La que acompaña a estas notas es una de esas imágenes que va directo a mi álbum privado de la demencia venezolana, cuidadosamente curado desde la fuga de Vinicio Carrera.
Snow troopers
El video del cual sale la imagen es particularmente ridículo o aterrador: estos tipos, uniformados de blanco con trajes químicos, entran a la cámara de aislamiento que han construido alrededor del sarcófago del Libertador. Rodean la urna y uno, en un delirio progresista, supone que son científicos. Justo en ese momento, los uniformados comienzan a marchar y se cuadran. Son militares. De blanco. Con máscaras químicas. Están a punto de romper en un paso de ganso. Ein, zwei, drei…
Hitler se haría pipí de la emoción.
Luego, el civil, que tampoco es científico, sino un político (Goebbels se haría pipí de la emoción) entra en escena: es el encargado de abrir el sarcófago. Es el sirviente. El resto de los civiles miran desde el fondo. El legado del Libertador no les pertenece, eso es cosa de los militares. Chávez se ha encargado de convencerlos (¿convencernos?) de ello: los civiles y civilistas somos infrahumanos, burgueses. Traidores. No tenemos cabida en la religión venezolana, ni el culto a Bolívar.
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El último caudillo hizo lo mismo que tú, y descubrió lo mismo que tú
Toda esa pompa, todo ese trabajo para certificar que Bolívar murió de TB (y bueno, si, hacerle lavado y engrase al sarcófago). ¿Qué pasó con dejar a los muertos en paz? ¿Qué pasó con mirar al futuro? ¿Crees que vas a poder hacer mercado mañana si sabes de verdad verdad de qué murió Bolívar? Porque así es como nos lo venden.
Hay algo estructuralmente mal, hay algo roto, cuando los eventos del bicentenario de una nación son la exhumación caprichosa de uno de sus próceres, y el entierro con honores de su amante.
Nada. Absolutamente nada de esos dos eventos sirve para construir un país, eliminar el hambre, combatir la inseguridad. Hacer malabarismos con cadáveres no mejora la calidad de vida de un pueblo.
Para rematar, Chávez promete un sarcófago de oro y cristal.
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Mi delirio sobre el BlackBerry
Yo podría entender la majestad que inspira el Padre de la Patria. El Libertador emprendió una gran empresa. Es un héroe para todo aquél que tenga ansia de gloria y poder. Yo entiendo que eso le toque ciertas fibras de grandilocuencia a ciertas personas. Pero esa verborrea, ese perfomance público, ese delirio del comandante en su cuenta de twitter, elocuentemente reseñado por krisis, es una vista privilegiada al abismo de la demencia. O la falta de sueño. O la combinación tóxica de ambas.
No exhumes y twitees, es mi recomendación.
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De lo solemne, a lo siniestro
Rápidamente, este video deja de ser ridículo y da un giro hacia lo siniestro. Es en esos momentos que uno entiende porqué las SS eligieron la totenkopf como insignia, porqué el Khmer Rouge fue tan desalmado en su limpieza social: los militares y sus fanáticos fundamentalistas tienen otra visión sobre la vida. Una visión radicalmente antihumanista.
Este video está allá arriba junto al Dr. Knoche, la Corte Malandra y las fosas comunes de La Peste, en nuestro olimpo de lo macabro.
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Oro por espejitos, parte LXII
El asesor que entrevistan en este otro video, es español (minuto 7:23, pueden saltarse toda la perorata satánicamente politica).
Soy mayor de edad, y entiendo: presentan al científico extranjero para impartirle cierta aura de seriedad al asunto. Pero en realidad lo que logran, al menos en mi, es ratificar la pobreza de capital humano que sufre la «revolución» «bolivariana». Los jerarcas ignoran a miles de científicos venezolanos y tienen que ir a raspar la olla en ultramar, para traerse a una figura que le de un toque de profesionalismo a lo que en el fondo es una profanación caprichosa.
Una cachetada salvaje para todos los talentosos hijos de Bolívar. Una muestra involuntaria de debilidad, de carencia, de atropello, de fracaso. Pobre gente.