Tenemos poco tiempo para escribir hoy. Andamos a las carreras por el estreno de nuestro documental sobre Redes Sociales en Venezuela.Por ende, vamos a darle rápido y sin anestesia.
El visionario creador de «300», Zack Snider, revisita el argumento clásico del héroe mesiánico,según su óptica ambigua y maniquea,medio fascista en la forma y medio retroprogresista en el contenido.¿O es a la inversa?Sea como sea, el film sobrecoge por su estética grandilocuente,propia del autor, pero decepciona en el plano del desarrollo dramático,no sólo predecible sino calcado,una vez más, del formato de «Guerra de las Galaxias»,»Harry Potter»,»Cómo entrenar a Tu Dragón»,»Percy Jackson»,»Aprendiz de Brujo»,»El Último Maestro del Aire»,»El Señor de los Añillos» y para usted de contar alegatos conservadores de corte milenario.Es decir, la típica historia del chico destinado a liberar a su país y a su pueblo del yugo de una amenaza totalitaria y terrorista.
Por ende, se trata de un largometraje condescendiente y complaciente con la teoría del poder supremo para justificar su intervención en el tercer mundo, a nombre de consignas «políticamente correctas» como la democracia,el bien común y la emancipación del soberano esclavizado por la bota del dictador de turno. Punta acerada de una tendencia reaccionaria impulsada a raíz del once de septiembre, a efecto de abogar por cruzadas morales y neocoloniales de dudosa procedencia,bajo la inspiración de teorías desfasadas y géneros caducos, adaptados de manera literal.
En consecuencia, volvemos a los terrenos del western republicano, puro y duro, donde los vaqueros desplegarán su ataque comando, en pro del derrocamiento del régimen de los comanches esterotipados. Salvando las distancias, aquí sucede lo mismo aunque con Lechuzas y Buhos, en una versión alada de «El Retorno del Rey»,»Lion King» y «Happy Feet».
El protagonista descubrirá su destino manifiesto y buscará la redención de los suyos,a costa del sacrificio de su infancia.Relato clonado, por cierto, del subtexto iniciático de «Karate Kid». Otra ficción y otra fantasía de la conquista de la alteridad y del espacio ajeno, cual aventura de John Wayne en un contexto medievalista.
En descargo del desempeño del realizador, el acabado plástico de la película constituye su mejor atributo. La animación 3D cumple con la promesa de deslumbrar a grandes y chicos,mientras las secuencias del climáx consolidan la propuesta y el proyecto del autor.Con todo, no es suficiente para elevar el promedio del discurso agotado y agotador,fudamentado en la serie de libros de Kathryn Lasky.
No en balde,»Ga’Hoole» es de lejos y de cerca un retroceso en la obra del director ante el avance logrado por la pequeña obra maestra,»Watchmen».
Por lo visto, las presiones de la compañía en ascenso,Village Roadshow Pictures, hicieron mella en su identidad, a pesar de conservarla en los momentos de mayor poesía expresionista e impresionista de la pieza.La clave del éxito y la combinación del dinero, asegurada por la reafirmación del patrón Disney.
Un espectáculo posmoderno de impacto visual,carente de garra y fuerza personal. Por detrás se sienten los hilos de los inversionistas, operando a las figuras de la puesta en escena como en un teatro de marionetas.
Ojalá recuperemos al genio de «El Amanecer de los Muertos» a futuro.
Atención con sus homenajes, guiños y citas a Leni Riefenstahl,referente de su imaginería kistch y publicitaria a cámara lenta. Épica y desencanto, éxtasis y abismo de una lógica sustentada en la explotación y la repetición de fórmulas comprobadas.
Críticas aparte, celebramos la oportunidad de recordar al ángel de «Barbarella» y a su replica irónica en «Brazil».
A Zack Snider le conviene reencontrarse con su veta iconoclasta,porque al servicio de los señores de las sombras,no tiene vida.