¿En qué estoy pensando?
La sutileza de las últimas producciones del director están ausentes en Hereafter.
El film cuenta tres historias paralelas de personas que tienen una relación estrecha con la vida después de la muerte: un niño en Londres, una periodista en Paris y un obrero (que solía trabajar como psíquico) en EE.UU.
El resultado son tres películas distintas, conectadas por elementos forzados y con la visión más pangola (pajua) posible de un tema tan complejo.
Si hay algo admirable en Hereafter es que logró mantenerme pensando por más de una hora que algo increíble iba a suceder, que una epifanía filosófica de Eastwood se materializaría en la forma de una secuencia brillante que iba a justificar toda la arbitrariedad cursi del largometraje; pero en algún momento las esperanzas se pierden.
Dejas la sala pensando que debes estar equivocado, que se trata de Clint Eastwood y hay algo que estás pasando por alto. En mi caso, me tomó menos de un día para sincerarme y reconocer que poco era rescatable de la película; parece la proyección senil de alguien que se aproxima a la muerte y desea con desesperación encontrar una explicación bíblica que satisfaga sus dilemas existenciales con una esperanza de olor a Glade: Frescura Primaveral Post Mortem.
En los momentos que brilla, tiene que ver más con las bellas imágenes que sabemos que el director sabe construir con esmero que con el argumento de la película, que a propósito se hunde y se hace trizas como uno de los cadáveres arrastrados por el agua en la secuencia CGI terriblemente lograda del inicio. Irónicamente, el film fue nominado a la categoría de Efectos Especiales del Oscar #WTF.
¿Qué te espera más allá de la vida? Como dijo un amigo: un lugar común, y no literalmente.