panfletonegro

Calvino

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-¡Coño, marico! ¿Dónde está lo de internet?

-¿Qué?

-Huevón, que dónde está la parte de internet.

-¿Qué internet? Allí no hablo de internet.

-Por eso, marico, cómo vas a escribir un cuento sin internet.

-¿Como que cómo, marico? Pues lo escribí sin hablar de internet y listo.

-No eres más huevón porque no entrenas. Hoy en día cómo vas a escribir un cuento sin hablar de internet, coño. Mira: nada de Facebook, ni Twitter, ¡ni siquiera Messenger, coño!

-¡Ah, verga, qué ladilla! Para que voy a hablar de eso si no hace falta, marico. El cuento no lo necesita.

-Coño, huevón marico, tu no tienes olfato para el mercadeo. ¿Tú no ves que todo el mundo está metido en internet, Facebook, Twitter?

-Ajá, ¿y?

-«Ajá, ¿y?», «ajá, ¿y?», marico, huevón, ¿cómo vas a vender el cuento sin un gancho? Verga, qué bruto…

-Ya, ya, ya, deja la ladilla, huevón. Así está escrito el cuento y ya. Internet no le va a poner ni a quitar nada.

-Por eso, marico. Si no le quita nada y se lo pones, tienes más publicidad o tienes más empatía con tus lectores, huevón, que están metidos de cabeza en la red.

-Coño, carajo, me salió mercadotécnico el huevón éste.

-No seas marico, chico. Uno tratando de ayudarte y tú dándotelas de no sé qué. No seas huevón, chico.

-Ajá, marico, le meto lo de Twitter, lo de Facebook, como tú dices, ¿y qué va a pasar? ¿Me va a leer más gente?

-Coño, sí.

-¿La misma gente que se pasa todo el día leyendo mariqueras en Twitter y en Facebook?

-Coño, lo que faltaba, aparte que no sabes venderte, te crees superior a tus lectores.

-No, vale… No quiero decir eso… Marico, lo que quiero decir es que…

-Viste, huevón, se te salió lo diva: «yo no escribo para la gentuza, lo mío es un Nobel». Vas a llegar lejos así.

-No seas marico, chico, no es eso.

-¿Ah, no? ¿Y qué es entonces?

-Coño, que no me da la gana de poner nada de internet ni de esa mariquera, qué ladilla.

-Ay, sí, «yo no escribo como todo el mundo, yo soy diferente».

-Aunque así fuera, ¿qué? Coño, qué ladilla, ¿hay que pegarse con la moda del momento? Si menciono Twitter en el cuento, dentro de cinco años cuándo lo lean nadie sabrá qué coño era Twitter ni qué carajo tenía que ver con la historia.

-Si eres huevón, chico. Twitter llegó para quedarse.

-Me salió también profeta dos-punto-cero este maricón.

-No seas marico, chico…

-Poner vainas nuevas como Twitter te lleva a quedar desactualizado de lo más rápido. Fíjate en Cory Doctorov, te lees una novela suya y aparecen en un ambiente futurista códigos de chateo de hace veinte años. Sus novelas en vez de estar impresas en papel normal parece como si las hubieran impreso en formas continuas, de esas con rayitas verdes y todo.

-Sí serás huevón, Doctorov regala sus novelas en digital, las imprime quien quiere.

-No estoy hablando de eso, tú me entiendes, no te hagas el pendejo. ¿Y ahora resulta que tú eres un experto en Cory?

-Tú tampoco, marico.

-De bolas que no, empezando porque yo no leo en inglés porque me da ladilla, pero sí leí lo suficiente para darme cuenta de eso que te dije.

-Pero, huevón, fíjate que Doctorov se metió con eso de internet y la pegó del techo y mira dónde está ahorita.

-Que le aproveche.

-Coño, pero, huevón, además no tienes que ser tan específico. Solo mencionarlo. Por ejemplo, en vez de usar el teléfono, que los personajes se manden un mensaje por Twitter, y ya.

-En el cuento nadie usa teléfono.

-Coño, no se puede contigo, qué vaina.

-Y aparte de la mariquera con internet, ¿no tienes ninguna otra crítica?

-Qué te voy a criticar. Es un cuento tuyo donde lo pongan. Un título críptico, puro diálogo, escrito de un solo tirón, alguna que otra digresión marica, autorreferencial y sin sentido. La misma vaina.

-Gracias por tu crítica profesional, maricón.

-Marico. Toma tu vaina.

-Gracias, gordo.

-Anda a lavarte ese culo.

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