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Revolución U: Lo que Egipto aprendió de los estudiantes que derrocaron a Milósevic (PARTE 1)

En vista de lo que está ocurriendo en los países árabes y su efecto dominó, traigo a ustedes una modesta traducción de este interesantísimo artículo de Tina Rosemberg, acerca de CANVAS, un colectivo que ha llevado su revolución pacífica a Egipto y más de 50 países en el mundo; y que desde luego, ha sido ya objeto de rechazos peyorativos por parte del gobernante venezolano.

Por tratarse de un texto sumamente largo, hago llegar a ustedes una primera parte, prometiendo en días posteriores, más entregas.

Por: Tina Rosenberg

Empezando el 2008, trabajadores de una fábrica textil estatal en el pueblo El-Mahalla el-Kubra, Egipto, anunciaron que irían a una huelga el primer domingo de abril, en protesta por los altos precios de la comida en relación a sus sueldos bajos.  Ellos cooptaron la atención de un grupo de jóvenes y muy despabilados técnicos que, tras viajar una hora por El Cairo, emprendieron la conformación de un grupo en Facebook para organizar protestas y huelgas el 6 de abril dentro de Egipto en solidaridad con los trabajadores de El-Mahalla.

Pero lo que en la red había sido fácil, en las calles encontraba muchas dificultades.  La policía ocupó la fábrica en Mahalla y le cortó la cabeza a la huelga.  Las demostraciones se tornaron violentas:  manifestantes dieron fuego a edificios y la policía comenzó a disparar, matando al final a dos personas.  Mientras tanto, la solidaridad con los manifestantes alrededor de Egipto se apagó en la mayoría de los lugares tomados por la policía. Los organizadores de Facebook nunca estuvieron de acuerdo en las tácticas: es decir, en si los egipcios debieron quedarse en casa o llenar las calles de protestas.  La gente sólo sabía que quería hacer algo, pero nadie tuvo una idea clara acerca de qué hacer.

El conato de protesta del 6 de abril, hizo que sus líderes se dieran cuenta de las limitaciones de las redes sociales como herramienta de una revolución democrática.  Facebook pudo atraer a cientos y miles de simpatizantes on-line, pero no pudo organizar a quienes estaban fuera de la red.  Esto fue una provechosa herramienta de comunicación para llamar a gente, muy bien, pero ¿Para qué? Los líderes del 6 de abril no pudieron responder esta pregunta.  Entonces decidieron aprender de lo que otros habían hecho.  En el verano del 2009, Mohamed Adel, un bloguista de 20 años que participó en las revueltas del 6 de abril, viajó a Belgrado, Serbia.

En la capital serbia está la sede del Centro de Acciones No Violentas y Estrategias Aplicadas, conocida como CANVAS: una organización llevada por jóvenes serbios que cortaron sus dientes a finales de 1990 en los levantamientos estudiantiles contra Slobodan Milosevic.  Después de hacerlo caer, se embarcaron en el ambicioso proyecto de llevar esta salida fuera de sus fronteras hacia otros países.  Para el mundo de los autócratas, ellos son enemigos jurados –El presidente de Venezuela Hugo Chávez y de Belarúsia Aleksander Lukashenko, los han condenado por su nombre:  “Ellos piensan que traemos una revolución en una maleta”, me dice uno de los líderes de CANVAS.  Pero para una generación de demócratas y activistas provenientes de Harare, Ragoon, Minsk, Tehran, estos jóvenes serbios son héroes.  Ellos han trabajado con defensores de la democracia en más de 50 países; y en Georgia, Ucrania, Syria ocupada, Líbano, las Maldivias y ahora Egipto, donde estos jóvenes han ganado.

En Belgrado, Adel tomó un curso de una larga semana acerca de las estrategias pacíficas de la revolución.  Él aprendió cómo organizar gente, no en la computadora, pero sí en las calles.  Y lo más importante es que aprendió cómo entrenar a otros. De modo que regresó a Egipto y empezó a enseñar.  El movimiento juvenil del 6 de abril, actuó con un grupo similar llamado Kefaya, que se convirtió en el más importante organizador de los 18 días de protesta pacífica que culminó con la salida del presidente Osni Mubarak el 11/02/2011.  “El Movimiento Juvenil 6 de Abril y Kefaya son grupos que ha llevado la carga actualmente de conseguir manifestantes organizados en las calles”, dice un reporte del grupo de análisis geopolítico de Stratford.  “Conseguí entrenamiento en cómo conducirme en demostraciones pacíficas, cómo evitar la violencia, y cómo darle rostro a la violencia de las fuerzas de seguridad… también en cómo organizarnos para conseguir gente en la calle”, dice Adel acerca de su experiencia con los serbios en una entrevista con Al Jazeera el 9/02/2011.  “Nosotros estábamos completamente fascinados de lo mucho que ellos lograron con tan poco”, me dice Srdja Popovic, uno de los líderes de CANVAS.

