Aún estamos en el carnaval
bajo las alas de la fuerza,
de la rabia de los desaparecidos
aún, tres estrellas,
una por cada sueño erótico
que tuvo el tiempo para finalizar,
y las tres criminales juntas para brindar
por estar en el puente indicado
sobre las luces de la ciudad
tranzando la mercadería nocturna
bajo la luna en llamas
y el recuerdo de su cuerpo desnudo
en cada mirada hacia atrás
para ver quién viene;
a mi mano llegó la mezcla
fabricada por dos escolares
con la que hacen reír a los perros del camino:
la luz de la sonrisa de las mujeres
a las que logras encontrar con la mente en blanco
por dos o tres segundos
para entender la otra cara del rostro del placer.
El río cruel del imperio…
si en el frío nos cruzamos, miras,
y robas mi corazón mojado,
sabré qué sangre,
sabré finalmente qué sangre…