La lucha Chavismo oficialista vs. Oposicionismo radical de oficio es como la lucha libre mejicana. Los actores protagonistas y el público que les sigue tienen un acuerdo que les permite creer y aceptar que están haciendo, viviendo y viendo algo que no es actuado sino que es real, a pesar de que todos ven las tramoyas del escenario y saben que las movidas de cada luchador son totalmente actuadas.
Al igual que en la lucha libre mejicana de héroes y villanos estereotipados, de vez en cuando alguien sale con el labio roto y es la oportunidad perfecta para que ambos protagonistas y sus seguidores digan que no hay espectáculo alguno, que lucha y luchadores son de verdad. Pero, por otro lado, muchos sabemos al ver esa lucha libre estereotipada que los escandalosos cortes de labio en realidad son accidentales.
Es muy distinto ver a luchadores profesionales batiéndose de verdad con habilidades ganadas en el trajín del trabajo y valores personales desarrollados en la autocrítica y la observación personal. Mientras los luchadores enmascarados vociferan, manotean, se desgarran las ropas, miran al público y abren los brazos demandando ovación, los luchadores de verdad se saludan antes de la contienda y en general, durante la misma tratan de seguir las reglas pero exprimiéndolas al límite para poder usarlas a su favor, pues son hombres no santos. Los luchadores de verdad tratan de actuar siempre dentro del límite, respetando el límite, sabiendo y aceptando que los límites mantienen “el juego limpio”.
En la lucha libre política venezolana al igual que en la lucha libre mejicana, una de las cosas más difíciles es observar a tanta gente dispuesta a usar la máscara de su favorito y aceptar que de verdad es un héroe, que de verdad ese es su nombre, su voz, su mirada, su forma de ser. Fanáticos que dudan de su pareja, de sus amigos, de sus vecinos y sus compatriotas, si estos no usan su máscara; y si no usan máscara peor.
Si no tienes favorito o si dices “esta vaina es puro teatro”, peor. Eres un extraño al main event, alguien que está allí porque se colió. Alguien que no debería estar allí, “que se vaya” dicen los más extremistas de lado y lado; “o declara a viva voz un favorito y acepta que esta lucha es real o se sale” dicen los fanáticos enmascarados del público. Los menos violentos y fanáticos por su lado dicen: “ese desenmascarado no ve que la lucha es real porque está alienado, pobre”.
Menos mal que otros eventos suceden al mismo tiempo de esa lucha falsa y su acuerdo de realidad fingida. Lastimosamente no todos son agradables (el principal tampoco lo es), no obstante lo importante es que estar pendiente de esos eventos que no son el principal, mantiene a algunos fuera de la euforia del estadio techado, cerrado, oscuro y lleno de humo que aloja a un evento principal que ya lleva demasiado tiempo sin desenlace.
Lástima que los fanáticos de lado y lado con sus máscaras no sean capaces de salirse del show principal. Que no puedan ver los otros eventos fuera de él. Que no logren exigir a los promotores del evento que les den un trato justo por ponerse máscaras y se calen que el show siga aun cuando se caigan las luces, la ventilación no sirva, haya goteras en el techo y se les caiga el escenario entero.