Leí los dos primeros libros de la serie antes de abandonarla convencido de que J.K. Rowling tenía una gran imaginación, y era una buena «cuenta cuentos», pero que el mundo interior de sus personajes no era lo suficientemente profundo para engancharme. También la sensación de claustrofobia que me producía Hogwarts me espantó. Decidí que mejor invertía mi tiempo en otras cosas y seguía la corriente sólo con los films. Cuarón fue él primero en acertar, oscureciendo el mood del film, lo que convirtió su entrega en la más popular de la serie (tanto así que se mantuvo en todas las secuelas de alguna u otra forma) A cuál le pertenece el segundo lugar, es más discutible. Yo elijo con mucha timidez a la Orden del Fénix, al menos por regalarme una secuencia de acción interesante. De cualquier modo, apenas me parecen decentes. Excepto por la de Cuarón, el esfuerzo parece estar más dirigido a traducir a imagen a los magos que enloquecen a miles de fanáticos terroristas alrededor del mundo que a generar una propuesta fílmica valiosa en sí misma. Hasta ahora. Toda esta cháchara es porque quiero convencerlos de que le den una oportunidad a esta séptima película. Si no te ha gustado la serie porque te parece muy fastidiosa, maricona, infantil, sobrestimada; créeme, esoa no tiene nada que ver. No sé si es porque el material original ha madurado con su generación y su escritora, –-alguien que conozca más los libros podrá decirmelo–, o si es porque su director, Yates, se graduó finalmente (en las palabras de un colega). Pero el resultado final es una pieza mucho más compleja, más seria, redonda (irónica porque es la primera parte). Es evidente que Yates tomó muchos riesgos al agregar material y usar el lenguaje de una manera más inteligente para representar el sentimiento de absoluta soledad, e incertidumbre, y esa horrible sensación de crecer a la fuerza. Con esta entrega la saga se libera, en todos los sentidos: de las fronteras de Hogwarts y de las fronteras de lo evidente. Esencialmente se trata de la relación entre sus protagonistas, con un cuidado increíble que nos hace pensar cómo demonios nadie se tomó la molestia de darle más importancia a esto antes. Es el caso de la maravillosa escena de baile entre Harry y Hermione en la carpa, una de las mejores escenas de la serie. Sólo bastó eso (escena que me informaron NO está en el libro) para expresar algo que la literalidad de las películas anteriores no habían logrado. Sumado a eso está todo el contenido de discriminación que claramente es una alegoría al regimen Nazi, representado con el aterrador Ministerio de Magia. Esto y la multiplicación de la acción, revela que no pretende ser una pieza infantil. Es interesante lo difícil que es —si te lo propones— destruir este film con la facilidad que se podía los anteriores. Eso ya tiene que decir algo ¿no? Véanla. Háganlo. Si no se ponen necios creo que como yo, se llevaran una sorpresa.