En una semana, el Festival de San Sebastián pasó de la tormenta a la calma, del escepticismo a la esperanza, de la crisis a la bonanza,de las amenazas de paro a los apagones intempestivos.
Sin duda, fue un perfecto reflejo del estado del tiempo en la España contemporánea, debatida entre la depresión económica y la necesidad de hacerle frente con creatividad.
En efecto, la sección oficial careció del empuje de años precedentes, bajo la omnipresencia de óperas primas, pocos autores consagrados y muchos títulos de relleno, en una temporada relativamente floja para el semillero internacional del cine, desde Cannes hasta Venecia. Incluso, la 58 edición del encuentro en Donostia se inauguró a pesar de las mellas en el presupuesto, la opinión de los entendidos sobre el futuro del celuloide de cara al embate de las redes sociales y la sombra del mercado audiovisual de Toronto.
Aun así, el resto de las muestras permitieron compensar las fallas, las omisiones y los vacíos de la piedra angular del evento. De hecho, según la crítica local, es posible llevarse una mala impresión del certamen, si sólo tomamos en consideración la punta del iceberg de la competición por la Concha de Oro y el cotilleo de la prensa de farándula alojada en el Hotel María Cristina. Pero más allá del compromiso con Hollywood, el séptimo arte cobraba nueva carta de naturaleza, gracias a un puñado de directores de vanguardia.
Por algo, mientras Julia Roberts era consagrada por su desigual carrera como actriz, el realizador Isaki Lacuesta deconstruía el mito de la pasión ibérica por la mujer anglosajona encarnada en la figura de Ava Gardner, a través del poderoso documental,“La Noche que no acaba”, cuyo eje temático recuperaba la moraleja de “Bienvenido Mister Marshall”.Es decir, la historia pasada y presente de un país de la vieja Europa, siempre a la busca de la aprobación del amigo americano para brindarse legitimidad.
En paralelo, los especialistas cuestionaban la calidad de filmes autóctonos como “El Gran Vásquez” y de largometrajes extranjeros de la clase de “Eat,Pray,Love”(tachado de “autoayuda para pijos”).Por fortuna, también se pudo contar con la proyección de un puñado de obras maestras y de pequeñas joyas capaces de deslumbrar a propios y extraños.A continuación, las enumeraremos y describiremos para ustedes.
Perlas de Colección
En el ámbito de la ficción, cuatro piezas despertaron el interés del público alrededor del tópico de la violencia: “I Saw The Devil”, “Buried”, “Neds” y “Shelter”. La primera es brillante por su manera de conjugar el “porno gore” con el drama existencial de la venganza en Corea del Sur. La segunda constituye una denuncia lapidaria contra la privatización de la guerra en Irak. La tercera reivindica el valor de la educación y el afecto para combatir el auge de la criminalidad juvenil. La última expone la incomunicación de padres e hijos en el contexto de una Bulgaria postcomunista llena de contradicciones a la izquierda y a la derecha ante los resabios burocráticos del estado paternalista.Film adscrito a la corriente minimalista perfilada por la escuela rumana. Espejo de una comunidad económica fragmentada y disfuncional. Por cierto, lo mismo subyace en el contenido del rompecabezas de “A casa por Navidad» y de la mortuoria “Colours in The Dark”, ambas saldadas en medio de un necesario ambiente de paz y redención.
De tal modo, nos despedimos de San Sebastián, augurando por la pronta mejoría del Festival y por su fortalecimiento en el futuro. Su sola persistencia y supervivencia ya es de por sí una buena noticia.
Horizontes Latinos, Generación Relevo y Caminos de la No Ficción
San Sebastián es la puerta de entrada de América Latina para el mercado europeo. Por ello, inquieta y preocupa la ausencia de Venezuela. En cualquier caso, México, Argentina y Chile volvieron a sacar la cara por nuestro continente.
“Abel” de Diego Luna osciló de lo rudo a lo cursi al lado del novelón azteca, “Chico Grande”. Ambas suscitaron opiniones disímiles. Igual ocurrió con “Carancho” del porteño Pablo Trapero. Ni hablar de la polémica “Post Mortem”, acusada de banalizar y “desideologizar” el golpe de Pinochet. En realidad, es una arriesgada apuesta política por desnudarlo y diseccionarlo a partir de la mirada ambigua de un personaje gris y mediocre, exento de ribetes heroicos. Lo opuesto al esquema diseñado y reiterado por Patricio Guzmán en “Nostalgia de la Luz”.
Los únicos vientos de cambio volaron a favor de la estupenda “Blog”, genial aproximación al campo de lo multimedia. Maravilloso experimento virtual narrado por un grupo de chicas al borde del hastío.Enorme contribución del talento hispánico emergente,secundado por el lanzamiento de “Elisa K”.
Para terminar, se abrió un ciclo dedicado a promover el género documental. Ahí se acumularon las citas y las referencias ineludibles a los grandes baluartes del movimiento posmoderno. Si nos dan a escoger, destacamos a “Yves Saint Laurent, L’amour Fou” por encima del promedio. Es un retrato implacable del conocido diseñador de modas y de cómo remataron su legado artístico a precio de subasta.La destrucción de la memoria en pleno.