Altamente recomendable para ir con los chamos en el período de vacaciones. Aunque usted no lo crea, es la mejor de la franquicia después de la versión original, sobre todo gracias al desempeño de su nueva pareja protagónica, en relevo de la dupla conformada por Ralph Macchio y Pat Morita, quienes son sustituidos por otros dos personajes carismáticos: el hijo de Will Smith(Jaden) y el genio de Jackie Chan.Ambos orientan la sutil deconstrucción irónica de la fuente de inspiración.
El primero aporta plasticidad,frescura y un sentido del humor nato a la puesta en escena.El segundo vuelve a demostrar, sin mucho esfuerzo, por qué es el heredero asiático de Buster Keaton, al recuperar sus recursos de la comedia silente en beneficio del género de las artes marciales.De hecho, durante el metraje, nos deleitará con un par de coreografías absurdas, donde volverá a exponer su curiosa interpretación de la escuela cinética, bajo la sombra de la picaresca de costumbres y la caricatura frenética de la animación surrealista.
No en balde, lo veremos pelear, defenderse e impartir clases de Kung Fu alrededor de una serie de objetos y utensilios caseros, simples y vulgares. Parte de la filosofía paródica antizen del actor, procede de allí.Es decir, de la posibilidad de construir mucho con lo mínimo a la mano.
Por su parte, el niño es un pequeño hallazgo, ya descubierto por su pragmático padre en la pieza, «The Pursuit of Happyness». Aquí el Príncipe del Rap se reserva el papel de productor creativo y ejecutivo. Por ende, no esperen un mensaje diferente o distinto al de su eterna búsqueda de la felicidad, como restauración del sueño americano. Típica moraleja suya para combatir la crisis desde la autoayuda. Nada nuevo bajo el sol.
De igual modo, el guión resulta discutible de principio a fin, por delante y por detrás. El viaje iniciático del niño a la China, nos parece forzado, apresurado y menos creíble ante el cambio de domicilio de la versión de 1984, cuando otra familia humilde también debía mudarse por las presiones económicas de la depresión.Allá era una forma de colar de contrabando la crítica social del autor de la película,John G. Avildsen, uno de los últimos cultores de la corriente neorrealista en Estados Unidos, para la década del setenta y ochenta.
En efecto, «Karate Kid» constituía un magnífico símbolo de la transición de la época de la derrota de Vietnam, a la era de los años conservadores de Reagan, cuya principal meta radicaba en reconstruir los viejos cimientos morales de la nación, luego de las fases de demolición y revisión de los tiempos de la movida hippie.
Por ello, los combatientes de la clase media, los guerreros y los gladiadores masculinos, comenzaban a ser resucitados de sus escombros por la meca para adaptarse a los patrones populistas de la gestión republicana de entonces.
Por algo, el realizador es el mismo de «Rocky», piedra angular en la remoción de los ideales perdidos y erosionados con la salida de Nixon y el fracaso de la guerra. Mientras tanto, Copolla sepultaba las banderas de los padres fundadores con «Apocalipsis Now». Aun así, el público demandaba ilusión en lugar de «Requiem for a Dream». Por tanto, terminaron por imponerse en la industria los estándares de Rambo, Sylvester Stallone y Ralph Machio(a patadas).
Verbigracia y por extensión, la entrega del 2010 es una obvia fusión entre Karate Kid y Rocky IV(versus Drago), pero no en Rusia sino en la China, la frontera subjetiva y comercial a conquistar por el eje de Hollywood y Washignton, tras la caída del muro de Berlín y el fantasma del comunismo bolchevique.
En la actualidad, los miedos, las barreras, las luchas y las competencias son diferentes.De ahí interés de emplazar y localizar a la serie en el continente asiático.
Naturalmente, el asunto se presta a la sospecha y a la especulación de los teóricos del análisis geopolítico del filme. Según su punto de vista, el largometraje sería el modelo posmoderno, del siglo XXI, del antiguo Caballo de Troya de Occidente en el lejano Oriente.
