El western,pese a que reviva ocasionalmente,pese a que incluso se convierta en una espúrea moda a principios de los noventa,resulta hoy anacrónico.Al menos sus arquetipos,formas,lenguaje,imaginería y señas de identidad quedaron escondidos en los paisajes minerales de Mann,el monument Valley fordiano o la alta sierra que visitó Peckinpah.Lo de después es un espejismo en el que,repito,sólo se refleja con entereza la mirada de Eastwood.
Quim Casas:El Western,El Género Americano.
Me abstengo de pecar de optimista cuando la ocasión no lo amerita. En un velorio de alguien querido no me gusta fingir demencia y hablar de la vida como si nada hubiese pasado,entre risas,chistes y chismes. Así son los funerales en Caracas. Despreciables.
Por ende, tampoco entiendo mucho la idea de tirar cohetes y celebrar la hora loca ante el estreno de “Valor de Ley”, cuya condición de “Réquiem” por el sueño americano del género western se pierde de vista,desde el principio hasta el final,cuando literalmente asistimos al entierro de sus últimos vestigios encarnados por la posmodenidad de Hollywood,presta a seguir sacándole provecho a los restos del fallecido por los siglos de los siglos.La industria administra su “patrimonio cultural” con no poco interés de heredero especulativo en tiempos de crisis.
No en balde, Steven Spielberg funge de productor ejecutivo del nuevo sepelio orquestado por los Hermanos Coen,quienes conocen de la materia por precedentes estimables como “Sangre Fácil”,“Barton Fink”,“Fargo”, “El Hombre que Nunca Estuvo”, “No es país para Viejos”, “Quémese Después Leerse” y “A Serious Man”, donde cavaron la tumba de sus innumerables fantasmas existenciales,humanistas e institucionales,empezando por los valores del capitalismo tardío y culminando en la degollina de enemigos declarados de la pareja como La CIA, la familia disfuncional, la propia meca y la ortodoxia judía. Por ende, se les acusa de coquetear con la misantropía y el pesimismo de los autores malditos de la contemporaneidad.
Precisamente, allí radica su fuerza como claros exponentes del pensamiento crítico,disidente,deconstructivo y políticamente incorrecto, aunque en una segunda lectura su obra tiende a parecer condescendiente y contradictoria.
De hecho, aceptaron el Oscar mansamente, a diferencia de Woody Allen, más allá de poner malas caras y lucir incómodos frente al desarrollo de la gala cursi de la academia.Razones de sobra tienen sus inquisidores para sentarlos en el banquillo de los acusados. Jamás les perdonarán el happy ending de “Raising Arizona” y el curioso contrabando de moralina escondido en su filmografía.
No se les olvide: casi todos los villanos deben morir en la batalla final con los alter egos del binomio de oro. Recuerden “Fargo”, “Raising Arizona” y “No Country for Old Men”. Sin embargo, para sus defensores, sería un problema menor dosificado por ambos a través de su visión irónica,sarcástica,ácida y distanciada de los géneros.
De cualquier manera, alguna veces les cuesta disfrazar su veta conservadora y reaccionaria, bajo el empaque cool de sus ejercicios de revival. Es el caso de “True Grit”, un largometraje no necesariamente fallido pero sí tramposo. En adelante intentaremos descubrir la naturaleza de su simulacro.
De entrada, la adaptación es lineal,cronológica y clásica dentro del programa tradicional de los estudios. Un prólogo y un epílogo oscuros buscaran compensar la claridad meridiana del desarrollo. Los realizadores librarán un duelo conceptual al enfrentar durante el argumento dos visiones encontradas: una cálida y costumbrista, otra nocturna y nihilista. A la postre,en el desafío creativo,saldrá ganando el enfoque desesperanzador,como un corolario impuesto para quedar bien con dios y con el diablo.
Javier Porta Fouz lo denunció en su comentario. Afear a la hermosa niña en el cierre del relato, supone el peor defecto de la pieza. Aparte, su arbitrariedad condensa la habitual misoginia destinada por la dominación masculina para los personajes femeninos en las historias de crecimiento y emancipación.
