Del Éxtasis al Tsunami del Marketing Cinematográfico

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Un Oso Yogi de cartón nos recibe en el cine.Los niños lo abrazan,lo besan y se toman fotos con él.Es una de las atracciones del contexto multiplex.Especie de simulacro de tercera generación, pues es la copia de una copia de otra copia.No llega a ser el Mickey Mouse del parque temático,porque carece de vida, pero cumple con el trabajo de ofrecer una emoción diferida y una presencia virtual.

Diez metros a su izquierda, lo escolta una reproducción de Justin Bieber,equivalente del favorito de los niños para las niñas menores de edad,quienes lo miman,lo acarician y sueñan con robárselo a su casa.También lo registran y lo retratan con sus cámaras celulares.Después de todo, la fotografía sigue siendo el mejor consuelo fetichista de la historia. Nos alivia en ausencia del objeto de deseo,como un calmante para los nervios y una pastilla para el amor.Mezcla de “Prozac” con “Éxtasis” en esteroides. Es la publicidad de guerrilla en tiempos de 3D y BTL,aunque a la forma de un material P.O.P. o de un libro “pop-up”.Así es el markenting del cine comercial en la actualidad, fuera y dentro de Venezuela. Usted decide cómo calificarlo.Puedo sugerirle algunos nombres:”trash deluxe”,”consumo after pop” y “kitsch posmoderno”.

Del exterior arriban containers y containers a lo PDVAL con sus moldes de desecho,fáciles de armar y desarmar,cual muñequitos de la cajita feliz.No en balde,el fenómeno constituye la punta de lanza de la McDonalización de la oferta audiovisual,junto con las películas de explotación,por supuesto.

El largometraje es solo la excusa y el pretexto para configurar un escenario kafkiano al servicio del guión comercial de la industria. En ello poco o nada parece cambiar para Hollywood y sus filiales internacionales,entre las cuales destaca la de Venezuela dentro del mapa y el concierto de América Latina.Por desgracia, es una relación vertical de arriba hacia abajo,donde debemos conformarnos con recibir y comprar en vez de intercambiar y vender. ¿Cuál es la solución?Nadie lo sabe y nadie lo discute.Es un tema políticamente incorrecto.Preferimos soslayarlo y fingir demencia ante su impronta.

En paralelo, la respuesta criolla,como siempre, radica en imitar y remedar el lenguaje foráneo de la propaganda en primera persona,con intervención directa o indirecta de los protagonistas de la farsa de moda en su sala de confianza.

Sueltan a fulanito de tal y a menganita como el Oso Yogi y el Bubu de la charada,para firmar autófragos,darse besos y tomarse postales demagógicas abrazando fanáticos.Son potenciales candidatos a Gobernadores,Alcaldes y Diputados. Hablan de igual modo y les fascina llenarse la bocota prometiendo logros,metas,regalos y éxitos supuestamente compartidos. “Es por Venezuela, lo hacemos por el país y por ustedes”. Por ningún sitio le vemos el queso a la tostada y al final ellos se reparten el botín,a espaldas del público.Confunden el singular con el plural para conquistar la mente y el corazón del cliente.Pontifican en nombre de “nosotros” pero cobran facturas a su nombre.

En la Villa exigen la presencia de los sellos del estado en vallas y posters.La orden es:“se deben notar a lo grande”.Típicas contradicciones del socialismo del siglo XXI,mitad capitalista,mitad bolchevique.Por cierto,los delirios creativos y los excedentes del diseño del gobierno,se pagan con tu bolsillo.

De repente, sienten complejos de culpa y buscan la manera de compensarlo a través del comodín de la responsabilidad social, el nuevo disfraz del negocio de la filantropía.De cualquier modo,el altruismo lejos de perjudicarlos,les garantiza mayor rentabilidad en la taquilla,a costa de la trampa y el ardid del respaldo concienciado. Hasta el humanismo abona el terreno para levantar y conseguir una tremenda cosecha.

Curiosamente, el cine nace ligado a la publicidad y de su matrimonio surgen las mutaciones del marketing del presente,del futuro.

Ayer los Troopers de “Guerra de las Galaxias” y los tiburones de plástico de Spielberg, invadieron las estanterías de jugueterías y tiendas de descuento alrededor del mundo. Hoy las propias películas son un evento multimedia cuya estética es imposible desligar de su ética.

La esencia(si alguna vez la hubo) fue devorada por el león de la selva y sus restos fungen de banquete para las hienas de la sociedad del espectáculo.

Bienvenidos a la jungla de logorama.

Oscar al mejor corto de animación.

Fase superior de la técnica de emplazamiento de productos.

Remember “Puras Joyitas”.

Última frontera:las redes sociales.

Yo no existo.

Soy una marca.

Llámame como quieras:»Avatar»,James Cameron,Tarantino,Zapata 666 o Banksy.

Da lo mismo.

Mañana nadaremos entre afiches de “El Avispón Verde” y lentes negros para formato estroboscópico.

Game Over.

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