EL PUEBLO SOY YO

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Como Latinoamericanos somos un caso bastante atípico cuando se hace referencia a nuestro pasado histórico. Nuestra personalidad está marcada enormemente, por una clase de tendencia y expectativa constante, a reproducir, una vorágine de sucesos que parecen repetirse de manera reiterativa. Hemos estado marcados por muchas adversidades y necesidades manifiestas durante gran parte del siglo XX. Debido a los constantes fracasos del proyecto democrático el cuál considero hoy día excesivamente inmaduro. Tal vez, tenga que ver en que la aparición de las democracias en América latina es muy reciente, además si se toma en cuenta las constantes insurrecciones militares que no han permitido que el proyecto democrático se consolide.

Al igual como una vez lo hiciera el pueblo de Israel, que espero siglos tras siglos, la llegada de un Mesías en quien depositar sus esperanzas debido a la fuerte influencia que guarda la creencia Judío-Cristiana. Llamando a la infinita y tormentosa espera de un “Ungido” redentor de todos los males y el sucesor dinástico y directo de la casa de “David”, quien reinaría a través de un linaje perpetuo con el fin de consolidar (El reino de Israel)  llevando de generación en generación por boca de los cristianos la célebre plegaria (venga a nosotros tu reino), (resulta que tal reino no se encontraba en este mundo).

Ustedes pensaran que relación guarda esta historia con nuestra realidad. Pues, muy simple, tenemos históricamente una debilidad como pueblos, que gran parte de nuestros líderes políticos han aprovechado a sus anchas: EL CULTO A LA PERSONALIDAD.

Tratare en lo posible de explicar este fenómeno ajustado a nuestra propia realidad. La perdida de esperanza del pueblo Latino Americano en las instituciones que conforman nuestro sistema democrático ha sido tremenda. Lo cual a mi parecer es lógico, debido a las extremas desigualdades y desequilibrios generados por las constantes experiencias, que no han logrado captar las necesidades más imperantes de una sociedad, que cada vez más, internalizaba en su creencia una carencia e incapacidad de la democracia como sistema reivindicador y creador de oportunidades.

Con la aparición de los (ESTADOS NACIONALES), se consolido al fin el preciado trono de “DAVID”. Por lo tanto, comenzaron aparecer una y otra vez “Ungidos” de todo tipo, reclamando el sitio que les corresponde en nombre de los más desposeídos. Unos venidos de los cuarteles disfrazados con “uniformes y estrellas”, promulgando con “ESPADA EN MANO” el renacimiento de nuevas patrias con nuevos y mejores derechos y libertades; logrando ocultar propósitos mucho más ambiciosos y tiránicos ceñidos por represión y por muerte.

Otros venidos de las clases oprimidas víctimas del desastre y la persecución que no les había permitido oportunidades claras, para llevar a la cúspide sus ambiciones. Al igual que los anteriores son capaces de valerse de la violencia, o, del engaño para esconder sus oscuros propósitos teñidos de pasiones y venganza (Dictaduras e intentos de Seudo-Democracias).

Estos sujetos en realidad se creen, o, en ocasiones nos hacen creer que: son nuestras únicas voces, aprovechándose de las necesidades, esperanzas e  incapacidades de la gran mayoría de nuestros pueblos; logran ocupar gran parte de la atención de nuestros asuntos diarios. Logran comprarnos constantemente con miserias y regalos, para que nosotros, les otorguemos en legitimidad electoral y transmundana todos los poderes posibles para así cristalizarlos en todos los ámbitos de nuestras vidas.

Si la aparición de la democracia para los pueblos Latino Americanos, fue un logro que conllevo excesivos sacrificios de vidas y de “HEROES SIN NOMBRE”, hagamos valer este preciado derecho que aún se resiste en desaparecer de nuevo.

Repudiemos a todo aquél que pretenda autoproclamarse “EMPERADOR” como una vez lo hizo “NAPOLEON” en la época de la Francia revolucionaria.

Brindemos sentido a la “DEMOCRACIA” participando de forma más consciente en la elección de nuestros gobernantes, asumamos también, que debemos participar en la política si deseamos lograr cambios significativos. “El destino de un pueblo no es posible que sea cambiado sólo por un hombre; se necesita de una fuerza colectiva que destruya los obstáculos que impidan visualizar las esperanzas de un futuro”.

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