– ¡Esto está buenísimo! Vamos, ¡quiero bailar contigo! – Me dijo una muchacha al oído mientras me tomaba de la cintura para llevarme a la pista.
Ella, trigueña, misteriosa, atractiva, disfrazada de colegiala japonesa y ligeramente embriagada. Yo, sorprendido, con una ceja levantada, disfrazado de minero (chileno), y preguntándome: ¿en qué momento las mujeres se habían vuelto tan desinhibidas?
-Son los nuevos tiempos… – Me dije encogiéndome de hombros, recordando la época cuando el cortejo era la norma.
-¿Qué cosa mi amor, qué dices?
-Nada mascotica, nada ¿A bailar no?
-Claro, ¡más fino!
-Claro.
Así empezó mi noche, explorando esto que ustedes llaman rumbear. Me encontraba en el mejor local de Caracas, según dicen, aunque muy iluminado para mi gusto. Eran pasadas las 2am y el DJ había puesto I Gotta Feeling, una canción que todos coreaban (en inglés machucado) como si se tratara de un himno. Mi presa, perdón, mi pareja de baile, se movía frente a mí como sólo una latina puede hacerlo. Yo intentaba seguirle el paso, pero confieso me distraía con el quiebre de sus caderas.
-Me encanta este país. –Le grité en voz alta para que pudiera oírme.
-Ah. ¿No eres de aquí? Yo pensé…
-No, si soy pero… es… estuve de viaje por mucho tiempo. Es complicado de explicar mascotica…
-Ja, ja, ja ¿Por qué me dices mascotica?
-¿Y por qué no? A ver ¿Cómo quieres que te llame entonces?
-Por mi nombre, pues. Soy Mariana. Dijo resuelta, y sus ojos brillaban sin dejar de observar mi rostro. Mientras que su sonrisa picara de labios carnosos color carmesí, me recordaron lo muy viva que ella estaba.
-Jum, Mariana. Mariana, Mariana…
-¿Y tu cómo te llamas?- Me preguntó- ¿Estás disfrazado de recoge latas? Je, je, je.
Pero yo no le presté atención. Estaba embelesado con su figura, y me puse a pensar en un verso para dedicárselo a ella. Por lo que le respondí:
-Oh Mariana ¿Te gustaría morir por la mañana?
-¿Ah?
-¿Y que tus gritos resuenen por la ventana?
-¿Qué?
-Y tus vecinos no puedan hacer nada…
– (…)
– Cuando mueras por la mañana. ¡Oh Mariana!
La chica quedó paralizada. No sabía si sonreír ante aquel “halago” o salir corriendo. Pronto el brillo de sus ojos cesó. Y la expresión de su rostro se ensombreció. Sus manos se separaron de las mías al sentir un súbito escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
-Siento miedo. –Dijo ella, con voz temblorosa. Y no supo por qué pronunció esas palabras y ello le causó más temor.
– No debes temer mascotica. Era una broma, ¡por Halloween! – Le respondí, sabiendo que la había puesto.
-Ja, ja… muy gracioso tu… ¡Me voy!
-¡No! ¡Espera! ¡L-lo hice por qué me gustas!- Dije apresuradamente, muy apresuradamente (idiota yo…)
Ella no respondió ante aquello. Su miedo en segundos se transformó en repulsión.
¡Que patético!, que Gallo… Pensó Mariana levantando su ceja y entre el humo del hielo seco se esfumó. Así perdí mi oportunidad. Y pensar que había comenzado muy bien la noche…
¿Podré comprender a las chamas de Caracas? ¿Alguien las comprende? Es sorprendente como han cambiado las cosas desde que tomé mi última gran siesta…
Bah, que cagada… Bueno, pagaré la arrechera con otro gatillo alegre. Ese de allá se ve bastante periqueado, voy a buscarle peo.
-Epa mariquito, si ¡tú! ¡Ven acá!
Fin.
Nota del autor:
Hola, esto es un experimento literario, para agarrar habilidades en esta empresa de convertirme en escritor. Agradezco sus comentarios, críticas, sugerencias, entre otros. También, he creado un blog donde estoy compilando todas las entradas de esta historia (hasta que me fastidie de escribir sobre este vampiro) el link del blog es: http://novidacaracas.tumblr.com
Saludos/Gracias
LetraAnalfabeta