Desde 1987 hasta el 2010,el mundo cambió drásticamente. Ni si quiera Oliver Stone es el mismo,y por ende,nosotros lo valoramos de manera diferente.
Después de la emblemática “Asesinos Natos”, su carrera comenzará a dar tumbos y palos de ciego, al punto de descender al foso de la popularidad y de la credibilidad, por culpa de fiascos creativos de la talla de “WTC” y “Al Sur de la Frontera”. De paso, debió filmar una segunda parte de su documental sobre Fidel ante la protesta del público.
Sin embargo, de su período de decadencia,podemos rescatar algunos títulos con pinzas.Primero,“Any Given Sunday” sigue siendo una gran película deportiva.Segundo,“Alexander” contiene momentos de enorme fuerza visual,aparte de ser el mejor retrato indirecto de la caída del emperador Bush en tiempos de guerra.Incluso por encima de la fallida “W”. Por último, “U-Turn” es una pequeña obra maestra.Film diabólico, intoxicado y de culto a la altura de una terapia de rehabilitación del director.
Pero su época dorada,de niño mimado de la industria,había culminado. El Oscar le daba la espalda, aunque él pensaba merecerlo por variaciones de sus biografías conspirativas,como el caso de “Nixon”,versión manierista de “JFK” y “Nacido el Cuatro de Julio”.
Atrás quedaba la era de su ambiguo izquierdismo caviar,celebrado por la academia en el 1986 con la glorificación de “Pelotón”, como mea culpa por la derrota en Vietnam.
El tercer milenio lo enfrentaría con el abismo personal y profesional de su carrera, al rebajarse a la condición de propagandista y de Leni Riefenstahl de cuarta categoría al servicio de los caudillos populistas del siglo XXI.
En síntesis, su cine comprometido ya no despertaba adhesiones inmediatas y tampoco lograba conectar con los intereses de las nuevas audiencias. Por eso, busca moderarse al momento de retratar la caída de las dos torres y al instante de perfilar la semblanza del antecesor de Obama. En ambos casos, pierde la brújula y decepciona a sus incondicionales. Luego toca fondo en Caracas con el comediante en jefe,mientras cena en restaurantes de lujo de Las Mercedes, bajo el patrocinio de la chequera boliburguesa de Andrés Izarra(presidente Telesur).De ahí la hipocresía de su trabajo en Venezuela.
Por ironías de la vida, otra crisis lo sacará a flote y de sus apuros con el fisco.Es la tercera de Wall Street y de la bolsa de valores, tras los hundimientos de 1929 y 1987,cuyo colapso supo anticipar junto con la familia Sheen y Michael Douglas.
Por consiguiente, la ruina de los banqueros volvió a favorecerlo, en una cruel paradoja como de Michael Moore. De hecho, por separado llegaron a la cartelera para glosar las miserias del capitalismo contemporáneo, según su dudosa doble moral,donde se enriquecen gracias a la fuente de su crítica.
De cualquier manera, “El Dinero Nunca Duerme” es muy inferior a “Codicia y Poder”, palabras mayores a pesar de los inverosímiles giros de su guión.
Con todo, la secuela se deja ver con fruición, si consideramos la impronta de la fotografía de Rodrigo Prieto, la emocionante edición, la impecable interpretación del reparto coral y ciertos destellos de genialidad del autor, a la hora de saber plantar la cámara en su sitio para sugerir y proponer conceptos más allá del dilema clásico,dicotómico,previsible y caduco del libreto. El argumento es la repetición del tema original, inspirado en el conflicto universal del complejo de Edipo.
Para Stone, el narciso posmoderno se debate entre referentes positivos y negativos de la mitología canónica. En el desenlace, el protagonista optará por el mal menor, hará la buena acción del día y se reconciliará con el lado oscuro de la fuerza, en un happy ending tan artificial e impostado como presto a reivindicarse como una sutil autoparodia.
Vebigracia, hacia el cierre, el cineasta reincide en la figura retórica de la burbuja, al despedirse con ella en un largo travelling, estacionado frente a la imagen de la fachada de la ciudad de Nueva York. La metáfora puede pecar de obvia,solemne y choronga. No obstante, nos gustó porque desmiente la falsedad de la conclusión.
Después de todo, la felicidad de los personajes en el epílogo, parece condenada a revertirse y derrumbarse de cara a los vaivenes y altibajos de la economía de mercado. De tal manera sucedía con la primera parte. Charlie Sheen iba en dirección a los tribunales a traicionar a su mentor en la defensa de su honor, mientras la metrópolis se lo tragaba como en una distopía de ciencia ficción.
Así la primera y la segunda acaban por igual: con pesimismo y constatación del eterno retorno de lo mismo.Es decir, el reino de los castillos y edificios corporativos de La Gran Manzana, permanece por encima de los individuos nobles.
Constatación entonces de la fragilidad del héroe americano y de la incapacidad de redimir al sistema por el empeño de un solo hombre(cual Obama). Los Gordon Gekko son la norma del juego de la industria.
De resto, extrañamos mayor profundidad en el desarrollo de los caracteres femeninos, relegados a un tercer plano de mujeres desesperadas y carentes de afecto.
Atención,la metralleta de frases lapidarias de Michael, se agota rápido y tiende a fastidiar. No me trago el asunto del blog,el argumento de la venganza y el cuento generacional del chico verde en proceso de rehabilitación.Las discusiones con tecnicismos y jerga de tiburón de las finanzas, colman la paciencia del respetable. A los diálogos les faltó capacidad de síntesis.
En general, como con algunas informaciones de Wikileaks, “Wall Street 2” llueve sobre mojado, redunda en la materia y se revela incapaz de ofrecer un aporte sustancial a la investigación del fenómeno. Únicamente, trascenderá como ejemplo de las inseguridades de la meca para responder a los problemas de su contexto.
Prefiero los documentales conspirativos de Charles Ferguson y Alex Jones.
En nuestro país, Mario Szichman lo hizo mejor con su magnífico libro,”El Imperio Insaciable”.
Tiene poco sentido pasar dos horas y media encerrado en una sala, para enterarse de un subtexto cuyo contenido puede ser resumido en un mensaje de Twitter.
Alerta ,las crisis son como burbujas cíclicas.Tremenda revelación.
Al menos,nos sirve para describir el desarrollo de la filmografía de Oliver Stone. Ahora a la cola de las recaudaciones y a la retaguardia del discurso políticamente correcto, coronado por el tradicional canto a la maternidad.
Conceptualmente, vive de la bancarrota y de los residuos de su herencia.
Coincido contigo en varias cosas, sobre todo el final de telenovela mexicana insoportable. Pero lo que no le perdono a Stone es lo que la película *pudo ser* : Una disección osada y profunda del sistema financiero americano y de la crisis. Alguien que vio la película entendió algo sobre cómo sucede la crisis, qué la trajo y la produjo ? No, porque Stone, con su empeño en poner sus opiniones por encima del relato, reduce la crisis a una fotocopia mala de El Padrino, donde Eli Wallach y Josh Brolin están casi que malandreando al FED en una habitación a medio iluminar. Por un momento pensé que Brolin iba a decir, « bien, pero voy a abrir un Casino en Las Vegas y quiero que cantes en él ». Triste ver a Stone últimamente tratando de hacer un rompecabezas a martillazos…