En aras de contribuir al debate, publicamos el derecho a replica de Jesús Fuenmayor ante nuestra reseña sobre la exposición de Mariana Rondón,curada por él. Desde aquí, le agradecemos el hecho de haberse tomado la molestia de respondernos y de abrir una sana discusión con nosotros alrededor del tema. Posteriormente, si la ocasión lo amerita, también volveremos a escribir sobre el particular.En cualquier caso, aquí les dejo el texto de marras.
Estimado Sergio,
Ante todo, agradezco tus comentarios de la exposición de Mariana Rondón en Periférico Caracas, el espacio que dirijo desde su creación hace 5 años. Te escribo estas cortas líneas en relación a tus comentarios y espero que las puedas publicar en tu blog. De entrada tengo que decirlo: estamos felizmente en descuerdo en casi todo lo que dices de la exposición de Mariana. En primer lugar, estoy en desacuerdo con despachar a la curaduría tan rápidamente con un elogio exento de razonamiento por no decir abusivo en clichés, solo para “enfocarte” en la artista. Y lo digo no porque me haya quedado sediento de elogios, sino, porque nuestro perfil curatorial en Periférico Caracas ha ido siempre en la dirección contraria: promover un encuentro productivo del espectador con la obra, es lo más valioso de nuestro trabajo, y por eso ni buscamos ni reparamos en elogios a sabiendas de que para darse una relación productiva la crítica es indispensable. Si bien nuestro perfil nunca ha sido didáctico (no podemos ni queremos ser sustitutos de los museos), la propia presión del público nos ha estado empujando a asumir así sea parcialmente esta tarea, muy cuesta arriba para nosotros, carentes de los recursos y el personal para llevarla a cabo. Es porque hemos preferido desdoblarnos (un poco) hacia la pedagogía, que en la entrada de la exposición – justo encima del título – colocamos una breve descripción de unas 200 palabras, dando una idea general de la obra de Mariana (200 palabras es una medida más bien grande para textos didácticos, pero digamos que corrimos el riesgo y optamos por una media entre la urgencia de estar informado y el mito del espectador sin atributos) (ver adjunto). Por otra parte, si bien se trata de una sola obra en exhibición, en realidad hay tres complementos más en sala aparte de la versión “3.0” de Llegaste con la brisa: dos robots tras bambalinas y una video proyección. Es altamente recomendable ver la exposición en algún momento en donde no se aglutine tanta gente como anoche durante la inauguración, para así poder apreciar las complejidades del conjunto y su relación con el espacio. El plan de tomar el Galpón 1 de Periférico Caracas con una sola propuesta (es una sala de 350 metros cuadrados) era ambicioso, lo sé, pero creo que las consideraciones de Mariana en torno a la relación entre su obra y el espacio ameritan detenimiento, una pausa necesaria para notar, por ejemplo, la presencia fantasmagórica de los otros dos robots detrás de las cortinas de plástico. Estos dos robots-fantasmas consumen un buen tercio del espacio e invaden con sombras mecánicas el ámbito de acción del espectador. No quiero de ninguna manera reducir el éxito de una exposición al territorio ocupado, sino que intento más bien llamar la atención sobre las sutilezas con las que se manejó esta instalación. Por el lado de la conextualización, también estamos en feliz desacuerdo, estimado Sergio. Nosotros vamos por el camino contrario de, por ejemplo, ese nuevo perfil de nuestros museos que execra las muestras individuales porque supuestamente promueven el individualismo (aunque esa es harina de otro costal, no puedo dejar de acotar la tamaña confusión implícita en esa ecuación). Desde nuestro punto de vista, una muestra colectiva no es necesariamente una posibilidad de contextualización mejor ni peor que una individual. En nuestro caso, no se trata sólo de un problema de escala del espacio y del alcance de nuestro perfil las razones por las cuales hemos realizado muestras en solitario en una proporción abrumadoramente mayoritaria con respecto a las colectivas. Dejando el tema de los recursos de lado, nuestra intención al enfatizar las presentaciones individuales también es una invitación a conocer más a fondo un cuerpo de trabajo dado del artista. Ahora bien, si te fijas en la selección de artistas que hemos mostrado (ver www.perifericocaracas.com) te darás cuenta que la contextualización de la producción artística contemporánea en el país, nos resulta un tópico en extremo crucial. Y no me refiero sólo a artistas como Juan Carlos Rodríguez o Juan José Olavarría, con propuestas que encaran franca y, a veces, brutalmente nuestro contexto histórico inmediato, sino que, incluso propuestas surgidas formalmente de la tradición abstracto-geométrica como la de Jaime Gili dicen mucho de nuestra memoria como país. De hecho, una de las convicciones más determinantes en la selección de artistas, es mi entendimiento del artista como el mejor historiador con el que contamos los venezolanos por ser la suya una visión crítica tan difícil de aceptar en otros dominios. Y si algo es Mariana Rondón, para que no parezca que me desvío del asunto, es precisamente una gran relatora, una mujer con una fuerza narrativa extraordinaria cuya decisión de ser cineasta parece congénita. Yo siento que nada de su fuerza se ha perdido sino que, por el contrario, ha ganado y ha potenciado exponencialmente al encontrar en estos dispositivos instalativos de ciencia-ficción una nueva manera para explotar su gran fortaleza como narradora. ¿Cuál es la relación de Mariana con su contexto histórico? No creo que a nadie se