Charlie Sheen Is Winning by Bret Easton Ellis

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Me topé con este estupendo artículo de Bret Easton Ellis sobre el fenómeno Charlie Sheen y me dije: Adri, esto le va a encantar a los panfletarios. Así que me tomé el atrevimiento de traducirlo. Un verdadero banquete, disfruten.

Charlie Sheen está ganando

“Droga” es la primera palabra que Charlie Sheen pronuncia en la única escena donde aparece en la reliquia cinematográfica de 1986 Ferris Bueller’s Day Off. La escena se desarrolla en una estación de policía donde Jeannie Bueller (Jennifer Grey), esperando que su madre venga a pagar la fianza y enfurecida por el comportamiento anárquico del hermano de Ferris (él rompe todas las reglas y es feliz; ella sigue todas las reglas y es infeliz) se da cuenta que está sentada al lado de un hermoso (¡él lo era!) muchacho de mirada tosca, chaqueta de cuero, quien parece que ha estado por días en una gran fiesta de drogas. Pero él no es un loco, sólo está cansado y sensualmente calmado, su cara tan pálida está casi violácea. Molesta, Jeannie pregunta: “¿Por qué estás aquí?” Y Charlie, inexpresivo, contesta, sin remordimientos: “Droga”. Y entonces, él, lentamente, desarma la actitud de bitch que ella traía, con su escandalosamente sexy despreocupación, transformando su molestia en deleite (terminan dándose los besos).

Ésa fue la primera vez que realmente notamos a Sheen, y la escena es el momento clave de su carrera cinematográfica (y también, ahora, resume todo lo que vino). Nunca había sido tan entretenido, hasta ahora. Haciendo que lo despidieran de su famoso show Two and a Half Men, este privilegiado hijo de los medios que expanden El Imperio del Entretenimiento, se ha convertido en su más talentoso detractor. Sheen ha aceptado el post-imperio del entretenimiento, haciendo el intento de explicarnos a todos nosotros qué significa ahora la celebridad. Si les gusta o no, está fuera de discusión. Aquí es donde estamos, papá. Estamos aprendiendo algo. Rock and roll. Anda a ver cómo te las arreglas.

El post-imperio empezó a aparecer, con toda su fuerza, por todas partes el año pasado, mientras el “Fuck you” de Cee Lo Green se escuchaba alegremente a través de la banda sonora. The Kardashians lo entienden. Los participantes (y la audiencia) de Jersey Shores lo entienden. Lady Gaga llegando a los Grammys en un huevo lo entiende, y sobre todo sabes que lo entiende, cuando le dijo, a Anderson Cooper, que le gusta fumar mariguana cuando escribe sus canciones, prácticamente retándolo: “¿Qué vas hacer al respecto, bitch?” Nicki Minaj lo entiende cuando canta “Right Thru Me” y adopta uno de sus varios alter egos en la alfombra roja. (Christina Aguilera protagonizando Burlesque no lo entiende para nada.) Ricky Gervais siendo anfitrión de los Golden Globes lo entiende. Robert Downey Jr., molestándose con Gervais, no lo entiende. Hasta Robert De Niro lo entiende, ridiculizando, sutilmente, su premio a una vida de logros en su carrera en los mismos premios.

James Franco, no tomándose los premios Oscar en serio, pero tratándolos con gentil irrespeto (que es exactamente lo que esos premios se merecen) lo entiende totalmente. (Anne Hathaway, desafortunadamente, no lo entendió, pero igual nos gusta por desnudarse y excitarse con Jake G.) Post-imperio es Mark Zuckerberg mirando con impaciencia a la imperialista Lesley Stahl en 60 Minutes y diciéndole cómo quienes hicieron The Social Network y la génesis de su historia (él creó Facebook porque fue rechazado por una mujer) no han entendido absolutamente nada (y así fue; él tenía razón; disculpa, imperialista Aaron Sorkin). El Imperio del Entretenimiento es quejarse porque los personajes de la gran novela de Jonathan Franzen, Freedom (2010), no son lo suficientemente “agradables”.

Por cada vocero del me-vale-a-mierda que existieron durante El Imperio del espectáculo, como lo fueron Muhammad Ali o Andy Warhol o Norman Mailer o Bob Dylan, habían docenas de Madonnas (una de las reina de El Imperio que nunca ha sido lo suficientemente real o divertida para entenderlo – todo lo interesante acerca de ella parece, en retrospectiva, terriblemente serio) y docenas de Michael Jacksons (la más emblemática víctima de El Imperio del Espectáculo, un torturado muchacho, adicto a las drogas, quien amargamente nunca lo aceptó). Para alguien de mi edad (47), Keith Richards (67) en sus memorias, Life, muestra una sana y rara transparencia post-imperio. Pero para mis amigos más jóvenes, ya no es la excepción sino la regla. Pero nada todavía se compara con la transparencia que Charlie Sheen ha desatado en las últimas dos semanas. Mostrando desprecio por la celebridad, su profesión y el orden establecido de El viejo imperio.

