El Salmón en su Tinta: Crónica de Calamaro en la UNIMET

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El Salmón no tiene un pelo(o una escama, mejor dicho)de tonto. Sabe cuando debe y puede nadar contra la corriente. A su llegada a Venezuela lo hizo para hacerse publicidad por Twitter y le resultó.Por el contrario, ayer se dejó llevar por su condición de líder del cardumen caraqueño, ora para deleitarlo, ora para apaciguarlo con su cantar de flautista de Hamelin. El Banco de Peces representaba el objetivo a conquistar.

El gran Thomas Bernhard la hubiese tenido pancita con él. Sus maestros antiguos lo condenarían, sin contemplaciones, al infierno del arte del estado, impulsado para aplacar las iras de los niños del estado. Hoy la mayoría de los músicos y cineastas son así de políticamente correctos. En cambio,ya no abundan tipos de la talla de Thomas Bernhard. Pero los Calamaros son legión en el mundo. A propósito, y para reafirmar el punto, comparto una cita de mi ídolo juvenil:

«Si contemplamos un cuadro bastante tiempo, aunque sea el más serio, tenemos que caricaturizarlo, dijo, para soportarlo, y así tenemos también que convertir a nuestros padres en caricaturas, a nuestros superiores, si los tenemos, en caricaturas, al mundo entero en caricatura, dijo. Mire usted bastante tiempo un autorretrato de Rembrandt, cualquiera, y se le convertirá a la larga, con toda seguridad, en caricatura, y se apartará de él. Mire usted bastante tiempo el rostro de su padre, y se le convertirá en caricatura y se apartará de él. Lea a Kant con insistencia y con más insistencia aún y de pronto le dará un ataque de risa, dijo. Al fin y al cabo, todo original es ya en realidad, en sí, una falsificación, dijo, ya comprende lo que quiero decir. Naturalmente, hay fenómenos en el mundo, en la naturaleza, como usted quiera, que no podemos ridiculizar, pero en el arte se puede ridiculizar todo, todo hombre puede ser ridiculizado y convertido en caricatura si queremos, si lo necesitamos, dijo. Eso, si estamos en condiciones de ridiculizar, no siempre estamos en condiciones, y entonces se nos lleva la desesperación y luego el diablo, dijo. Da igual qué obra de arte, puede ser ridiculizada, dijo, que se le presenta a uno como grande y, en un instante, uno la ridiculiza, lo mismo que también a un ser humano, al que hay que ridiculizar porque no se puede hacer otra cosa. Pero la mayoría de los seres humanos son realmente ridículos, dijo Reger, y uno se ahorra el ridiculizarlos y la caricatura. La mayoría de los seres humanos, sin embargo, son incapaces de caricaturizar, lo contemplan todo hasta el final con una terrible seriedad, dijo, y no se les ocurre la idea de hacer una caricatura, dijo.»

Caricaturizar a Calamaro sería tarea sencilla. Bastaría con describir su pinta y su porte de anoche, para volverlo trizas. Ni hablar del egocentrismo de sus proyecciones de video o de las diapositivas de sus amigos y referentes, entre los cuales figuraba «El Ché Guevara» en la famosa fotografía del habano, registrada por el lente de René Burri(a quien el chavismo también le patrocinó una presentación en Venezuela, mientras discrimina y le resta apoyo a los talentos de Venezuela).

Curiosamente, la gente aplaudió a rabiar la salida de la placa de Don Ernesto, hasta la pavitas y los pavitos menos comprometidos con el proceso.Por ende, cuesta entender la esquizofrenia de Venezuela, por no mencionar su doble moral. Es nuestra condición y es difícil ocultarla.

En cualquier caso,llegamos a tiempo a la cita, previo predespacho en mi casa. Con cuatro birras encima por cabeza, cruzamos la cota mil a la velocidad de la «Naranja Mecánica» y estacionamos en una terraza de la UNIMET, al lado de la cancha de futbol. A los lejos, Petare nos guiñaba el ojo con su festival de luciérnagas, recordándonos el apartheid cultural de Venezuela. En adelante, íbamos al encuentro de otro «Sector 9», como antesala al de Parque los Caobos, cuyo montaje también segrega, fragmenta y polariza. Divide y vencerás.

