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Festival Nuevas Bandas 2010

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La Fundación Nuevas Bandas, y el “movimiento venezolano”.

El sábado, Boston Rex (Reynaldo Goitía, vocalista de Los Tomates Fritos), se dirigió al público luego de tocar unas tres canciones, y dijo: “Nosotros, los de la vieja escuela, siempre decimos que todo tiempo pasado fue mejor, pero no es cierto. Hoy en día, hay un movimiento como no se veía en años, y las bandas que tienen dos o tres años de formadas, le patean el culo a cualquier banda establecida”.
Quisiéramos creer en el optimismo de Rex, pero… El rock nacional tiene más bandas y más espacios, cierto; pero al mismo tiempo, ésos espacios no son democráticos ni abiertos, y aunque haya más bandas, estas tienen un serio problema conceptual y musical.

Félix Allueva, el burócrata del rock nacional, es un personaje despreciable, autoritario, y muy poco abierto a la crítica. Si bien sería injusto no reconocer su esfuerzo y el trabajo llevado adelante en la fundación, él también es la prueba de que ese viejo adagio popular que reza que el poder pervierte, es una verdad contundente. A Félix le sale retiro, le sale hacerse a un lado, darle espacio a otras caras y a la definitiva democratización de la Fundación Nuevas Bandas (FNB).

Fui con la esperanza de ver una renovación, esperando que los veinte años del festival, le hubieran servido a esta gente para darse un refrescamiento, para cambiar. Pero nada.

De hecho, hay una ironía en todo esto: el domingo, a manera de cierre, fue proyectado un video que resumía los veinte años de la FNB, del festival, y de sus eventos derivados (el Alma Mater, el intercolegial, los Premios Venezuela Pop & Rock, los Miércoles Insólitos, el ciclo desenchufado, el Programa Rock en Ñ, etc.), y ese video, que pretendía llenarnos de optimismo y esperanza, terminó siendo de una contundencia pasmosa. El material dejaba constancia de algo, y creo que Félix Allueva y Ramón Castro (el insoportable animador del festival, y voz narradora del video) no se daban cuenta: la mayoría de las bandas que ganaron el festival, ya no existen. Se diluyeron pronto. Y lo peor, es que ellos mismos lo estaban proyectando. El “movimiento venezolano” es tan débil, que las bandas no duran ni cinco años.

No sé, creo que el video fue editado por un infiltrado. Tal vez los Fibonacci no fueron los únicos que planearon un acto de subversión cultural este fin de semana.

El video era triste: La Puta Eléctrica (1995), Agresión (1996), Lucky & los Astrolabios (1997), Los Oceánicos (2001), Master Gurú (2003) y Skin (2004), son un testimonio de lo inconstante del movimiento. Salvando a La Puta Eléctrica (sin discusión, una de las mejores bandas de los 90’s), el resto de los grupos se diluyó hasta casi desaparecer. Lo arrecho, es que lo estaban proyectando frente a todos, sin darse cuenta de que ese video bien podía ser un testimonio de las enormes carencias de la fundación y el festival.

Este año, además, el evento se vio inundado de politiquería barata. Tal como lo hiciera Leopoldo López hace dos años, Freddy Guevara (el concejal con ínfulas de rockstar) se subió a “entregar un reconocimiento al festival”. Y durante las dos jornadas vimos (soportamos) una grotesca cuña de Amnistía Internacional, que parecía producida por los mismos realizadores de 13 segundos. Y un video institucional de Emilio Graterón.

Primera Noche.

El sábado, a golpe de las cuatro de la tarde, arrancó la última edición del festival con White Offens, una banda que toca un rockcito en inglés. El bajista se detuvo un momento a agradecer el apoyo de sus padres (en serio).

Luego MicroCCS, que no es otra cosa que dos miembros de Los Humanoides, hicieron su performance, usando Gameboys, micrófonos Fishersprice, y Nintendos DS para sacar sonidos electrónicos. Luego, Los Humanoides se subieron a hacer lo suyo. Digamos que para la hora caían bien.

