamentaciones
rabínicos pesares se acercaron a bambolearse
ante ti
ante tus carnes
otros vinieron a dejarte
papelitos entre tus grietas
eres remedo de alegrías
eres remedo de inciertos desvaríos
eres insaciable ser
carne putrefacta eres desde este momento
mueres los días
mueres tú las noches
y sin embargo, atrevido te ríes de ti.
es lamentable, amigo, que vayas tan rápido
a la tumba
allí no serás más el mismo que convivió conmigo
allí serás ya calavera
no tendrás la piel estirada
colagenizada,
ni siquiera arrugada.
cabello revuelto será para ti deliciosa
almohada eterna
y aún así seguirás sonriente
en el interior del sarcófago
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aunque lo ruidos del mundo me molesten
aún así podré escribir lo sucio
en los momentos más pesados
de mi diario vivir entre las fieras.
escribir el barro
escribir las armas
escribir la violencia
escribir el sexo
escribir la hipocresía
escribir el odio
escribir la basura
escribir el óxido
escribir el pesimismo
escribir la mentira
escribir lo putrefacto
escribir lo mohoso
escribir lo hinchado de un perro muerto
escribir la cloaca abierta en la calle
escribir lo derruido de un viejo muro
escribir mis zapatos embarrados
escribir amores y promiscuidades
escribir calores y fríos en el callejón
escribir la sangre suelta en una acera
escribir el cartucho aún caliente
escribir los tiros en la puerta
escribir el travesti de mi pueblo
escribir las putas también
escribir las liceístas sentadas
sobre las piernas de adolescentes peligrosos
escribir las groserías del estudiantado rebelde
escribir la pseudopolítica
escribir la borrachera
escribir un loco
escribir los disparos en una fiesta del San Juan
escribir la policía matraquista
escribir sobre todo
todo
todo
todo lo que nos hace más humanos
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una hueste de perros famélicos insepultos
erizó su pavor en mis sienes enrejadas.
husmearon, lamieron mi incontinencia,
mi silencio en los bosques,
la verdad de mis palabras fue deshecha
sin regreso,
y en un único ladrido
borraron de golpe mis deleites.
a la vez perfumaron mis ventanales
con su emanación de tumba
y me obligaron a comer el pan maldito
del que comiera Withman
un domingo de historietas mojadas,
un domingo frente al televisor.
Renací a la suerte de mi escritura
alocada perfectamente sutil y enrevesada,
así parecí más un andrajoso perol oxidado,
más que poeta -¡por Dios!-. así me dijeron
un lunes por la tarde las ramas de un ciruelo,
que me faltaba harto sucio, harto enredo,
para perecerme al fango cósmico,
a un chaman cargado de peyote.
cogí derroteros desiguales,
rumbos y caminos tortuosos
fueron mis compañías más frecuentes,
aunque no supe valorar su presencia
de Biblia volteada al revés, inexplicable,
vencida, más Corán que otra cosa.
tropecé entonces con aquella hueste canina,
gruñidos y pelazón de dientes fueron ahora sus regalos
más honestos a mi deshonor,
a mi poetástrica vida de supremacía verbal,
inigualada en mis papeles rayados,
en los comienzos del vendaval más poderoso.
y escribí.
Juan Carrasco
Juan, leí tus poemas. Me parecen magníficos realmente.
Sería un honor que te pasaras por mi blog, donde he puesto algunos de mis poemas: http://www.hwangcho.blogspot.com y bueno, me gustaría mantener algún contacto, quisiera leer mas de tu trabajo. Saludos!