desde este fango traga sueños.
Con tantas ilusiones juntas y descalzas,
el amor, se desgasta bruscamente y se hunde sin remedio
en el barro indeseado de una oscura y burda historia.
Hay amaneceres pálidos
que invitan a la desesperanza
corazones calidos
aferrándose a su remembranza.
Juguetes rotos, sin encanto, ofrendados con temor al compromiso.
Manos diminutas atravesadas por líneas de fábulas adultas.
Hay lugares ensombrecidos por la grotesca selectividad del arco iris.
Inocencias encorvadas que deambulan sin gracia a la suerte de dios.
Frentes marchitas, se descubren ante el bronce labrado por sus magulladas manos.
Llaga sobre llaga, la hermosura de la juventud es imposible de palpar.
Hay mundos orgullosos y obscenos que miran de reojo hacia este riachuelo.
Menuda vida finita abandonada en un desierto de cenizas.
Aromas de un eterno verano, cuando se funden en el sueño la ira y el desencanto.
Hoy paseo desde mi ventana impía y desinfectada.
La transparencia tácita más que deslumbrar, asombra con terrorífica realidad,
volviendo insoportable el quehacer diario de mi delicada retina.
Que se alimenta de belleza ingenua que emana la naturaleza
alrededor de la inmundicia humana.
Hay en estas agrietadas calles flores de cerezo
inundando la agonía con belleza distinta.
Árboles de cerezos irradiando su divina tranquilidad
en el cansado semblante de la desesperanza.
Como el rocío que resucito en esas flores su esplendor,
la lágrima que lleva el estigma del recuerdo
se desvanecerá en tus mejillas
y nacerá una ansiada sonrisa,
debajo de una lluvia de cerezos.