Fé de rata: Remítanse a los comentarios

Posteriormente se subió Para Llevar, la primera banda participante. Y el nombre les caía como anillo al dedo. Son, en efecto, una banda para llevar: sin personalidad, sin fuerza, sin nada.

Llegaría el momento de escuchar la primera verdadera sorpresa del festival: Tequila and Caroline, cultores el screamo, se subieron para rockear durísimo. Siempre se ha criticado al festival por no darle espacio a las tendencias más oscuras, y por tanto menos comerciales, del metal. Si algo positivo se puede decir del FNB2010 es que, al menos este año, hubo varios representantes de esas tendencias. Tequila and Caroline tienen fuerza en tarima, y saben conectare con el público.

Lebronch seguiría después. Yo ya los había visto en Por el Medio de la Calle, y no me gustaron. Luego del sábado, siguen sin gustarme. Es una más de las tantas banditas de Reggae-ska-loquesea. Si acaso se puede decir que suenan acoplados. Son “chéveres”, como suele decir la gente cuando no hay nada que decir.

Apenas vi las naricitas de payaso de Chupi Lumpi, sabía que algo no estaba bien. Son una banda aburrida, y con su complejo de Amigos Invisibles creen estar haciendo algo nuevo. Ojalá fueran una verdadera sátira al rock, como prometían. Pero lejos de ser cultores del absurdo, son, en realidad, una banda absurda. Y eso no es lo mismo.
Iban por la tercera canción, cuando se empezaron a escuchar los gritos de “mira payá, won”. Fibonacci, montados en una grúa, pasaban frente a la Plaza La Castellana, tocando su música, y demostrando que la verdadera irreverencia no estaba en las naricitas de los que estaban en tarima, sino que se encontraba afuera del lugar.

Yo estaba pegado de la tarima, así que no me pude acercar a verlos. Lo viví como todos los que estábamos allí: como un rumor que alertaba que alguien había decidido pintarle una paloma así (Rodo [Viniloversus], dixit) a Félix Allueva y su actitud excluyente. Estando ahí, les puedo decir que nadie del público se lo tomó a mal. Los único que censuraron la actitud de Fibonacci fueron, vaya paradoja, los supuestos alternativos de Corriente Alterna, quienes a través de su Twitter expresaron su indignación por la actitud de la banda. De resto, la gente se acercó, los escuchó, les tomó fotos, y el que no quiso, o no pudo, se quedó escuchando a Chupi Lumpi sin problemas. El cuento completo, ya lo contó Sergio M. Ahora, sólo resta esperar el video.

Continuó la noche, y llegaría la mejor presentación: la de Alfombra Roja. No conocía nada de esta banda, y creo que casi ninguno de los presentes en la plaza habíamos escuchado nada sobre ella. Realmente fue agradable descubrir un grupo así. Sin mayores pretensiones, Alfombra Roja es rock, puro y duro. Tiene un cierto aire a Queens of the Stone Age y The Pixies; y aunque el cantante sobreactúa un poco en tarima, hay que decirlo: suenan geniales. Ojalá se respeten como banda y decidan seguir más allá de todo lo que pueda rodearlos al ganar el festival.

Terminaba la parte competitiva, y luego de Los Tomates Fritos, empezaría el Homenaje al Rock Nacional con Absolut, una banda formada exclusivamente para esa noche, conformada por: Carlos Reyes (Chucknorris, Ex Claroscuro), Gustavo Guerrero (Ex Cunaguaro Soul), Pavel (Caramelos de Cianuro), y Claudio Leoni (Chucknorris), y nombrada así por la marca de Vodka, uno de los patrocinadores del evento.

El primero en subir fue Carlos “Frezza” Mata, vocalista de Subsonus, quien versionó temas de Claroscuro, La Muy Bestia Pop, La Leche, Pacífica, y cerró con una enorme versión de Fe, de Candy 66.

PTT Lizardo, vocalista de La Misma Gente le siguió, cantó Uñas Asesinas de Seguridad Nacional, y verlo fue triste. Creo que era la viva estampa del rock nacional. Lo más triste eran las burlas entre el público.

