Plateas de supervivientes aplauden histéricamente absurdos ritos de momificación.Los intérpretes,con la excepción de poquísimos,siguen sirviendo la sopa recalentada de una utopía gazmoña y reaccionaria.No tendría nada de malo si no fuera porque,después,aquélla es vendida como la parte más sana y noble de la humanidad.Una casta culturalmente superior.
La obra en la que se vuelva la interpretación para violarla y liberarla se convierte en un umbral:traspasarlo significa entrar en la modernidad. El público de la música culta ha cultivado hasta hoy un ideal exactamente contrario:la obra como lugar separado, como parque natural en el que dar a sus propios ideales resguardándolos de la corrupción de la modernidad.
Alessandro Baricco:Una reflexión sobre la Música Culta y Modernidad.
El siguiente puede ser leído como una confesión,casi un exorcismo para liberarme de mis demonios y fantasmas con la música culta. Por ello,me identifiqué plenamente con el subtexto de “Cuatro Minutos”,pero no me quiero adelantar a los hechos. Primero voy a hacer mi conjuro personal por partida doble: contra los represores del orden de la escritura y contra los guardianes del repertorio clásico.
En el pasado, unos me impidieron expresarme con libertad al descalificarme la subjetividad como un tabú.Si redactaba en primera persona,me raspaban. Así de simple. Los otros se me atravesaron en el camino laboral, por cuestiones del destino. Yo fui ingenuo y les creí. Después descubriría mi craso error. Sea como sea, cumplo con echarles el cuento con pelos y señales.
Hace mucho tiempo, yo respetaba a la música clásica y la consideraba como un ente superior al resto de los géneros mal llamados populares.Estaba profundamente equivocado.
Por tal motivo y de buena fe,me embarqué en la dirección de un documental sobre el Sistema de Orquestas, en paralelo con el de Beto Arvelo, “Tocar y Luchar”. El suyo llegó lejos. El mío solo tuvo repercusión local en televisión y además se proyectó fuera del país, gracias al empeño de algunas figuras leales de FESNOJIV.
En cualquier caso, “Tocar y Luchar” se convirtió en el documental oficial del Sistema.Sin embargo, había pocas diferencias entre los dos.Por supuesto, el de nosotros fue modesto porque careció del apoyo monetario del trabajo de Beto.Aun así, entregamos un resultado digno y a la altura del compromiso.
Por cierto, las famosas palabras de Simon Rattle sobre el tema de la resurrección, las dijo a consecuencia de una pregunta formulada por nosotros, en una rueda de prensa donde asistieron cuatro gatos.Naturalmente, ningún colega no los reconoció. Para aquel entonces, el Sistema no era tan célebre como ahora.
Luego del estreno del documental, sufrí un colapso por agotamiento musical. Es decir, literalmente llegué a aborrecer la música clásica por cerca de dos años. Dejé de ir a los conciertos y perdí mi interés en el Sistema progresivamente, ante su monstruoso crecimiento publicitario,mediático y político, al punto de convertirse en la bandera del hombre nuevo, de la revolución orquestal dentro y fuera de Venezuela.
Para mí el colmo de la nausea tuvo lugar cuando vi a Dudamel en TVES, tras la salida del aire de RCTV.Mi respaldo incondicional por el proyecto del maestro Abreu, había llegado a su fin. Desde entonces, cobré mayor conciencia de sus contradicciones y de sus defectos.
En paralelo, me sumergí en la investigación para conocer(a fondo) la realidad de la tesis de Abreu. ¿Los niños podían redimirse con la música?La respuesta era incierta. En algunos casos,sí.En otros no.
Para decirlo al rompe, no se trataba de una fórmula matemática exacta.La ciencia aquí brillaba por su ausencia.En el papel sonaba muy bonito.En la práctica terminaba por ser la justificación de toda una voluntad de poder en decadencia,la de la música clásica y sus apóstoles mundiales.
De ahí la beatificación global recibida por el Sistema, de manos de las figuras más rancias de la academia. Ninguno de sus invitados dijo nada sobre la situación del país, y muchos se tomaron la foto con el Presidente y sus autoridades. La música clásica seguía siendo,después de todo, un monumental caballo de Troya. Adentro se tejían los más complejos intereses económicos,corporativos y culturales.Afuera los niños brindaban la imagen de un movimiento puro y candido, en expansión.
Últimamente, intenté vencer mis prejuicios y asistí al Centro de Acción Social por la Música, para atender al llamado de Krzysztof Penderecki. Apenas lo pude aguantar por tres cuartos de hora. Para comprenderlo y racionalizarlo como descontento, debí ver “Cuatro Minutos”.Lapso suficiente para desmontar el teatro solemne de Penderecki y compañía, secundado por la misma juvenil de mi documental,siete años después.En cristiano, son todos una pila de viejos,como yo, prestándose al juego de la ejecución exacta de la partitura del maestro de turno.
Por consiguiente, me gustó “4 Minutos” más allá de sus innumerables lugares comunes,estereotipos y secuencias prescindibles, cuestionadas con inteligencia por el colega,Alexis Correia, en su crítica de hoy publicada por el periódico “El Nacional”.
