Corazón impío

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Un pedacito de lluvia se oye en el vacío de mis oídos
agudas y sin freno mueren trágicas en la calle.
Bólidos de ruido y aire penetran el silencio en mi desaire,
tránsfugas de pesadillas inenarrables me llaman con sus aullidos.

Sigue la quietud insomne de una tarde fría de invierno
donde las personas aman con sosiego y no apresuran desventuras
predichas por el dios del venidero estío, mientras en la calle muda
los rostros inmóviles acarician la eternidad de un cielo benévolo.

Bajan las efímeras ilusiones que se sostienen frágiles en el viento
labradores que sonríen sin cadenas por un mínimo instante.
Absorben la delicada belleza que le es distante
y la contienen junto a sus respiros hasta el horizonte agrio y violento

Escucho el anhelo ahogado en espíritus atrapados por la deshonra del destino
Pájaros heridos con las alas quebradas olvidan el camino de vuelta a casa
Ven con nostalgia el firmamento, la libertad y la remembranza
Son autómatas corrosivos que se mienten así mismos
evitando algún desvío en el monótono camino.

Escampa en la tierna tarde, expectante por los matices crepusculares
que expande su dolor de muerte, ira y hastío.
Los mutilados se resguardan en los indignantes bares.
Y yo abro mi ventana para alimentarme de un corazón impío.

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