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Música para votar

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Esos barrios behind me, se ven fabulosos .

Desde hace semanas un camión recorre la ciudad, como manda la norma el camión está tapizado de fotos de Alfonso Marquina, y también tiene en la parte posterior una corneta de la que sale el respectivo jingle de campaña a todo volumen, como es de suponerse, el jingle está hecho al ritmo del reggaetón. Hasta ahí normal, digo, normal dentro de la decadencia que naturalmente envuelve toda campaña electoral. La normalidad acaba con el mensaje de la campaña, Alfonso Marquina pide que votemos por él porque en Venezuela hay una dictadura y con nuestro voto democratizaremos la asamblea.
Algo tiene que estar muy mal en el seno de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para decir que en Venezuela hay una dictadura, al ritmo de un jingle que lo único que provoca es tener un culito al lado para restregarle el tostón. Y me perdonan la misoginia. Claro, al ver el desempeño de la MUD, uno debe concluir que, en efecto, hay algo que está muy mal. Y es que algo tiene que está muy mal en un grupo político en el que confluyen más de doce partidos políticos pero no pueden conseguir un vocero decente, que sepa leer corrido, responder preguntas incómodas y elaborar dos o tres ideas coherentes. Algo tiene que estar muy mal cuando la única cosa que “se les ocurre” a un grupo de “artistas” venezolanos para invitarnos a votar, es copiarse una cuña gringa, y además agregarle la respectiva dosis perdonavidas encarnada en coquito cuando suelta aquello de: “la playa no se va a secar porque no vayas un domingo”.
Claro, Coquito no tiene la culpa, en el fondo todos hemos pensado alguna vez que los abstencionistas son hedonistas insensibles que van a la playa porque “no les importa el país”, como suele decirse, en esa extraña combinación de patrotismo y paulocoelhismo, que poseen ciertos inquisidores modernos, molestos con la gente que está molesta con los políticos. Pero por primera vez no me asquean los abstencionistas, por primera vez me dio por pensar que esa abstención tal vez tiene más contenido, tal vez se trate del hastío de unos ciudadanos hartos de escuchar a un político que dice que hay una dictadura, al tiempo en que te invita desesperado a votar por él.

Puede que quienes el próximo domingo no vayan a votar estén claros en que es ridículo que los más radicales, esos a los que se les revienta la vena de la frente en Televisión hablando mierda del gobierno y ofreciendo revueltas, protestas y plomo, son los primeros que se inscriben en las elecciones, y los únicos que no aceptan retirarse a favor de otro candidato con más chance.
Algo nuevo he oído por ahí al referirse a la jornada del próximo domingo: votar será un grito de dignidad ante tanto atropello, no importa que la oposición no te guste, este no es un asunto político, es un problema de dignidad, de derechos humanos, de tu vida, etc. Hay algo muy contradictorio en decir que renunciar al raciocinio personal para votar por un impresentable es un acto de dignidad. No hay dignidad posible en tener que votar por María Corina Machado y Enrique Mendoza.
En realidad el voto del domingo es un voto pragmático, como lo llamó Israel Centeno. El sufragio consciente de quién sabe que el lunes no cambiará nada, y que si algo lograremos no será ni resarcir nuestra dignidad, ni demostrar cuanto nos importa el país, ni ninguna de esas cursilerías baratas, sino, si acaso, arrechar al jefe y llevarlo a volver a reventarse los nudillos contra una mesa y aparecer en cadena, trasnochado y encabronado a decir que esa fue una victoria de mierda.
Escribo esto mientras me downlodeo el último disco de Of Montreal, en un rato me voy a ver unas bandas, y creo que terminaré el día cayéndome a curda por ahí, porque además luego viene la maldita ley seca y no va a haber caña. Es un acto privado, porque decidí desde hace un rato que tengo derecho a una vida privada. Una vida que me pertenece más allá de los grupos políticos, de los medios, de las empresas, y de cualquiera que dice apoyar la libertad, pero al que le enferma que la gente sea verdaderamente libre. He descubierto que un país libre es aquel en el que si te quieres ir a la playa el día de las elecciones, puedes hacerlo. Tal vez sea un idiota al descubrir eso ahorita, pero lo importante es que lo descubrí, ¿no? 

¿Qué si voy a votar? Sí, pero respeto el derecho que ustedes tienen de no hacerlo. Si no lo hacen, no creo que odien al país, al contrario, creo que muchos de quienes se abstienen son más coherentes que la gran mayoría de los dirigentes opositores, y llevan al país (whatever that means) más adentro que la mayoría de histéricos de cierta clase media venezolana (nótese el “cierta” por aquello de que no es bueno generalizar) que de verdad creen que el domingo se decide “el destino de Venezuela”.
Dichas estas breves reflexiones/idioteces/cretinadas, no queda más que dejar mi ya tradicional playlist para ir a votar. Siempre será mejor escuchar esto que oír un reggaetón que quiere convencerte de que no eres libre, pero sí lo eres, de que debes renunciar a tu dignidad para defender tu dignidad, de que… 

Música para votar, elecciones parlamentarias 2010. 

  1. Vaca Lechera — Famasloop. Una divertida metáfora del petro-estado, esa vaca lechera de cuya teta, todos chupamos, directa o indirectamente.
  1. Epitafio para Vladimir Vysotsky — La Babosa Azul. Pocas canciones son tan geniales como ésta. La Babosa Azul, describe el stalinismo como un viaje hacia el infierno, inspirado en los círculos de Dante.  
  1.  Puta — Elaine. De lo mejor que he oído este año.
  1. Another Brick in the Wall (Part 2)— Pink Floyd. En este muro, del que sólo somos un bloque más, ir a votar es como admitir el carácter ladrillezco de nuestra existencia.
  1. My Generation — The Who. I hope I die before I get old.
  1. Rape Me — Nirvana. Hate me, do it and do it again. Waste me, and rape me, my friend.

  2. Nicaragua — La Vida Boheme. Parece una broma, pero no lo es. A pesar de que habría que estar sordo para no reconocer en LVB a The Raptures, Franz Ferdinand, Bloc Party, etc. También creo que ésta banda ha entregado un sólido primer disco, lleno de inteligentes alegorías, como ésta.
  1. Vivimos por Vivir — Candy 66. El último disco de éste grupo no fue apreciado de manera justa. Luego de tres buenas placas, Candy 66 se anima a experimentar con su sonido, en álbum sobre la deshumanización del hombre moderno. Radiohead y Nine Inch Nails, revisitados por uno de los últimos grupos de Niü Metal que quedan en el país.
  1. Master of Puppets — Metallica. ¿Quienes son los títeres?, ¿nosotros? Ciertamente, sabemos quienes mueven sus cuerdas. Aquí, la versión en vivo, desde La Rinconada.
  1. Justicia — La Corte. Hace días escuchaba Imperia, el mejor álbum de Hip Hop que se ha hecho en Venezuela. Que gran disco, y que manera tan horrible de decir que en Caracas (y en toda Venezuela), no hay espacio para nada que no sea la muerte.  
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Opérativo Fuck You 2008: http://li.co.ve/yo
Pratt, de quién me robé la idea:
Playlist para un domingo cualquiera (2009): http://li.co.ve/zE
 
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Playlist para un domingo cualquiera (2006): http://li.co.ve/bYQ

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