La sangre en el pavimento

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Nunca convencerás

a un hombre de que no dispare su arma…

ya he caminado lo suficiente en las madrugadas

para recordar con claridad

la felicidad del primer amor,

y el alcohol, la alegría y el costo de los verdaderos amigos

es lo único real

después de perder la dignidad…

Me obligabas con rabia y tristeza

a largarme de acá;

conoce el hambre,

que te traicionen

hasta que aprendas a no quedarte en silencio

cuando un amigo te invita a tomar algo.

Que no debí haberme robado

esos últimos cigarros,

que no debería mirar

en la forma en la que lo hago…

He deseado que te calles

aunque sea por un momento

pero sé que no necesitas saber la verdad

para tener la valentía para enfrentarme…

Hay algo que perdí, hay algo que escondo

y la luz de tu rostro demacrado me lo recuerda…

En el pavimento está la sangre de un desconocido

y un tipo asustado se abre paso entre la gente

mientras atrás desde la patrulla dan la orden irrevocable de abrir fuego…

Ése pudiste haber sido tú, dijiste sin mirarme,

algún día tarde o temprano vas a tropezar contigo mismo,

algún día nos volveremos a encontrar,

y seremos los espíritus, nuestra sangre

las palabras en el fuego nocturno,

seremos la ciudad que nos rodea

y la que somos…

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