CHÁVEZ, EL ANTIBOLÍVAR

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Introducción

Chávez se llena la boca hablando de Bolívar. Lo llama, lo invoca, lo esgrime como argumento y como motivación. En fin, lo usa como una doña católica hablando del espíritu santo. En este sentido, es interesante notar que en su discurso, el Libertador toma la forma de una sustancia omnipresente en todo aquel que tiene una cédula de identidad que comienza por V. De nuevo, como el espíritu santo para los católicos. Claro, también hay que notar que Bolívar también aparece en su discurso como un personaje de caricatura para niños llamado simoncito (¡Vaya disociación esquizofrénica!).

Por este abuso en el uso de Bolívar, y por el intento del máximo líder de igualarse al denominado padre de la patria, este artículo hace una comparación entre ambos hombres. Toma algunos detalles de los personajes, en tanto seres humanos de carne y hueso dentro de un contexto histórico específico, para evaluar si, de verdad, Hugo Chávez está tan lleno de esa “sustancia bolivariana”, como pretende hacer creer.

Como bien se anticipa en el título, la respuesta es que ambas figuras tienen poco en común.

Bolívar, ese pequeñín acomplejado

Proponemos el siguiente ejercicio. Miren a su alrededor para ver la relación de la estatura con la postura corporal. De seguro llegarán a percibir que las personas, mientras más altas, mayor tendencia tendrán a jorobarse. Por el otro lado, mientras más bajas, más probable que se mantengan erguidas.

Si continúan con esta investigación informal, y comienzan a conversar con sus sujetos, notarán que las razones por las que cada grupo adopta cierta postura son distintas. Los muy altos creen que resaltan mucho y, aunque la altura sea un rasgo valorado en nuestra cultura, lo cierto es que muchos altos se sienten algo incómodos destacando por su verticalidad. Esta idea puede resultar sorprendente, especialmente para los bajos, quienes suelen sentirse en desventaja por no llegar a la media en estatura. Como la altura es valorada, pueden llegar a hacer distintas cosas para compensar esta supuesta discapacidad. La más obvia, e incluso inconsciente después de un tiempo, consiste en mantenerse derechitos para mostrar todos y cada uno de los centímetros que los conforman.

Si seguimos el concepto introducido por Alfred Adler, el de complejo de inferioridad, llegaremos a apreciar otras formas de compensación que los chiquitos llegan a cabo para “sobrevivir” en este mundo de supuestos altos. En principio, habría que reconocer que hay algo de biológico en el complejo de inferioridad; es éste el que mueve a destacar como forma de supervivencia. Si no creen en el sustrato biológico del complejo de inferioridad, miren a los perros. ¿No son los chihuahuas, los doberman enanos y todos los perritos mucho más escandalosos que sus contrapartes más grandes (por ejemplo dobermans, los siberianos y pastores alemanes entre otros)? A primera vista pareciera que los perrotes se sienten más seguros que los perritos, quienes tendrían que dejar en claro de antemano que no hay que meterse con ellos.

Ahora bien, Adler reconoce que la psique introduce un nuevo nivel en los humanos. De manera que, de acuerdo a este autor, nuestros mecanismos de supervivencia van más allá de lo biológico. Arreglarse, destacar como orador, creador o emprendedor, serían algunas de esas estrategias humanas para compensar la inferioridad (física o psicológica). Silvestre Stallone lo tiene muy claro, el cultivo de los músculos fue su manera de compensar sus dificultades de salud cuando joven. Las misses, aunque no lo tengan tan claro, siguen el mismo patrón; detrás de tantas operaciones y belleza prefabricada suelen esconder mucha inseguridad.

Estas ideas nos permiten imaginar que la estatura de Bolívar fue uno de los factores decisivos en la formación de su carácter. Sólo pensemos en un blanco criollo “corto de estatura”. Como una reacción natural, habría de mantenerse erguido, de hablar más fuerte, entre otras respuestas a su “percepción inconsciente de inferioridad”.

Pueden leer sobre la estatura de Bolivar acá.

De hecho, y basado en los relatos, Bolívar podía llegar a ser muy arrogante. Sólo recuérdese el momento en el que, tras el terremoto de Caracas, el libertador lanzó uno de esos célebres “pensamientos”:

¡Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!