Para los guardianes de El Imperio, Sheen resulta peligroso y necesita ayuda, porque él está destruyendo (y confirmando) las ilusiones sobre la naturaleza de la celebridad. Él siempre ha sido un modelo a seguir para algunos tipos de fantasía masculina. Denigrante quizás, ¿Pero no lo son la mayoría de las fantasías masculinas? Sheen siempre ha sido el chico malo (lo que es parte de su encanto) que atrae tanto a hombres como a mujeres. Lo que Sheen ha ejemplificado y clarificado en este momento en la cultura es que no importarte lo que el público piense sobre ti y tu vida personal es lo que más importa, y lo que hace que la gente te quiera aún más. (No tanto para CBS o el creador del show que te ha hecho tan rico).

Esto es un tipo de narcisismo diferente al narcisismo tradicional del imperio. Eminem fue el más importante vocero del post-imperio cuando apareció. De repente, nos encontramos años luz de distancia del dolor autobiográfico de, digamos, Blood on the Tracks de Dylan (uno de los momentos más elegante y admirables de El Imperio). No es que hemos cambiado de tren, lo que sucede es que hay una manera diferente de expresión propia en juego, mucho más cruda, menos diluida.

En The Marshall Mathers LP, Eminem ruge más transparentemente que Dylan en contra de la idiotez de sus propias banderas, el fracaso de su matrimonio, sus adicciones y fantasías, que cualquier artista de El Imperio (y vamos a incluir aquí al imperialista Bruce Springsteen y su gran albúm Tunnel of Love mientras lo estamos revisando) porque grabó, sin temor alguno, el ficticio asesinato de su ex esposa con sus propias manos, un desafiante acto que ni Bob o Bruce siquiera hubiesen considerado. Blood on the Tracks y Tunnel of Love tienen esa elegancia y clase que en el post-imperio no tiene sentido alguno. Eso no niega su poder y valor artístico. Sencillamente hemos evolucionado. Y, mira, está bien. Tómalo con clama.

Te estás perdiendo lo verdaderamente importante del momento Charlie Sheen si crees que ésta es una simple historia de problemas con las drogas. Claro, eso influye, pero no está a la altura de lo que verdaderamente está pasando o por qué este particular fenómeno Charlie Sheen es tan fascinante. Yo conozco adictos a las drogas, no son tan raros o interesantes. Este momento es sobre Sheen como solista. Se trata de la bien ganada crisis de la mediana edad trasmitida a través de CNN en lugar de irse a la oficina de un coach motivacional en algún lugar de Burbank. La crisis de la mediana edad es el momento, en la vida de un hombre, cuando se da cuenta que ya no podrá mantener la pose de lo que piensa se espera de él.

Tom Cruise tuvo una crisis similar, a la misma edad, en el verano de 2005, pero él fue manejado más amablemente (y por supuesto, a él nunca se le conoció como un adicto). Cruise tuvo su desajuste mientras sonreía. Él, esencialmente, siempre ha sido el chico bueno que no puede decir “fuck you” de la manera en que Sheen lo hace (ni siquiera como alguien tan inofensivo como Cee Lo). Cruise es todavía ese chico en el altar de Siracusa que cree en la glamorosa seriedad de El Imperio. Y es ahí, en última instancia, donde se encuentran sus limitaciones como estrella de cine y actor.

Pero no, ése no es Sheen. Arrestos, sobredosis accidental, temporadas incompletas en rehabilitación. Los ojos llorosos de Martin Sheen en rueda de prensa, el maletín lleno de coca, El Mercedes lanzado en un barranco. El delito de tercer grado cuando atacó a su tercera esposa, quien también fue a rehabilitación. La supuesta amenaza de Sheen de cortar la cabeza de la misma esposa, ponerla en una caja y mandársela a la suegra. La cadena de Sheen para fumar en TMZ. El invaluable dialogo. (Sobre los ejecutivos de CBS: “Ellos se acuestan al lado de sus feas esposas, en frente de sus feos niños y ven sus vidas perdidas.”) Las teorías de conspiración del 11 de septiembre. Dispararle en el brazo a Kelly Preston. Cogerse a las estrellas porno Ginger Lynn, Heather Hunter y Bree Olson. Comparado con Tom Cruise, Sheen ha mostrado un fascinante y refrescante despliegue de episodios de la crisis de la mediana edad, honestamente. Siendo sólo él, un adicto, tómalo o déjalo.