En consecuencia, la inevitable y predecible victoria del chico, representaría una metáfora de la fantasía, de la sed de triunfo y de la necesidad de expansión del capitalismo global en la región. Por lógica, los compatriotas de Jackie Chan marcarán distancia con su moraleja y subtexto, afín a las cruzadas imperiales del western tradicional y de las apuestas de la Disney en clave de parque temático audiovisual al estilo de «Mullan». Ni hablar de los parentescos con «Kung Fu Panda».
A la postre, la fábula plantea un discurso evidente, una apología de la colaboración entre naciones adversas para superar la depresión económica.Indefectiblemente, todo para sembrar el terreno de la ganancia del hijo pródigo de la generación Obama. Idéntico a lo sucedido, por cierto, en el apogeo de la segunda guerra, cuando Hollywood viajó al Sur para garantizar y estabilizar su mercado, bajo un curioso sistema de coproducción( hoy descartado).
En descargo del libreto de la película, la historia logra sostenerse por la consistencia del director del encargo,Harald Zwart,dotado de inventiva y lucidez para narrar el cuento, amén de los efectos especiales de rigor y las influencias del video game contemporáneo. Atención con los combates finales porque valen el precio de la entrada.
Por lo demás,el retrato de China bordea el límite de lo superficial, al regodearse en un color local, medio estereotipado, medio ingenuo, con visita guiada a templos, murallas y estadios olímpicos, a merced de la música épica de James Horner, mano derecha de James Cameron en la orquestación de «Avatar».Por consiguiente,hay relaciones con el éxito de taquilla del realizador de «Titanic».
Entonces, la estructura impone la presencia de un mentor, de una madre sobreprotectora y de un romance interracial e imposible(con lolita incluida de fetiche),consolidado en el fragor de la batalla.Recursos desgastados pero bien administrados y dosificados por el director, valga la acotación.Allí reside el gran mérito de la película, al alcanzar cotas de maestría en el empleo de técnicas y argumentos trillados(como Romeo y Julieta). En su total falta de pretensiones, nos reconciliamos con el contenido de «Karate Kid».
En lo personal, si me permiten la confesión,me divertí con ella como un enano en un circo( de la nostalgia). Me arrancó lágrimas,carcajadas y aplausos a rabiar, al lado de niños genuinamente emocionados y extasiados con la función. Yo los invito a gozarla al margen de prejuicios,en compañía de sus retoños, sobrinos o amigos de la infancia.
Es un plan perfecto para la temporada de vacaciones.
Advertencia frívola: lleven pañuelo.
Advertencia intensa: si le ponen cuidado, atajarán una de las mejoras secuencias del año. Un hermoso homenaje a la vigencia del teatro sombras, en su manera de poder augurar un estimable futuro para el cine, sobre la base de su pasado común,de su historia universal.
Una carta de amor a los orígenes de la tendencia primitiva.Fugaz estallido de rabiosa sensibilidad a reconocer en el entramado de la ficción, más allá de su maniqueísmo arquetipal.Nobleza por el otro, obliga.
jajajaja como te explico…
de pana la vi por no dejar y quede con un gustico…
la nueva version se calca completa la historia y desarrollo de la original, lo divertido fue que se comieron el coco y la cambiaron el empaque, y lo mas arrecho es que le quedo bien el truco chico… solo con la escena del msoquito y los palillos, uno esperando como un idiota que el el chang venga y agarre el bicho ese con los palillos y…
jaden lo hizo bien, chan de verdad me parecio de un nulo… obvio hasta la parte donde se toman las artes marciales en serio… alli la cosa cambia y es por decir asi, la mejor parte de la pelicula
eso si saco a la mama del carajito y la parte donde el chamo va a casa del papa de la chinita… sencillamente sobraron… al igual que unos 20 minutos de pelicula
con todo y eso, una gran sorpresa, es mucho mejor de lo que se puede creer, la vaina es tal que le dan su buena referencia a la disciplina que se necesita para practicar artes marciales, y eso no lo veia yo desde que vi la leyenda del maestro bruce lee, asi sera pues…
saludos men
jejejejejejeje…pienso igual…saludos y gracias por comentar…