La organización en la entrada mejoró el despelote de Megadeth e ingresamos rápido al recinto.Al cabo de unos segundos, Don Andrés apareció en tarima. En medio de la confusión, nos alcanzamos a apostar a la derecha del proscenio, desde atrás de la barrera de separación de la general con la zona preferencial. A treinta metros de distancia, lo empezamos a distinguir y a disfrutar entre las vigas, los muros y las miradas asesinas de los gorilas de la vigilancia. En tales circunstancias, la empresa Evenpro naturaliza y ampara una peligrosa tendencia fascista, sin derecho a replica o a pataleo. Si discutes con ellos, sencillamente te mandan a sacar a la fuerza. Y lo digo con conocimiento de causa.

En Kiss de Solid Show, por abrir la boca ante una injusticia, me expulsaron a golpes del lugar, frente a los ojos de mis colegas de la prensa. Todos callaron para conservar sus pases de cortesía. Así de solidario es el gremio. Jamás te brindan una mano amiga, te dan la espalda cuando lo necesitas, y encima te roban las ideas, porque para el espionaje mediático sí son buenos. Por supuesto, se llevan las glorias y nunca reconocen la fuente. No importa. Igual los seguiremos tubeando y superando por acá.Es contigo, amiguito del plagio.

Para ampliar el efecto de la prendida, fuimos en busca del stand de las bebidas espirituosas, porque teníamos abierto el minibar y el corazón desde temprano.Sin embargo, Evenpro estuvo cerca de cerrárnoslos en la cara y en el bolsillo por el costo prohibitivo de su menú de tragos.

Whisky pullado a 50 y 40 el vasito. Vodka con jugo Yukery, a cuarenta. Copita plástica de vinotinto con sabor a rayo, de juego de niños, a 60 bolívares fuertes la unidad.¿Y la polarcita?Fuera de lote. No es cool. Ahora lo chévere es derrochar el sueldo mínimo en seis shots de Etiqueta Roja. Y la boliburguesía parece disfrutar del asunto.

Por ahí andaba aquella funcionaria como loca, pegando brincos y derramando alcohol sobre el suelo. De repente, un cineasta de la revolución se tiraba un paso, moviendo las caderas con emoción. Al concentrarnos, optamos por la Smirnoff por lo barato, y nos la sirvió un chamo amargado con una chemisse comiquísima por lo irónica. En su reverso decía «Concesiones» con letras blancas de molde. Y obviamente, el chamo no hacía la menor concesión con su ridículo medidor de curda: una tapita del tamaño de un dedal. Demasiado miserables.Olvídate de «brother, échame como si fuese para tí,vale, no seas caleta». «Ándale el micky, tírale un chorrito de pana. Sálvame y yo te salvo». Negativo el procedimiento. Son las directrices de la empresa.

Posteriormente, cambiamos de sitio y nos rendimos al placer de escuchar, recrear la visual y chismear con la retina. En el fondo, éramos una multitud solitaria y segmentada, de mírame a lo Facebook pero no me toques. Por allá, distinguí a un par de colectivos de la movida capitalina. Sus imágenes distendidas contrastaban con su habitual pose de creativos perdonavidas e intelectuales emergentes. Es magnífico descubrir el lado humano y las variantes de los estereotipos de la prensa. Rompen el molde y se les siente tranquilos, relajados,menos tiesos.Yo les recomiendo quedarse así. De lo contrario, van a terminar, algún día, como Karl Krispin y su aura solemne de notable con saco o como el «tío» con semblante de perro asesino de cierto club de Lectura. Aburridísimo. Aprendan la lección de humildad del fallecido Carlos Monsiváis. Lo dicho:tírense un paso!

