Descreerse las mentiras, creyendo
Dejarse con-sumir en un acto de fe devaluado.
Desbaratar las naves espaciales.
Repetir, vociferar todas estas pruebas intangibles
de vida en los otros planetas:
de organismos palpitantes
de bacterias y,
en el mejor de los casos,
de seres verdes con antenas.
Desmentirlo todo a los gritos,
olvidarse de las lucecitas parpadeantes que se ven en las noches
tachar con amnesia los recuerdos de todas las abducciones,
Aunque llegue una a sentirlas
en las yemas de los dedos…
En el espacio de la noche
que es sólo aire
y ventanas
.
Establecer con mucha metodología y disciplina
una serie de consignas insoportables.
Diluir el polvito en su correspondiente líquido estéril
y aplicar la solución con aguja en una nalga
-o el en brazo, si se es de los más cobardes.
Masajear el área afectada por tanta violencia punzante
y hacerse la idea que el líquido espeso comienza a filtrarse por los músculos,
por la sangre.
El hormigueo inicial da paso
al accionar inflexible de la campaña propagandística,
convenciendo cuanta vena y cuanto tejido confundido
carentes de memoria y nostalgia,
haya por ahí,
propensos a dejarse comprar con un paquetico de harina pan.
Si el caso lo amerita, se pueden regalar también televisores y neveras:
El populismo intravenoso no escatima en sus recursos
.
No estaría de más empezar a usar unas gríngolas.
Con todo este revival ochentoso de ponerse calentadores y leggins
no se puede desentonar.
Pasaría, si acaso, como una falsa alarma de excentricidad.
Caminar derechito como los caballos.
Asumir el paseo en círculos con jovialidad y desapego.
Inventar algún que otro edificio,
algún que otro árbol,
para que el trayecto,
obligatorio,
no se vuelva tan tedioso
.
Acumuladas unas sobre otras las capas del engaño
Superpuestas como las partes de una cebollita lacrimógena
(como todas las cebollas y cebollitas que conozco)
Se procede a hacer un corte transversal
y otro
y otro.
Se nos llena la tabla de artificio en julianas
y más tarde,
en cuadritos.
Se nos llenan los ojos de lágrimas
de puro desperdicio
.
Mejor si se sumergen los pedacitos en vinagre y sal.
Deshidratar cebollas rotas
evita el mal aliento,
suaviza el picor
y neutraliza
(el sabor de)
toda esta falsedad fibrosa/
toda esta invención vegetal.