Les voy a pedir que observen la siguiente caricatura, para que luego me acompañen en un análisis que versa sobre las pacaterías de algunxs venezolanxs.
Lo primero es que la viñeta se presenta, por encima de todo, como una lección moral. La madre “permitió demasiado” a la niña (decir groserías, bailar reggaetón, ponerse minifaldas…). De acuerdo a la historieta, la consecuencia de “permitir demasiado” es el embarazo precoz.
La lección es falaz, es decir, parece verdadera pero es falsa. Además es tóxica en muchos niveles:
Primero, coloca la responsabilidad y la culpa en las mujeres. En este punto yo me pregunto, ¿acaso las mujeres son las únicas que deben educar a las niñas? ¿acaso las adolescentes quedan embarazadas solas (o por obra y gracia del espíritu santo)? ¿Por qué no se representa al padre? ¿por qué no se representa la historia paralela, la de cómo criamos a los varones?
Esa versión podría ser algo como:
- Cuadro 1: ¡así es carajo, diga palabrotas para que sepan quién es usted!
- Cuadro 2: ¡Váyalo hijo, así es, recuéstele el tostón!
- Cuadro 3: ¿Y las novias? ¿a cuántas te has tirado? Mosca y me sales maricón. Si quieres te llevo donde las putas.
- Cuadro 4: (acá tengo una disyuntiva, bien puede ser que lo obliguen a casarse o que lo manden al exterior).
La verdad, esta parte del análisis es sólo un detalle. Creo que lo más escalofriante de la “lección” que se presenta tiene que ver con la ambivalencia respecto a la sexualidad. Los seres humanos somos seres sexuales; tenemos una pulsión que debe ser canalizada, no reprimida. En este sentido, la caricatura muestra, a duras penas, que no sabemos cómo manejar la sexualidad, especialmente la de nuestros hijos. Nos gusta la cosa, pero no podemos asumirla. Nos causa culpa y el resultado, ya lo vemos, es un acto “vergonzoso”.
El embarazo durante la adolescencia es un fenómeno complejo que tiene varios niveles. Yo los resumiría en los siguientes factores:
- Cognitivos: toda la información referida a la sexualidad humana y especialmente a los métodos anticonceptivos. Ciertamente es bueno posponer el inicio de la sexualidad para cuando se esté dispuesto a manejar y asumir las consecuencias. Sin embargo, si un(a) adolescente decide iniciarse sexualmente, lo mejor es acompañarle para que lo haga de la mejor manera. Esto significa poner sobre la mesa el tema de los métodos anticonceptivos y la prevención de infecciones de transmisión sexual, no sólo en palabras, sino como destrezas que deben ser adquiridas (una cosa es saber qué es un condón y otra ponérselo cuando se está excitado o, más difícil aún, exigir a la pareja que se lo ponga antes de toda penetración).
Además, yo incluiría en este componente cognitivo todo lo relacionado con la salud sexual en general; cómo obtener placer, cómo prevenir disfunciones (v.g. si lo haces rapidito y asustadx estás sembrando una eyaculación precoz, además que, por cortar el placer en la mujer estás promoviendo una anorgasmia, la falta de orgasmo). Esto nos lleva al siguiente aspecto.
- Emocional: ya por el hecho de ser venezolanxs, necesitamos un exorcismo para sacar toda la basura inculcada por el cristianismo retrógrada que, como la peste, vino con Colón en 1492. Tenemos que desmontar la culpa y la vergüenza respecto al sexo, pues aunque tengamos la información, ésta no se traduce en acciones congruentes, dado el filtro emocional que nos instalan desde pequeños; ese que refuerzan los sacerdotes y uno que otro laico, con comentarios absurdos o, peor aún, con viñetas como la analizada (v.g. “lo pienso, pero no lo hago; lo miro pero no lo toco; lo toco pero a escondidas y rapidito, eso sí, para sentirme culpable o me castigarme por eso después. Este es en realidad el “meollo criollo”).
- Conductual: con información y madurez emocional, es decir, haciéndome responsable de mis actos, la sexualidad será una vía placentera y saludable. Es más, aunque el sexo sea recreativo, será una vía para conocer a Dios.
Deberíamos hacer viñetas acerca de este último párrafo, ¿no creen?