El ADULTO y el NIÑO al fin deciden encontrarse, después de haber vivido largo tiempo separados, ignorandose el uno al otro. Ambos fijan sus miradas con ojos que parecen imperturbables. Al NIÑO desde cada pupila parecia brotarle fuego, capaz de alumbrar el alma más lúgubre y llenar de felicidad cada espacio de la vida con impaciencia y despreocupación. El ADULTO de forma contraria se notaba apesadumbrado y sus ojos parecían un profundo pozo, ennegrecido por el ocaso de la vida y el constante sufrimiento que le maniataba el alma…
-El pequeño le dice al adulto: ¡Quiero ser como tú!
-Sé que algún día no muy distante seré igual que tú. -El hombre le contesta. Eres muy joven todavía, ¡No sabes lo que dices! , no tienes idea de lo que significa ser yo. El NIÑO sin entender prosigue la conversación y le manifiesta: ser tú para mí significa ser mejor, obtener más inteligencia, ganar más razón, poder alcanzar el éxito, dinero, propiedades y llenarme de responsabilidades !Yo nesecito llevar tu pesada carga!, ¡Nesecito tocar la felicidad así como lo haces tú!…
-El adulto responde: yo hace tiempo que olvide la felicidad, ¡Quiero retroceder el tiempo y ser como tú! pero es imposible, ya mi vida está predestinada al hastío, el cansancio y la pesadez. -Yo como adulto me he cargado de excesivas responsabilidades; etiqueto la vida facilmente con juicios valorativos, soy causante de perjuicios, también capaz de generar envidia, me agobian las preocupaciones. Mi tarea ha sido alejarme de mi niñez y jamás regresar a ella, he perdido el camino que me conduce a esa distante etapa.
-Dicho ésto, el NIÑO descendió su rostro y con lágrimas en los ojos apagó el fuego que anteriormente yacía en ellos, entonces le replicó: sí el volverse ADULTO resulta tan doloroso ¿Por qué se me obliga todo el tiempo a convertirme en algo tan triste?, – esa mísma pregunta ha trastocado mis pensamientos desde el día en que dejé de ser niño -argumenta el ADULTO. Renuncié a pensar, a sentir, actuar como tú con pureza, sinceridad, ímpetu. Tú siendo niño eres capaz de ser tú mismo, sin esconderte; no tienes que actuar frente a nadie o desmostrar lo valioso de tu ser para encajar con los demás, siendo como tú es posible amar y odiar con la más impetuosa de las sinceridades, gritar, correr y danzar siempre en alto, sin importar las burlas y las implacables miradas de la vida. Vacias el alma de lágrimas cuando lo deseas, juegas con el destino e imaginas entre risas, mundos de posibilidades. -En mi caso he olvidado cómo jugar, por eso se me hace tan dificil recordar éstas cosas…
-Saltando de un pie el niño murmuraba. 1. 2.. 3… 4…. no paraba de saltar, parecía que todo lo dicho hasta el momento por el ADULTO había sido en vano, sin embargo, el pequeño se detiene un instante y vuelve a mirar al adulto con sus ojos de fuego y le pregunta: ¿Quieres jugar conmigo?, la perplejidad en el cuerpo del ADULTO era impresionante, tiritante e inseguro de sí mismo dudo por un momento, luego el niño insistió nuevamente. ¡Ven acercate mi deseo es jugar contigo! , convencido el ADULTO tras el segundo intento se acercó y se divirtió como núnca antes (entre risas y bailes), entonces un poder desconocido lo embargo desde su interior, y penso dentro de sí…
-Esto debe ser lo que llaman felicidad su significado siempre ha estado en mí. -Todo era tan simple; sólo debía agitar el espíritu de la niñez y recordar que todo sueño nace en crear imaginando y después construir viviendo, la realidad que tanto se persigue. Pero nunca jamás permitir que el cansado mundo de los ADULTOS, sea una brecha entre tú niñez y tú adultez…