Las revoluciones pacíficas han barrido regímenes de gobierno que detentan el poder desde hace mucho tiempo: Tunisia y Egipto; amenazan la estabilidad de Algeria, Bahrain y Yemen, por esto,  el mundo ha estado poniendo su atención en las causas –generaciones de reglas represivas- y herramientas sociales como Facebook y Twitter, que han animado la ola de revueltas.  Pero los miembros del movimiento del 6 de Abril aprendieron que estos elementos por sí solos no hacen una revolución.  Entonces, ¿Qué hacer?  En el pasado, el descontento generó en ellos amplias fuerzas geopolíticas:  la caída de regímenes en Latinoamérica y en el bloque soviético fue a la larga, un producto de la retirada de un súper poder sostenido por dictadores y la consolidación de democracias liberales como un ideal global.  Pero el choque global ideológicamente liberal está obsoleto y abundantes dictadores continúan. Entonces, ¿qué hacemos?

La pregunta, para la lista cada vez más creciente de activistas democráticos en diferentes países, se vuelve hacia CANVAS.  Mejor que otros grupos democráticos, CANVAS ha edificado un modelo durable de revoluciones pacíficas:  ¿Qué hacer para ir de un grupo de gente desorganizada a un movimiento de masas y entonces usarla contra los dictadores? CANVAS ha enseñado cómo convertir a cínicos, pasivos y públicos temerosos en activistas, enfatizando en la unidad, disciplina y planificación, tácticas básicas en cualquier campaña militar, pero que usualmente son ignoradas por revolucionarios pacíficos.  Estos deben practicarse durante varios momentos de una dictadura, especialmente en aquellos sucesos que impulsen la rabia pública:  un aumento en los precios del petróleo, el asesinato de un líder de oposición, corrupción indiferente frente a un desastre natural ó simplemente, confiscación por parte de la policía de un camión de alimentos.  En la mayoría de los casos, la rabia no es suficiente –esto simplemente sería un brote.  Sólo un oponente preparado sería provechoso para lograr la caída de un gobierno.

“Las revoluciones a menudo son vistas como espontáneas”, me dijo Ivan Marovic, un entrenador de CANVAS, hace algunos años en Washington.  “Esto parece cuando la gente se vuelca a la calle.  Pero realmente es el resultado de meses y de años de preparación.  Esto es muy aburrido hasta que alcanzas un punto acertado, donde puedes organizar demostraciones masivas o huelgas.  Si eso está cuidadosamente planificado, una vez que empieza todo lo demás se da en cuestión de semanas”.

CANVAS es la primera organización en enseñar a gente que vive bajo dictaduras las destrezas que ellos usan para derrocarlos.  El gobierno de los EEUU y sus aliados han fundado organizaciones de promoción de la democracia alrededor del mundo desde los primeros años de la Guerra fría. Viviendo bajo dos dictaduras –Chile bajo la de Augusto Pinochet y Nicaragua bajo los Sandinistas- y visitando quizás una decena de otras, he visto ejércitos de ellos trabajando y sirviendo como un monitor de elecciones para mí misma.  Pero nunca he visto nada como CANVAS.

Los grupos que promocionan la democracia tradicionalmente colaboran con partidos de oposición y grupos de la sociedad civil.  Pero CANVAS prefiere trabajar con novatos.  La teoría es que partidos y organizaciones establecidas bajo una dictadura están, usualmente, tan desgastadas y contaminadas que no pueden volcar al dictador.  Entonces la esperanza está en los outsiders, a menudo los estudiantes. Los serbios no son consultores de traje altamente pagados por países saludables: ellos se ven más bien como estudiantes hermosos.  Traen con ellos un vaquero arrogante.  Irradian éxito. Todos a quienes enseñan quieren hacer los que los Serbios hicieron.

Si CANVAS ha hecho trizas la promoción de las viejas democracias, es porque sus líderes han dibujado nuevas formas, tomadas de sus propias experiencias.  El grupo traza estas raíces de la reunión de Octubre de 1998 en un café en Belgrado, donde Popovic, un alto y bien formado chico, de entonces 25 años y estudiante de biología marina en la Universidad de Belgrado, había llamado a sus estudiantes a permanecer juntos.  Para ese momento, Milosevic detentaba en su cargo nueve años y estaba firmemente arraigado en el poder.  Ya había empezado y perdido tres guerras y se encontraba en el lanzamiento de una cuarta, en Kosovo.  Popovic y sus amigos habían estado activos en protestas estudiantiles durante años.  Ellos marcharon durante 100 días en filas pero sus esfuerzos habían cedido hacia la nada.  “Esto fue una reunión de amigos desesperados”, dijo Popovic.  “Nos encontrábamos al borde de una depresión”.