Es emocionante ver como alguien denuncia la solemnidad de las entrevistas a las celebridades, y Sheen lo está denunciando en toda su falsedad. Él es crudo, lucido, intenso: el más fascinante personaje errando a través de la cultura. (No, viejo, no es Colin Firth o David Fincher o Bruno Mars o el súper imperialista Tiger Woods.) Nosotros no estamos acostumbrados a este tipo de entrevistas. La cosa es casi un performance artístico y nunca hemos visto nada igual, porque él, en el fondo, no está pidiendo disculpas. Éste es un espectáculo irresistible, nunca hemos visto a una celebridad tan desnudamente revelada. Inclusive, en las evasiones de Sheen vemos una sincera travesura que hace que la rueda de prensa de mea culpa de Tiger Woods parezca algo manufacturado por Nicholas Sparks.

Nadie que haya aguantado los falsos rigores de la celebridad (o sufrido problemas de adicción) tiene algo que ver con esto. La novedad es la siguiente: si andas empujando paparazzi, eres un perdedor de la vieja escuela. Si no puedes aceptar el hecho de que estamos en el esplendor de la cultura del exhibicionismo y que serás sorprendido por TMZ (y humillado por Harvey Levin o Chelsea Handler, princesa del post-imperio) mientras sales, tropezando, de un club en Sunset Boulevard a las dos de la mañana, entonces deberías ser un agente de viajes en lugar de una estrellad e cine.

Ser mofado públicamente es parte del juego, y eres un tonto si no lo juegas. ¿No te vas a presentar a recoger tu premio en los Razzies por la porquería que hiciste? ¡Típico de El Imperio! Aquí es donde Charlie Sheen parece más sano y divertido que cualquier otra celebridad en este momento. También hace mejores chistes sobre su situación que los más preocupados editorialistas o comediantes de los lates-shows. Mucho son bravatas del chico malo, simplemente maldiciendo para ver cómo la gente reacciona (lo cual es muy post-imperio), pero también hay mucho de pura transparencia, y en ese terreno, Sheen está, um, ganando.

¿Qué quiere la gente de Sheen? No estoy negando que él tiene problemas de alcohol y drogas, inclusive, podría tener alguna enfermedad mental. Pero también hay muchas personalidades de Hollywood que sufren los mismos problemas y los esconden muy bien, o simplemente son celebridades a la que la prensa no les presta la mayor atención. Lo que nos fascina es el hedonismo que él disfruta y la envidia que produce en cada hombre, si las mujeres no estuvieran alrededor para mantener escondida. (Su supuesta propensión a la violencia contra las mujeres no ha disminuido su popularidad entre ellas.)

¿Realmente queremos modales? ¿Civilidad? ¿Cortesía de El imperio del espectáculo? Coño, no. Nosotros queremos realidad, no importa cuán loca sea. Y esto es lo que confunde a El Imperio: a Charlie Sheen ya no le importa lo que tú pienses de él y se burla de la idea de PR. “Hey, me calza, no me importa un coño.” Ése es su único mandamiento. Sheen revienta el mito de que si los hombres se esfuerzan lo suficiente, desarrollarán nuevamente, con idealismo adolecente, la ganas de buscar el placer y una vida sin reglas o responsabilidades.

Largo ha sido el camino que hemos recorrido en las últimas dos semanas: Sheen es la nueva realidad, bitch, y sólo los que sean unos resentidos pueden regresar a jugar con el resto de los troles en el cementerio de El Imperio. Nadie lo sabía en 1986, pero Charlie Sheen siempre fue el hermano menor de Ferris Bueller.

By Bret Easton Ellis

Traducido por Adriana Pérez Bonilla

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12 Comentarios

  1. Opino exactamente igual, Sheen así termine puerto por una sobredosis de estupefacientes le está mostrando al mundo la cara del «imperio», sin caretas ni hipocresías, como nadie jamás se ha atrevido a hacerlo. A veces se aprovecha de ello, pero lo hace de una manera en la que él mismo se abre ante la sociedad y ya eso es admirable.

    Espero que Sheen no termine muerto ni nada, pero también espero que esto despierte interés por desenmascarar la falsedad reinante en el planeta.

  2. Estoy a punto de empezar su ùltima novela, «Imperial bedrooms». Supongo que el concepto manejado de Imperio sale de eso, màs que otra cosa. Después comentamos con calma.
    Saludos, gracias por traducirlo.

  3. Increíble pensar que Charlie Sheen ahora es un héroe pero este artículo es genial. Necesitamos un Charlie Sheen en este país! Será que su amiguito Sean Penn se lo trae en su próxima visita a Miraflores???

  4. «Nosotros queremos realidad, no importa cuán loca sea.»
    ¿Por qué ya no nos interesa la puesta en escena artificial? ¿Por qué nos gustan tanto los reality shows? ¿Por qué nos interesa más la vida de Sharle Sheen que Two and half man? E incluso Two and half man nos intresa porque está basada en la vida de Sheen.

    Eso me lo he venido preguntado desde hace tiempo.

  5. Una mano invisible me ayudó con unos detalles de la traducción en el último párrafo y se lo quiero agradecer.

    Sabía que les iba a gustar, saludos a todos

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