Por años, Julia Roberts y Jigsaw lograron amasar una fortuna, viviendo de la trampa, la mentira,la hipocresía y la doble moral. Ambos iniciaron sus carreras con sendos proyectos personales y originales pero a la larga los abandonaron para estancarse en un mismo foso de repetición, autoconmiseración y mediocridad.
Por su show de vanidad, la primera hasta ganó un Oscar de la Academia y recibió un premio Donosita por su trayectoria de éxitos incubados en laboratorio.
Mientras tanto, el segundo aprovechó para reforzar el mercado de la explotación gore de Hollywood, a través del plagio y la imitación estilizada del cine de terror censurado de los años sesenta y setenta, cuando se utilizaba como vehículo para proyectar las angustias y fantasmas de la pesadilla americana en Vietnam.
Hoy, los daños colaterales del once de septiembre y de la guerra del medio oriente son el caldo de cultivo para la comercialización del fenómeno, por medio de la glorificación de la tortura con fines de castigo y escarmiento social, sin la intervención de jueces y tribunales.
Entonces Jigsaw es el cínico arquetipo, el monstruo expresionista surgido como el ave fénix de las cenizas de Abu Grahib, Guantánamo y la siniestra Base Aérea de Bagram, antesala de la muerte extrajudicial en Afganistán según lo visto en el poderoso documental “Taxi To The Dark Side”.
Jigsaw viene a ser el irónico verdugo, el Frankenstein ensamblado con las fichas del rompecabezas político armado entre la gestión de Bush y Obama. Un asesino en serie gustoso de tomar la ley por su propia mano contra las supuestas plagas de la época: el materialismo,la avaricia, el egocentrismo, el individualismo, la ideología del éxito, el oportunismo y el darwinismo.
Paradójicamente, él encarna dichos valores a lo largo y ancho del desarrollo de su franquicia audiovisual.Por tanto, le convendría,dentro de poco, sentarse en su banquillo de los acusados y deconstruirse, para evitar incurrir en los defectos humanos de sus víctimas. Lamentablemente, su arrogancia no se lo permite.Parte de ello lo esperábamos con ansías en la séptima entrega. No obstante, prefirió optar por el derrotero de costumbre, el del narcisismo y la actitud de perdonavidas a la luz de su credo conservador y reaccionario de orientación new age.
Por fortuna, el guión de su última entrega pone en tela de juicio el discurso de un falso profeta de la autoayuda, quien dice haber sobrevivido a una trampa de Jigsaw. Todo un ardid publicitario para vender su imagen a costa del dolor ajeno y de la fama del verdugo. Aquí el largometraje ofrece sus mejores argumentos, bajo la sombra inclemente de la venganza del ícono de la serie, consumada por su alter ego.
Por cierto, la secuencia del millón de dólares describe el intimadamente encuentro de Tobin Bell con el personaje de marras( un pobre escritor de Best Sellers), en el bautizo de su libro de superación de la adversidad. El film merece atenderse sólo por ese instante de autoconciencia y cine dentro del cine.
Por desgracia, el resto traiciona la posibilidad de profundizar en la materia de la reflexión crítica, para dedicarse a la pura y estricta banalidad del espectáculo morboso, como templo de sacrificio maya consagrado al deleite de las masas reprimidas y atormentadas por la violencia. Pornografía de la sangre carente de norte y de futuro más allá de la sala oscura.
Lo peor del caso es el total desaprovechamiento del recurso de la tercera dimensión, al convertirse en el cebo de una operación de mercado a gran escala. De hecho, el uso de los lentes apenas se justifica para la contemplación del prólogo, el desenlace y un par de escenas de relleno. Lo demás parece rodado en un estudio de Venevisión.Es decir, cero profundidad de campo.
Curiosidades aparte, Chester Bennington de Linkin Park protagoniza la masacre menos solemne de la función, al prestarse a un chiste donde lo vemos gritar como siempre, aunque por culpa de las fantasías sádicas del Psycho Killer.¿Game Over? Aguarden sentados por la próxima secuela.
¿Y Julia Roberts?Igualita, idéntica a Jigsaw. Lo suyo ahora es comer, rezar y flirtear entre Roma,India y Bali, para reencontrarse así misma y redimirse, luego de sufrir una decepción amorosa. Otra excusa para condenarnos a seguir y a celebrar su mantra,su opio para el pueblo,su filosofía existencial de mujer desesperada, su pobre y esquemática visión de la libertad femenina, a la usanza de una biografía novelada de Oprah Winfrey, en una especie de crónica viajera o de reality show de descubrimiento de la otredad, al estilo etnocéntrico,turístico y colonialista de Angelina Jolie en el tercer mundo, sin mucho sexo y con bastante pacatería.
Así pues, ella nos invita a secundarla en su odisea global, a bordo de un vuelo V.I.P. con ínfulas de humildad y modestia, donde no se escatima en gastos, caprichos y placeres.
En realidad, luce como una absurda terapia de rehabilitación de una estrella deprimida, de una pobre niña rica atacada por la crisis de edad madura y por el vacío de la monotonía conyugal.
Desde el enfoque de Robert Andrés Gómez, ello supone una prolongación kistch de “Sex and The City 2”, amén de un rosario de lugares comunes, postales, viñetas,planos de calendario y estereotipos, en función de un trama indulgente con la “Pretty Woman”, autorizada para exigir y cumplir sus sueños en la tierra,cual Cenicienta resucitada de una fabula animada de la Disney, con príncipes azules, amiguitas de color(tipo de casting de la campaña “United Colors of Benetton”),almuerzos de infarto por lo suculentos,yodas desdentados, consejeros, guardianes,heraldos del cambio y pare usted de contar formulas de la mitología clásica de Joseph Campbell sistematizadas por Christopher Vogler y Syd Field,en una cruzada sin límites de frontera,al acecho de las economías BRIC(tesis de Alexis Correia).
Para colmo de males, la cartilla de salvación internacional de Julia Roberts, incluye cuatro recetas infalibles: el amor a primera vista con un latin lover(tras un divorcio a la italiana), el típico cliché de responsabilidad social por cortesía de una cadena web pro fondos de una señora desvalida, la absorción de la sabiduría ancestral de la alteridad y el happy ending en el mar de la felicidad.
En suma, “Eat,Pray and Love” es la cumbre de la ideología posmoderna light ventilada y aupada por conglomerados editoriales de la talla de la revista “Vanity Fair”, con sus respectivas versiones puritanas y provincianas en Venezuela, al gusto de señoras de la alta con complejo de misioneras,mecenas y defensoras de los derechos de los marginados. Pura pantalla para legitimar, lavar y expiar los pecados compartidos.
Alimento plástico,aspiracional y publicitario, para llenar el alma hueca.
Julia Roberts hace la buena acción del día por nosotros, busca financiamiento para recuperar a una compañera de la isla de los encantos,y encima, le pagamos por ello.
De tal modo, la filantropía de la meca se da la mano con el altruismo satánico de Jigsaw.
En síntesis,las dos caras de una misma moneda de impostura,tramoya y artificio.
Es un juego de nunca acabar.
Tienes la oportunidad de perpetuarlo o de olvidarlo.
Make Your Choice.