Los estudiantes se bautizaron a sí mismos Otpor (“Resistencia” en Serbio) y empezaron a repensar la revolución.  Los primeros y más desalentadores obstáculos fueron la actitud de sus compatriotas: Reconocimientos arrebatados por la oposición enseñaron que más Serbios querían que Milosevic se fuera.  Pero ellos creyeron que su distinción iba a ser imposible, ó muy peligrosa de intentar.  Después de todo, los partidos políticos de oposición existentes habían sido siempre vehículos de ambiciones personales de sus líderes.

Pero Otpor se dió cuenta de que la gente joven participaría en política si esto les hacía sentir heroicos y cool, es decir, parte de algo grande.  Esto era una revolución posmoderna.  “Nuestro producto es un estilo de vida” Me explica Marovic.  “El movimiento no es sobre temas.  Es sobre mi identidad.  Nosotros estamos intentando hacer de la política algo sexy”.  Políticos tradicionales creen que su trabajo es hacer discursos para sus seguidores. Optor en cambio cree en liderazgos colectivos y no más en discursos.   La organización toma como inspiración a Gandhi y Martin Luther King Jr.  También toma ejemplos de Coca Cola como simplicidad, mensaje poderoso y marca fuerte.  El logo de Otpor fue un estilizado puño apretado. Irónicamente, una expropiación socarrona del símbolo de los partisanos serbios en la Segunda Guerra Mundial y de movimientos comunistas en todas partes.

Otpor utilizó las tácticas de la oposición tradicional de marchas y mítines –en parte a necesidades porque el grupo no había tenido suficiente gente para enganchar. Y en vez de las graves y grandilocuentes formas de los partidos políticos, Otpor adoptó la sensibilidad de un show de TV cuyos líderes crecieron viendo Monthy Python Flying Circus.  Este trabajo diario consistió en realización de teatros de calle y bromas que hacían lucir a los gobiernos ridículos y ganadores de una cobertura hecha por los medios de la oposición. El ingenio quizás no siempre se logró, pero a eso apuntó siempre el objetivo.

La proeza más famosa fue la de un barril de petróleo pintado con una foto de Milósevic.  Otpor lo hizo rodar en una calle llena de gente a la que preguntaba si creía que insertándole una moneda en una ranura tendría el privilegio de un colosal baño con Milosevic.  Este fue el tipo de bromas favoritas de Otpor, crear una acción que conllevaría a un dilema:  “Si  el gobierno dejaba el barril rodar se vería ridiculizado.  Si la policía intervenía y los chicos salían corriendo, al día siguiente se vería a los medios de oposición mostrando a unos policías arrestando a un barril y llevándoselo en una van.  De cualquier forma el país se reiría de esas bromas y éstas estarían firmadas por Otpor.

Mejor que intentar eludir arrestos, Otpor decidió provocarlos y usarlos para sacar ventaja del movimiento.  Después de algunos meses fue evidente que mientras la policía andaba tras miembros de Otpor, la tortura fue rara pero algunos de ellos consiguieron pasar la noche detenidos.  Cuando algún miembro de Otpor fue arrestado, la organización mandó una ruidosa multitud a presentarse en las calles a las afueras de la estación de policías. Detenidos emergieron de la estación policial para encontrar una mochila de periodistas de oposición y multitud de aplausos.  Hombres jóvenes compitieron por anotarse más arrestos.  Si vestían la firma de Otpor: el puño cerrado, camisa negra hecha a la medida con un revolucionario adentro, te agarrarían en el arresto como si fueras un rock star.  La gente que pensó en ellos mismos como víctimas aprendió a verse entonces como héroes.

Dos años después de su fundación, Otpor pasó de tener 11 miembros a tener más de 70,000.  “La señal que ellos crearon y que fue aceptada consistió en hacer que los serbios dijeran públicamente que el régimen no era invencible y que muchos compartían un sentimiento de que las cosas podían cambiar”, dice James O´Brien, enviado especial de la administración Clinton a los Balcanes.  Para cuando Milosevic corrió por su reelección como Presidente de Yugoslavia en septiembre del 2000, Otpor prolongó su campaña de protesta –y Milosevic intentó reprimirla- socavando la popularidad presidencial, envalentonando y ayudando a la unificación de la oposición.   Cuando Milosevic rehusó aceptar su derrota frente al candidato de oposición Vojislav Kostunic, Otpor dio un ejemplo de disciplinado pacifismo en sus masivos activistas, que fueron cruciales en el convencimiento de que fuerzas de seguridad serbias desacatarían las órdenes de Milosevic de disparar a los manifestantes.  El 6 de Octubre, el presidente se resignó.

Lo inconcebible ha ocurrido.  Para los jóvenes serbios, el siguiente paso era mostrar cómo exportar sus métodos.

Pronto más de este interesante y pertinente artículo, estén pendientes…

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