Inclinada
con amor
de mi trompeta saltan cuando soplo
sombras incendiarias que se aglomeran
en bocas invisibles mordisqueando el aire
terribles amigas y amigos míos
el aire demorado en todas las grietas de sus cuerpos
Entonces canto
y de mi boca eternamente se quiebran los dientes
que penetran salpicando
chas chas
adorables amigas y amigos míos
dientes salpicando en sus más escondidas y frágiles
chas chas
tranquilidades
Salpicando qué
chas chas
salpicando noches de quebranto dulce
Luego en Ámsterdam, en 1988
es mi cuerpo el que salta por la ventana
soplado sin amor por un edificio
sangre sobre frío salpicando
chas chas
mientras yo me quedo en la música
sonriendo triste y despeinado