le escape la metáfora de la fragilidad de la vida que está en el centro de su instalación “Llegaste con la brisa”. Esos robots intentando crear nuevos seres, una nueva especie de híbridos humanoides, si bien se entroncan con una larga tradición de la ciencia ficción, un género prácticamente inexistente en nuestro país, pueden ser vistos más allá de una aproximación nostálgica (y tributaria), como una muestra de melancolía, como una manera de mostrar un dolor profundo. Por allí la sobreabundancia de imágenes de muerte y resurrección podría orientarnos hacia una lectura menos estrecha que la tributaria. Y puesto que ésta obra coloca al espectador en una posición pasiva frente a unos abrumadores recursos narrativos, y los convierte en obsoletos voyeristas de unos autómatas, me atrevo a decir que no encuentro nada más venezolano en este momento: devolvernos a un lugar donde pensar, reflexionar y criticar la visión contemplativa de la historia se vuelva necesaria. Una idea muy distinta a una hegemonía historiográfica donde las zonas de silencio prevalecen. Las comparaciones que haces me parecen, francamente, bastante imprecisas y dejan inquietantes ambigüedades sobre las intenciones de su mención. Fui el curador de la primera exposición individual de Alfredo Ramírez, hace 20 años en el hoy prácticamente extinto Museo Alejandro Otero. Una de sus obras más emblemáticas, la columna vertebral gigante congelada, fue el centro de esa muestra. He apoyado y sigo apoyando el trabajo de Alfredo, quién está próximo a exponer en Periférico Caracas. No podría escapárseme la presencia de Alfredo en cuanto a la inclusión de recursos tecnológicos y científicos en nuestro arte contemporáneo, pero tampoco se me escapa que las máquinas de Leonardo no invalidan a Panamarenko (el artista belga constructor de máquinas fabulosas), ni el Chaplin de Tiempos Modernos anula a Tinguely. Sería tan fácil que la historia fuera una serie de tachones, puro borrón y cuenta nueva, pero es mucho más complicada, afortunadamente. Por último hay dos temas más en tus comentarios que merecen mi atención. Uno, es que lograste evocar una serie de referencias muy concisas y a la vez sugerentes a partir de la obra de Mariana. Eso te lo agradezco especialmente y si bien no nos pone peligrosamente de acuerdo porque mis referentes son totalmente distintos, invita a los espectadores a constatar por medios propios los logros de la exposición. Lo otro, si no te estoy malinterpretando, es que pareces resumir la experiencia como una forma de distraerse de la realidad. Más arriba, donde hablo del tema de la contextualización, me parece haber sido suficientemente claro de lo que pienso al respecto. No tengo nada en contra del entretenimiento y del ocio, pero NO, NO comparto la idea de que se perpetúe esta noción no digamos consensuada, sino casi estereotípica del arte como una fórmula de distracción, en donde los cuadros no son más que chicle para los ojos. Y Llegaste con la brisa. 3.0 no encaja en ese proyecto de homogeneización de la producción artística contemporánea. Con mis respetos y agradecimiento anticipado por la posibilidad de abrir un debate, recibe un caluroso abrazo, Jesús Fuenmayor
Aprovecho la ocasión para aclarar algunos puntos.
No critiqué la exposición por tratarse de una individual,en vez de una colectiva. No soy tan maniqueo así. Tan sólo me pareció demasiado poco material para hacer una individual. Y según mi punto de vista,y el de mucho de los asistentes, el espacio le quedó grande a la muestra. Yo tampoco estoy en desacuerdo con rendirle tributo a nuestros artistas,pero aquí se pudo aprovechar el lugar de otra forma. De cualquier modo, adelante, no lo condeno. Sólo ejerzo mi derecho a la libertad de opinión.
Después, mis comparaciones son naturalmente, arbitrarias y pretenden poner en contexto el alcance del trabajo de Mariana. Pero si nos vamos a poner aun más intensos con las referencias, la expo lejos de ganar puntos, los perderá de calle. Con todo respeto,Jesús,aprecio y admiro tu trabajo como curador y líder de una iniciativa como los Galpones, a la cual hemos tenido la ocasión de apoyar,sin pedir nada a cambio, porque nos identificamos plenamente con ella.
De hecho, nuestro programa “Espacio Arte” siempre les tiende la mano, y hasta la fecha, les dedicamos no menos de siete especiales documentales de diez minutos cada uno a artistas y curadores como Félix Suazo,Angela Bonaides,Mauricio Lupini,Gerardo Savarce,Umberto Pepe y a tí mismo, Jesús.
Por ende, no vale la pena poner en duda nuestro respaldo a su enfoque y a su visión de realzar a las individuales de nuestro patio.
Sin embargo, con respecto al caso de Mariana, sólo cumplimos con hacer algunos apuntes, porque sinceramente teníamos muchas expectativas. Pero en lo personal, no las sentimos correspondidas con su expo. De resto, el respeto hacia ella y hacia el trabajo de ustedes, sigue siendo el mismo. Los Galpones ya es una referencia para todos y continuaremos brindándole respaldo, más allá de nuestra ligeras diferencias de criterio, frente a tal o cual exposición.
Saludos y espero por tus comentarios de vuelta,Jesús.
Atentamente, Sergio Monsalve.
Al fin, un debate sano y maduro en la red, sin caer en descalificaciones infantiles y respetando al otro. Ojalá hayan mas así.
Los felicito a ambos por su respectiva labor y por crear este espacio de encuentro constructivo. Salud~
ya solo con eso de «feliz desacuerdo» vale la pena una critica asi… porque el querer decir que algo no me gusta o no me llena las expectativas no me pone a decir que es una basura… buena por el señor Jesus
saludos men