Todavía las mujeres deben pagar con la mutilación,la soledad,el destierro y la amargura, el derecho de querer liberarse de sus ataduras. De paso, siguen dependiendo de la protección y la vigilancia paternalista, para ajustar sus cuentas con el destino. Variación del subtexto machista de “Million Dolar Baby”, “Centauros del Desierto” y “Los Imperdonables”.
Al antiguo régimen le fascina proyectar la imagen de la chica profanada, deshonrada y violada simbólicamente por los forajidos al margen de la ley. Por consiguiente, se vuelve a justificar el reclamo y la recuperación del ancestral justiciero ecuestre incorporado por John Wayne, arquetipo del padre fundador y restaurador del orden a punta de pistola. Base y sustento para la mitología del poder. Por tanto, el discurso de la víctima y el redentor de su dignidad, piedra miliar del guión, es de una ranciedad absoluta. Por cierto, fue el principal alimento de la nociva doctrina Bush tras la caída de las dos torres.América había sido vulnerada en al puerta de su casa y era necesario vengarla,ojo por ojo.
Mutatis mutandis, el libreto de “Valor de Ley” nos conduce hacia el derrotero de semejante sofisma y chantaje geopolítico. Falacia compartida y magnificada por Quentin Tarantino en “Kill Bill”, “Death Proof” y “Bastados sin Gloria”. De un tiempo para acá, al niño terrible no se lo ocurren mejores ideas. Ni hablar de Los Coen.
«True Grit» es su falso alegato contra la violencia,su «Doña Bárbara» junior,su choque de la civilización y el salvajismo.Los retroprogresistas aplauden la jugada como testimonio fiel de una memoria y un contexto a superar.Yo lo siento como un artificio demodé y etnocéntrico.
En su descargo, puedo reconocer el mérito de la sobria puesta en escena, de los perspicaces diálogos, del perfil de los protagonistas y del generoso sentido del humor kafkiano, por cortesía del portentoso Jeff Bridges y de la impresionante Hailee Steinfeld,verdadera revelación del casting.
Las secuencia del tribunal, de la negociación con el comerciante y del furtivo encuentro con el odontólogo ataviado en piel de Oso, valen su precio en oro y le pisan los talones a los destellos de genialidad del maestro de la disciplina,John Ford,amante de dichos momentos de fuga.Incluso Matt Damon contribuye a rematar el clima general de sana distensión,chanza,desenfado y tomadura de pelo. Hay comentarios raciales por doquier, muchas bromas pesadas y patadas a la responsabilidad social de cara a las minorías. En Venezuela, Conatel las censuraría en nombre de la reivindicación de nuestras etnias originarias.
Lastimosamente, la ilusión de inconformismo y subversión comienza a diluirse conforme se agotan los minutos. El tercer acto es de puro trámite y adocenamiento a la luz de una serie de acciones trilladas y rebuscadas.
El retorno de Tom Chaney al estilo de Jason y la insólita llegada de LaBoeuf, son huesos duros de roer. Igual el rollo edípico de la salvación de la niña en manos del héroe quijotesco y redimido por la compasión de la tercera edad.Mirada crepúscular robada y clonada de «The Shootist» y «Unforgiven»,amén de sus viajes de iniciación comandados por los veteranos de ayer y de hoy.Demagogia implícita en la actualidad de innumerables películas otoñales e intergeneracionales.
«True Grit» es la «Tron Legacy» del populismo vaquero.
Luego el trazo grueso acaba la función con una nota necrológica,dedicada a la defunción del lejano oeste,como si ya sus mejores representantes no se hubiesen encargado de sepultarlo en el pasado. Acá la arrogancia de los Coen,molesta por su autoindulgencia.
El epitafio y el testamento del género western se escribieron hace décadas.
Ellos sencillamente son unos de sus tantos esporádicos revisionistas de la nostalgia.
La resurrección es técnicamente imposible.
El espejismo continúa.