Al bajarse Lizardo, se vino Horacio Blanco, el rey de las contradicciones. Al montarse en la tarima se lanzó un discurso, dijo que a sus quince años había formado una banda con la intención de ridiculizar al poder. Dijo que era un acto de valentía porque ellos (Desorden, Sentimiento, y los demás) no sabían las consecuencias de eso. Y cantó Descargar de SM, y Políticos Paralíticos, momento que aprovechó para lanzarse al público. Quisiéramos creerle, pero todos sabemos que eso JAMAS lo hubiese hecho en alguno de los actos oficiales a los que suele ir siempre como invitado regular, y dejando atrás la ridiculización del poder, que se quedó en su quince años.

Posteriormente vendría otro que se vendió por poco. Azier, ataviado con unos pantalones rojo-tubito-marcapaquete, a versionar un tema de La Puta Eléctrica, y cantar El Martillo de Caramelos (sin cianuro). El cierre de la noche, fue con Terrenal, a cargo del propio Gustavo Guerrero.

Segunda Noche.

No pude llegar al toque de Bioshaft, Los Paranoias se montaban en tarima, mucho antes de la hora prevista, haciendo una buena presentación.

Rawayana empezaría el segundo día de competencia. Junto a Lebronch, siguen la senda del reggae sin personalidad. Y aquí, otra vez, apostando a la payasería como supuesta irreverencia. Suenan bien, eso sí. Tienen una percusión al fondo, que les da un sonido algo diferente.

Las Locuras de Tomasito: Wanabbe Candy 66, con un vocalista que se cree la gran vaina, y otra vez, con una irreverencia impostadísima.

Prozak, dicho por ellos mismos: Metal, monte y culebra.

Agonía, en cambio, fue otra cosa. Tal vez porque esos adolescentes, que se parecían más a Los Jonas Brothers que a las dos bandas predecesoras, no daban la impresión de que iban a hacer lo que hicieron en tarima. Fuerza en escena, entrega total con el público, cero pose. Junto a Tequila and Caroline, fue de lo mejor que hubo en el festival. Claro, que quienes prefieren a las bandas chéveres nombradas arriba, los criticaron. Yo celebro la espontaneidad que tienen y espero que sigan trabajando.

La última banda en competencia fue Merlot, de quienes había escuchado maravillas. Maravillas que no se vieron por ningún lado. Se justificaron después, en la rueda de prensa, diciendo que habían tenido fallas con la electricidad. Pero nada, no tienen mucho en tarima, y musicalmente no suenan bien.

Cerraba la competencia, y en una muestra de incoherencia bárbara, montaron a El Arca de Noel, acompañados por Hana Kobayashi. El resultado era de esperarse: a la gente no le gustó, e incluso empezaron a decirles “vete ya”, siguiendo el ritmo de una de sus canciones. El asunto es que El Arca suena bien, y Hana Kobayashi es una buena cantante, pero se equivocaron de público. Tal vez si los hubieran puesto a cerrar el sábado… Destacable, la actitud de Kobayashi ante el rechazo del público: la chama se lo tripeaba, y seguía cantando.

Anunciaron la banda ganadora, y afortunadamente, Félix Allueva no la volvió a cagar. Ganó la que fue, sin duda, la mejor banda. Apuesto por ella. Tienen en sus manos la posibilidad de ser algo, o terminar como las bandas del video, o como los caramelos. De ustedes depende. Lo mismo para Agonía y Tequila and Caroline.

Finalmente vino el video ya mencionado al principio, durante el cual se alternaban actuaciones de los pocos sobrevivientes del festival. De ellos se puede destacar a Liqüet, quienes tocaron con Jean Carlo De Oliveira (Candy 66) como cantante. La propia Candy 66, quienes como siempre saben darse duro en escena. Y finalmente, Viniloversus y La Vida Boheme, las dos bandas que, con todas sus contradicciones a cuesta, ya señaladas en este espacio, siguen siendo, sin embargo, las dos propuestas más honestas de la actualidad.

¿Conclusiones? Se las dejo a ustedes.

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