Luego de haber hecho una de las peores y más torpes campañas de la historia electoral de Venezuela, la oposición logró tres cosas: 1) Quitarle la mayoría calificada al gobierno. 2) Conseguirle trabajo a William Ojeda y 3) hacer que Chávez reeditara su celebre ‘victoria de mierda’; esta vez, denostando a una periodista qué, con la agudeza de la que carecen todos los voceros opositores, le dejó ver la obvia manipulación de circuitos electorales que le permitió, con menos del voto popular, lograr la mayoría de cargos en disputa, al peor (¿mejor?) estilo de George Bush en la Florida, durante las fraudulentas elecciones gringas en el 2000. Remitirse al excelente artículo de Chamán Urbano al respecto.
Aparte de saber si William Ojeda podrá conservar su nuevo empleo, surgen otras preguntas, la más importante de todas es: ¿surgirá por fin una oposición seria de cara al 2012?
Cuando anunciaban los resultados realmente creí que era injusto, luego de un trabajo tan pobre, la oposición estaba obteniendo demasiado. Parece increíble que luego de casi 12 años de chavismo, todavía el Presidente tenga frente a sí a una gama inmensamente incompetente de políticos que se le oponen. En doce años no han podido articular una propuesta coherente, transformarla en consignas y llevarla a todos los rincones del país. A menos de dos años de la próxima elección presidencial, han sido incapaces de elaborar un cúmulo de políticas públicas de impacto inmediato y convertirlas en banderas. Y aún, no consiguen unos cuatro voceros que sepan elaborar un concepto y resumirlo en menos de un minuto; y que además, sepan confrontar a, ejem, “periodistas” pendencieros y burlones, con inteligencia y burlas más inteligentes.
Resulta insólito pensar que el Presidente, con medio país en contra —y medio país de los que le apoya absteniéndose o apoyándolo por mera falta de opciones— sigue siendo el único político que puede ganar las elecciones de 2012.
Obviamente, no se trata de mesianismo, o de estar pidiendo un “líder” del lado contrario, pero sí de que a estas alturas uno esperaría que del lado de las fuerzas políticas contrarias al gobierno, hubiera algo concreto que se parezca un poco a un ejercicio serio (y por tanto malicioso) de la política. Pero si ustedes fueron de los que se quedaron hasta la madrugada esperando el primer boletín habrán notado, como lo hice yo, que los opositores parecían niños comiendo algodón de azúcar, cuando escucharon el anuncio hecho por Tibisay Lucena. Podría jurar que los resultados los agarraron de sorpresa, que no esperaban estos niveles de participación, y que para colmo se daban por satisfechos.
Creo que cuando un grupo político lleva adelante una campaña electoral y no tiene proyectado el posible resultado, y por tanto no tiene un plan para asumirlo, puede decirse que ese grupo político es incompetente. Es que los políticos que hace tres noches estaban —como leí en un brillante tweet— parados en semicírculo, como si con eso estuvieran amenazando al gobierno, no estaban listos, ni para cuidar los resultados cerrados (obviamente porque daban por perdidos esos circuitos), ni para asumir la victoria en lugares imposibles (caso Anzoátegui). Es que ni las gracias le dieron a los anzoatiguenses, a pesar de ser una zona en la que siempre había ganado el gobierno cómodamente.
Sin ánimos de pontificar, creo que quedan dos años para:
1) Elaborar un plan de gobierno. Presentarlo al país (lean bien: al país, no al Cafetal), desglosarlo y convertirlo en consignas, en piezas comunicacionales que sirvan para:
2) Diferenciarse del gobierno. Arrebatarle el discurso social y desentramparse de sus propias contradicciones. Pasar de: “Estamos de acuerdo con las misiones, pero queremos mejorarlas”, a: “Con un gobierno encabezado por nosotros las misiones no serán necesarias, porque articularemos políticas reales de salud, educación y empleo como por ejemplo: TAL, TAL y TAL que serán perdurables y no pañitos calientes, y así se garantizará el mejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos”. Los TAL deben llenarse con propuestas inteligentes, no debe ser tan difícil.
3) Convencer. ¿A quienes? Al sector blando del chavismo —más grande de lo que muchos piensan—, a los descontentos, y a los escépticos que sistemáticamente se vienen absteniendo en las elecciones recientes, esos son más de cuatro millones de personas.
4) Lograr una candidatura medianamente decente. Preferiblemente surgida de un proceso de primarias que permita dejar atrás el desagradable pescueceo que, presumiblemente, surgirá al momento de escoger dicha candidatura.
5) Descentralizar el voto opositor. Especialmente porque el gobierno lo hace particularmente fácil: la provincia es la que más sufre los cortes de luz, la carencia de servicios de salud, el deterioro de las vías de comunicación, el desabastecimiento de productos de primera necesidad, la pobreza, la falta de viviendas y un larguísimo etcétera, y sin embargo, es también la que más vota hacia el chavismo. Entre otras cosas, porque la oposición sigue empeñada en enclaustrarse en la urbe, e incluso, en ciertas partes de la urbe. Resulta increíble que en el 23 de enero se estuvo a menos de dos puntos de lograr una victoria opositora, y eso con una oposición para la que el 23 de enero no existe. ¿La oposición existe entre el campesinado?, ¿entre los pescadores?, ¿en los llanos? ¿Tienen planeando abordar esos nichos con propuestas y trabajo de calle?
6) Lograr condiciones justas. Un comentarista habitual de esta página se abstuvo, ¿sus razones? Cree que la oposición fue colaboracionista al aceptar esas draconianas condiciones para ir a votar. Ya va siendo hora de que esos señores que declaran todo el día en TV, tengan las bolas de frenar las artimañas legales que los llevan siempre en desventaja a los procesos electorales. Con 65 diputados, y algo de coraje, esto puede lograrse.
7) Hacer una campaña electoral. Hasta ahora, la oposición ha hecho campañas publicitarias y campañas de autoayuda. Pero una campaña electoral, no. A este grupo político le falta inteligencia, burdel y malicia para tener una agresiva campaña en los medios y en las calles que los lleve a concretar el punto 2. En tal sentido, el candidato surgido del punto 3 no debe tenerle alergia a la gente, no debe sufrir de ningún problema psicomotor que le impida caminar, no debe tener problema en sudar muchas camisas y recorrer de punta a punta todo el país, y en el camino, debe ser capaz de responderle a periodistas incómodos, improvisar discursos, conmover y motivar a las personas, y resumir la propuesta opositora en pocas palabras. Incluso, no estaría demás, que supiera desestabilizar al jefe de estado, y dejarlo en ridículo, como sí pueden hacerlo ciertos periodistas.
8) Defender el voto. A sabiendas de que es posible lograr una mayoría de votos en 2012, la pregunta es si dejarán que se los arrebaten, o sabrán articular una maquinaría que tenga la capacidad no sólo de lograr votos, sino también de hacerlos valer.
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