En principio, Calamaro combinó temas de ayer y de actualidad. Fue parco con las palabras y extrañamos mayor entrega con el combate verbal. Intentamos extraer una moraleja del repertorio, no obstante, la misión nos desbordó por la cantidad de canciones y ritmos desiguales, disímiles y contradictorios. Del Rock blando del último disco retornamos al espacio nostálgico de las baladas «sensisuaves» y de ahí a la reiteración del discurso amoroso. Según el estimado periodista Juan Carlos Rodríguez, el set list recuperó los siguientes hits al calor del contexto:
«El Salmón», «Flaca», «Carnaval de Brasil», «Me Envenenaste» y «Todos Se Van» de su carrera como solista, «Mi Enfermedad» y «Todavía Una Canción de Amor» de su época de Los Rodríguez, y versiones de clásicos del rock como «Jumpin’ Jack Flash» de los Rolling Stones, «Get Up Stand Up» de Bob Marley, breves acordes de «Walking On The Moon» de The Police y hasta la ranchera «Te Solté La Rienda» fueron coreadas y disfrutadas por los asistentes como quien recibe a un viejo amigo de una fiesta que se temía sería arruinada.
Al final, hasta tequila en escena hubo entre Calamaro, su banda y un miembro del público que subió a brindar con ellos. «Caracas, no dejemos que pase otra eternidad sin encontrarnos», dijo el argentino, y Caracas le contestó que así lo esperaba. Quizá con menos polémica a la próxima.»

En lo personal, no me gustaron las versiones de Calamaro. Con todo respeto, sonaban como imitaciones o parodias de Latin American Idol. La de Bob Marley me hinchó las pelotas y la de Police me movió a la risa involuntaria. Sting la escucharía con molestia. Calamaro no necesita de semejantes boludeces para conectarse con su público. La gente lo quiere y lo admira por su trayectoria. En dichos pasajes perdidos, pudo haber alcanzado la gloria al ejecutar «La Milonga del Marinero y el Capitán», en homenaje a sus primeros fanáticos. Desgraciadamente, prefirió castrarse y negar su propio legado, al mimetizarse con un terreno común ajeno.

Sea como sea, convenció de largo a sus incondicionales al punto de arrancarles lágrimas y exclamaciones de afecto. En resumen, ofreció un show limpio, generoso, profesional y acorde con las expectativas. La puesta en escena realzó el desempeño, y el sonido tampoco decepcionó, por fortuna.

En su cuenta de Twitter, Alfredo Meza lo condensó en 140 caracteres:»El sitio del concierto me recordó a los shows en Mata de Coco. Esa intimidad permitió una maravillosa simbiosis entre la banda y el público.»

Lamentablemente pagamos caro la imposición de la VIP.

En el desenlace, Calamaro se despidió con una palabra en forma de consigna: Libertad!Libertad!

¿Demagogia o declaración de principios?¿Hipocresía o crítica al sistema de opresión?
Saquen ustedes sus propias conclusiones en el foro.
Larga vida para El Salmón y su manera de expresarse a través de la música.
Necesitamos más como él y menos cantautores de usar y tirar.
Dile no a la piratería.
Suerte en la tarde en los Caobos.

2 Comentarios

  1. Excelente reseña, estimado. La militancia de manos blancas, la moda alter-mundialista, que no se moja pero grita su oposición a la globalización valiéndose de las mismas herramientas que critica, es la mimésis del movimiento hippie estéril de los ’60.
    En una entrevista de Christopher Hitchens a éste le preguntaron si él siendo adolescente hoy en día, a sabiendas de toda la debacle del eje comunista, hubiese igualmente apoyado gobiernos de los cuales se distanció luego.
    Hitchens, siempre lúcido, dijo, «el equivalente hoy en día a lo que fui yo como militante juvenil es el altermundialista. Si fuese joven y rebelde, estoy seguro de que militaría en ese grupo, sin ver las contradicciones que genera, igual que no pude ver en su época las contradicciones del modelo socialista».
    Así estamos.

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