Para empezar, “4 Minutos” habla con sinceridad y honestidad en el lenguaje moderno y posmoderno de su época, alrededor del tópico de la música clásica, bajo la visión refrescante de teóricos como Alessandro Baricco,defensor a ultranza de las mutaciones(de los supuestos bárbaros), en oposición a los criterios dogmáticos, binarios y cerrados de los autodenominados civilizados.O sea, los garantes de la academia de la historia,de la lengua y de la música,quienes no se cansan de imponernos leyes y reglas para comunicarnos. Verbigracia, el absurdo de la corrección 2010 de la ortografía,llena de remiendos, advertencias,prohibiciones y autocensuras. Por favor. Y todavía los entrevistan y los glorifican en reseñas de fin de semana. Prefiero mil veces la versión en espanglish del Quijote de Ilan Stavans.Dígalo ahí, mi brother.
En “4 Minutos” existe un sistema con varias subdivisiones y superegos. Cada uno representa un arquetipo siniestro del estado alemán(derivado del consenso Nazi).
El dueño de la cárcel es el emblema del político demagógico y oportunista de hoy en día. Busca fama y notoriedad para garantizar su permanencia y continuidad,mientras hace acuerdos por debajo de la mesa con los amos de la prensa.
Los guardias se comportan como los vigilantes fascistas de un campo de concentración contemporáneo,para mujeres pobres y miserables. El rostro oculto de un país próspero y rico. La cara fea de la cancillera Angela Merkel. El director también se pone, como Gunter Wallraff, del lado de los perdedores del mejor de los mundos.
Hay un papá con un complejo de Edipo insaciable, cuyo apetito por el éxito se devora a sus hijos como Saturno. Por último, las dos protagonistas son víctimas del sistema de ellos(tal como lo afirma Alexis). La instructora del centro penitenciario guarda un curioso parecido con la profesora Rotenmayer y con el maestro Abreu. La describen a base de pinceladas gruesas, pues oculta un pasado oscuro, aunque la salva la impresionante caracterización de la actriz Monica Bleibtreu(fallecida en el 2009).
Por su parte, Hannah Herzsprung incorpora a la sufrida y martirizada Jenny von Loeben, síntesis del recambio generacional de alemania tras la caída del muro de Berlín. Es como un “Lola Rent” con rasgos de “Tomboy”, en el cuerpo de una bailarina deconstructiva,a lo Pina Bausch,con una relación de amor y odio por el piano,al extremo de utilizarlo como instrumento de percusión,a lo “Stomp” y “Blue Man Group”.
La tensa relación entre profesora y alumna, ciertamente no es original.Recuerda el guión de múltiples melodramas fallidos de escasa repercusión. No obstante, recupera la esencia pesimista,erótica y autodestructiva de la fascinante, “La Pianista”, de Michael Haneke,emparentado con el director de “4 Minutos” en su óptica desencantada hacia la institución de la música culta, como símbolo de la entropía,del racismo y del sectarismo de la vieja Europa.
En efecto,el contexto carcelario de la pieza funge de metáfora del país, y por tanto, evoca el entorno opresivo de títulos germánicos de reciente data como “El Experimento”,”La Vida de los Otros” y “El Noveno Día”.
La pesadilla expresionista de Hitler continúa robándole el sueño a la industria de su nación de origen.
En dos platos, “4 Minutos” plantea una respuesta, una alternativa feminista y una resistencia válida al sistema de la dominación masculina de la música culta,establecida. Según el largometraje, el antiguo régimen ya no da para más, es caduco, anacrónico y discriminatorio con la impronta del hip hop,el Jazz,el rock,la salsa y el regetón.
Al menos,debemos reconocerlo, aquí tocamos la fuga con Pajarillo de Aldemaro y el Mambo en clave de banda marcial. Pero tampoco es para tanto.
Por ende, me reconcilié con la música culta gracias al final de “4 Minutos”, donde la ponen en jaque y en tela de juicio,al subvertir una composición de Schuman en una competencia juvenil.
Paradójicamente,es un desenlace de película,clásico,de victoria parcial de la disidencia frente al control de sus verdugos, de superación de la adversidad, de “Shine”, de “El Pianista” de Polansky,de miles de miles de “happy endings”.
Con todo,tiene lo suyo,tiene tumbao,tiene azúcar,tiene veneno,tiene burdel como diría Ibsen. Es calle pero elegante. En fin, no es como “Maroa” y su mareo.
Yo lo proyectaría encantado de la vida delante de la plana mayor del Sistema de Orquestas, al estilo de “Bastardos sin Gloria”.A ver si agarran mínimo, si cogen línea, si rompen con sus moldes y atavismos.
¡Hey teacher leave them kids alone!
Catarsis ideal para mis demonios y los fantasmas colectivos del nuevo cine alemán,comprometido con su historia.
Olvídense de cambios drásticos y progresos reformistas.
Acá el epílogo nos devuelve al conflicto del principio, al reconocimiento de la imposibilidad de domesticar a la furia contenida.Ergo,les traerá de regreso al cierre de “La Naranja Mecánica”.Otra refutación al mito regenerador y apaciguador de la música clásica.
A la chica le espera el confinamiento por su atrevimiento.
A nosotros la oportunidad de discutir y asimilar su dura lección.