¡Vaya arrogancia la de un enano parado sobre ruinas que pretende hacer contrapeso a las fuerzas de la naturaleza! Pero atención, Bolívar no está haciendo más que seguir la confianza que de los de su época ponían en el ingenio humano. Recuérdese que son estos los tiempos de la primera revolución industrial y de la consolidación de lo que será el cientificismo que reina en nuestra época. Bolívar viene de una tradición ilustrada, es decir, de un estilo de pensamiento según el cual, “mediante la luz de nuestra razón” alejaríamos “la oscuridad de la ignorancia”. Llevado al ámbito técnico industrial, descubriríamos el funcionamiento del mundo para aprender a controlarlo creando máquinas. Todo esto se encuentra contenido en la famosa frase.

De manera que, a la base de Bolívar, lo que encontramos es una fuerte confianza en la habilidad humana para dominar la naturaleza. Bolívar, el ilustrado; aquel que de estar en nuestra época de seguro tendría muchísima confianza en la ciencia para el logro de nuestros objetivos sociales.

Chávez, ¿una bolsa llena de aire caliente?

Ahora bien, Chávez es un poco más alto que Bolívar. Pese a esto, también puede llegar a ser muy arrogante (si su “percepción inconsciente de inferioridad” no es física ¿será psicológica?). Sin embargo, el sustrato de su pensamiento es completamente distinto. De hecho, sería toda una tarea (inútil por cierto) la de tratar de clasificarlo. El comandante es como una batidora de textos; es capaz de mezclar a Bolívar con Marx, con Cristo, junto a libros de autoayuda como el oráculo del guerrero, en una aproximación que algunos podrían llamar postmoderna pero que, bien vista, es simple incongruencia y falta de entrenamiento académico.

Es cierto que intentó sacar la maestría en ciencias políticas en la Universidad Simón Bolívar. También es cierto que no la terminó. Pensando en esto, creo que sería interesante que sus profesores nos dieran su apreciación de “Hugo Chavez el estudiante” (como profesor ya conocemos su caligrafía y su ortografía. Felisidad, ¿recuerdan?).

Por otro lado, Chavez, de la mano de sus seguidores, también está produciendo muchos “pensamientos”. El que más me ha llamado la atención es uno que dice:

“Soy un soldado y siempre seré un soldado”.

Me parece que esta idea, después de su literalidad, nos deja entrever las rigideces mentales del máximo líder. Como una imagen vale más que mil palabras, me ahorro la explicación escrita y les dejo una gráfica.

En fin, si tuviésemos que buscar una categoría a la cual asimilarlo, el romanticismo idealista sería una buena aproximación. La Patria, los Héroes, la pertenencia, el pensamiento homogéneo (pues estamos todos ligados a la misma tierra) y la oposición como una forma de traición… Es muy curioso, fuera de la compra de armas, no hay nada de confianza en la técnica en la gestión de la V República.

Las ideas chavistas y sus resultado a la vista sirven de ejemplo. Tenemos el fracaso de los gallineros verticales, los cultivos urbanos, la ruta de la empanada y, ahora, la podredumbre en las misiones. Todo esto nos deja ver que la eficiencia derivada del pensamiento científico no aplica en la burocracia del estado venezolano. De hecho, hasta podría decirse que no queremos saber nada de ese invento capitalista que da origen al imperialismo, el gran enemigo de acuerdo al mito chavista. ¡La ciencia es mala se concluye de este recorrido! ¿Para qué planificar y aplicar criterios de eficiencia si eso, después de todo, está ligado a la opresión?

En fin, nada de ilustración y si mucho de un romanticismo idealista el cual, por cierto, está más cerca de Hitler que de Bolívar.

Pueden leer sobre la relación entre Chavez y Hitler acá.

El panorama es desalentador. Claro, podría ser peor. Hitler mezcló este romanticismo con el cientificismo mas retorcido y ramplón. Así puede entenderse la eugenesia nazi; crear una raza perfecta y exterminar la imperfección no aria. De esta combinación surgió la ciencia más inhumana conocida por nosotros, integrada por experimentos crueles, por un lado, y campos de exterminio, por el otro.

Es poco probable que Venezuela genere una maquinaria similar. No solo porque son otros los tiempos, sino por esta ausencia de pensamiento científico occidental. Tomando en cuenta esto, debe reconocerse que el hombre nuevo (y la mujer nueva) de la revolución no pasa de ser una idea retórica, sin asidero en ninguna realidad concreta. Exactamente como casi todo el pensamiento y las propuestas de Hugo Chavez. Flatus vocis.

Después de todo queda la gran pregunta ¿dónde es que está el pensamiento bolivariano de Hugo Chávez?

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