Tener mala leche fue siempre para mí un término ligeramente escatológico, figurativo y metafórico para denominar la mala suerte o la pava, como también es popularmente conocida. En este sentido la mala leche ha sido siempre como un desagradable personaje que a veces se me aparece sin ser invitado a la fiesta de la vida. Pero cuando en un país tener mala leche pasa del mero simbolismo a que la frase sea literalmente aplicable, eso si es en verdad tener MALA LECHE o si le aplicamos la lógica matemática sería como tener mala leche al cuadrado o a la segunda potencia. Esta reflexión viene al caso por los últimos acontecimientos ocurridos en el país, relacionados con la importación de alimentos y el descubrimiento de miles y miles de toneladas de leche en estado de descomposición o con fecha de caducidad ya vencida.
El gobierno, en su afán de llevarnos a la libreta de alimentación cubana, ha arrasado con fincas productoras de lácteos para hacerlas empresas socialistas que sólo han servido para la propaganda instantánea cuando intentan mantener la producción los primeros días y luego son echadas a los fosos del olvido porque aún hay dólares y petróleo para importar la leche, meterla en empaques propagandísticos y ponerlos en los mercales y pdvales, para que después de una larga cola, la gente de menos recursos la compre a precios módicos, independientemente de la calidad y del sabor de la misma y para que luego de probarla se resignen cantándose la cancioncita de Los Invisibles “Si andas buscando cariñitos esto es lo que hay”.
Sólo a esta revolución de mitomaniáticos extremos se le ocurre buscar leche fresca al otro lado del planeta. Nada más y nada menos que a la China. Canjear el oro negro, un producto que no tiene fecha de expiración por un producto lácteo de dudosa calidad y que ya en nuestro mismo país se ha descubierto que parte del cargamento importado contiene Melamina, compuesto tóxico que provoca daños renales que pueden causar la muerte en infantes. Después de quinientos años seguimos cambiando oro por espejitos y plumas de pavo real.
Algunos médicos afirman que la leche de vaca no es necesaria para el ser humano porque si no hubiésemos nacido becerros y anduviésemos por los pastizales. ¿Pero a quién, que no sea un perro verde, no le gusta un café con leche y si es de la panadería mucho mejor, una merengada de frutas, un chocolate caliente o un tody? Por lo que pinta la economía venezolana en el afán del gobierno de hacerla copia al carbón de la cubana, es que la leche quedará para los bebés y para los ancianos y tendremos franquicias de la Heladería Coppelia de la Habana, la misma de la película Fresa y Chocolate, en la que los cubanos que pueden pagarse un helado hacen una fila que le da la vuelta a la manzana y los turistas pasan derechito con el bendito dólar o el santificado euro en la mano.
De la escasez de huevos acá no hay nada de fantasía literaria. Basta ver la manada de empleados públicos que son arreados en las campañas electorales mediante el uso de los recursos de los venezolanos para hacer la propaganda partidista y que en el fondo rechazan recibir ese trato. Esta bien hacer la parodia, porque al fin al cabo y en la precaria situación económica del país, es materia de supervivencia para las familias el tener un empleo ¿Pero, realmente creen que sus hijos merezcan ese mismo trato en el futuro? Muchos son los que siguen votando por Chávez y sus candidatos con el culillo de que aparezca, con la complicidad del CNE, otra lista del nazi Tascón. Ya se está viendo el resultado de las políticas educativas de esta farsa revolucionaria y de la falta de huevos para ir reduciendo el exceso de poder. Muchas familias que han tenido que salir fuera del país han visto como sus hijos tienen que reiniciar en grados inferiores a los que cumplían en Venezuela, sencillamente porque se ha estado cambiando poco a poco conocimiento por adoctrinamiento. O, como decía Maquiavelo, en palabras diferentes, por supuesto: un pueblo de borregos es el paraíso terrenal para cualquier gobernante que pretenda perpetuarse en el poder.
William Guaregua
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