«Yo serví al Rey de Inglaterra» es una película interesante, hecha por uno de los dos ganadores de Oscar de la República Checa, otrora Checoslovaquia, Jiry Menzel. Está basada en un gran libro de Bohumil Hrabal, el mismo autor de aquella película que ganara el Oscar. «Trenes rigurosamente vigilados». Esta fue quizás de las películas más importantes de la «Nueva Ola Checa», junto con las realizadas por Milos Forman («Los amores de una rubia», «Al fuego los bomberos», «Atrapado sin salida») de finales de los sesentas, opacada por la «Nueva Ola Francesa» que recorrió al mundo. Hrabal es quizás uno de los autores literarios contemporáneos de esas tierras. Menzel, el director de la cinta y de esta que hoy recomiendas, sigue activo aunque quizás con un tono muy nostálgico en su cine. El humor ingenuo, la sátira, la crítica encubierta al sistema político de la época, que fueron señas inconfundibles de la «Ola checa» aquí funcionan con mucha menos efectividad. Sin embargo, es una película interesante de ver porque muestra un personaje sencillo, oportunista y afortunado que sobrevive, vive y pasea por la segunda guerra y la ocupación de los soviéticos a Chequia, con un sinnúmero de situaciones y anécdotas reales, siempre vistas desde esa perspectiva humorística y crítica. Cine muy europeo y clásico. Tal vez encontremos puntos de coincidencia con nuestra manera de afrontar nuestro contexto.
Gustavo Rondón.
No tenía buenas referencias de “Yo Serví al Rey de Inglaterra”. Pero leí la crítica de Gustavo Rondón y me animé a verla el sábado en el Trasnocho Cultural, donde antes de la función compartimos la risa del público ante el absurdo de las cuñas del gobierno.Irónica antesala para la proyección de la cinta en Venezuela.
De hecho, la película se presta a la comparación con el caso contemporáneo de la agenda nacional,entre cambios gatopardianos,cacerías de brujas,expropiaciones forzosas,ricos devenidos en mendigos,conflictos de poder y derivas surrealistas de la política, bajo la inspiración del “Triunfo de la Voluntad” y el caos delirante del cine de Fellini.
También hay guiños a “Tambor de Hojalata”,“Gran Dictador” y “Vacaciones de Señor Hullot”.
No en balde, el protagonista es una especie de híbrido posmoderno, cuya imagen cándida rescata y resucita el código genético de los grandes comediantes de la era silente, de Chaplin,Keaton,Harpo y Tati en adelante.
Habla poco, juega mucho y asiste como testigo de su tiempo al derrumbe de su contexto,cual versión(aparentemente naiff)de “La Insoportable Levedad del Ser”.
El director podría ser una mutación kafkiana de Milan Kundera, aunque con mayor grado de optimismo por la condición humana, a pesar de los embates y los fracasos de la posguerra.
Aun así, el antihéroe jamás pierde la autoestima, la esperanza y la vocación de servicio,mientras recibe golpes del destino,a diestra y siniestra.
El guión ubica al personaje en el centro de la historia de la república Checa, para hacer a través de su vida una radiografía de las venas abiertas del continente europeo y de las contradicciones de su país,un rato con la nación ocupante de turno,otro con la necesidad de reafirmar la soberanía a cualquier precio.
Por ende,la moraleja resulta ambigua y ambivalente, medio desoladora,medio idealista.
Por un lado, el tono y el enfoque estético permiten al espectador desahogar la tensión latente de la puesta en escena. Los gags son afortunados y despiertan la identificación inmediata del espectador,quien además goza de lo lindo con la planificación audiovisual de las secuencias de impacto,algunas de ellas cargadas de un erotismo conscientemente kistch. Es la contemplación del cuerpo desnudo como metáfora del hedonismo,el placer,la libertad y la explotación.
Aparte,se rinde tributo(cínico) a la era primitiva de los Hermanos Lumiere y compañía en blanco y negro,según el perfil de un homenaje satírico(tipo Emir Kusturica).
Por el otro, la conclusión sintetiza la larga memoria de subordinación, obediencia y sometimiento de la nación aludida, resignada a trabajar como mesonero de los más diversos y variopintos clientes:militares,ricos,nazis y blocheviques. Al final, se trata de una maldición colectiva y social,condenada a repetirse por ciclos,década tras década.
El país, como el personaje, cree arrimarse a la mejor sombra, en pos de la riqueza, el progreso y la prosperidad. Pero después queda sumido en la miseria,la indigencia y la pobreza absoluta.La paradoja de las utopías del siglo XX.
La redención le llegará,si acaso,en el futuro,si logra llevar a la práctica las duras lecciones aprendidas en el pasado.
Con dignidad y dentro de un cuarto de espejos, la república Checa se despide de nosotros con la convicción de haberse despojado de sus fantasmas, de sentirse satisfecha con su imagen del presente,de contar con la suficiente madurez como para revisarse así misma delante de nosotros. Lamentablemente, sus peores reflejos nos persiguen ahora en la caja boba,de la mano del pequeño emperador de la Quinta República.
Por fortuna, siempre podremos ofrecerle resistencia. Allí reside la principal enseñanza de “Yo Serví al Rey de Inglaterra”,salvando las distancias y al margen de sus concesiones demagógicas.
Mención aparte para los fragmentos dedicados a la preparación de los banquetes. Las alusiones a “La Gran Comilona” son claras,más allá de las diferencias.
Provoca pegarle un mordisco a la pantalla.
PD:detectamos defectos de sincro de sonido y lipsing.El esquema alegórico tampoco es novedoso.Percibimos el estancamiento del autor y de su filmografía.
De resto,cero rollo.