Da Vinci el Genio” es la exposición más completa en su género que muestra las diferentes facetas de Leonardo Da Vinci como inventor, filósofo, pintor, científico, ingeniero, escultor, anatomista, biólogo, músico y arquitecto,con más de 150 obras del autor.
Acabamos de pagar cien bolívares para infiltrarnos en la exposición de “Da Vinci,el Genio”,el nuevo simulacro y el último bloque de “hielo” importado para sorprender a los integrantes de nuestro “Macondo”.
La típica familia Buendía asiste como saludo a la bandera cultural, antes y después de sumirse en la orgía de consumo del Centro Sambil,bajo las amenazas de expropiación del dueño de la hacienda Venezuela.
No en balde, cuando le place, suspende e interviene actividades en el mismo sitio y lugar,tal como lo hizo con “Bodies Revealed”, a cuenta de una serie de argumentos y sofismas entre banales,hipócritas y moralistas.En verdad,al señor no le gusta la competencia extranjera y le fascina dejarnos sumidos en las tinieblas de la ignorancia.Ojalá entonces se abstenga de censurar a la muestra de marras.
Con todo,merece una pequeña deconstrucción. Desde nuestro punto de vista,la invitación es a verla y a discutirla,nunca a condenarla o apostar por su boicot.
En principio,el montaje de la retrospectiva evidencia dos intereses afines: uno de divulgación, otro de explotación económica de la firma del autor florentino. Ambos se conjugan de igual manera por medio de la conversión de su imagen en una franquicia itinerante,a la forma de un evento de masas, del estreno de un blockbuster o del lanzamiento de un best seller al estilo de “Código Da Vinci”. Parte del morbo del negocio radica en aprovechar el boom del fenómeno literario de Dan Brown,cual mezcla de proyecto de Hollwyood con bautizo de libro conspirativo en parque temático de Disney.
De hecho, el recorrido tiende a evocar la puesta en escena de un pabellón de Epcot Center y el Museo de los niños, dentro de un mall inspirado en la concepción estética del kistch de cualquier hotel de Las Vegas. Es decir, el colmo de la reproducción mecánica de la obra de arte según el entendimiento frankurtiano de Walter Benjamin.
Por ende, ante la ausencia del aura original,nos toca conformarnos con la visión de la fotocopia de la fotocopia de la fotocopia,aun cuando disfrutar del cuadro auténtico de la Mona Lisa también constituye un ejercicio de banalización y trivialización inherente a la sociedad del espectáculo.Me explico.
Hace poco volví al monstruo del Louvre para estudiarlo de cabo a rabo.La última de mis prioridades era contemplar “La Mona Lisa”,una foto fija de nuestro imaginario visual.Como diría Ugé,la gente sencillamente va a verla para constatar y confirmar una sospecha,un inconsciente colectivo.Luego se atropellan delante de ella, en un ritual de glorificación sacrílega, para de inmediato dar por zanjado el trámite,el compromiso.
Ahí hay una posible relación de afinidad entre la colección del Palacio Francés y la burda clonación del Sambil.Mutatis mutandis,las dos promueven sendas y discutibles imposturas de veneración y devoción pasiva de la obra de arte clásica,donde la curaduría es nula y se la traga la sobrecarga de estímulos paralelos.
En efecto, cuando me eyectó el sistema digestivo del Godzilla parisino, me topé de frente con una excursión de turistas engañados,conducidos como vacas al matadero para descubrir las supuestas vinculaciones del interior de la pirámide con el contenido del libro bufo de Dan Brown. Así el Louvre se sumaba a la moda del momento, en un operación de carácter netamente especulativa y quimérica, de capitalismo de ficción.
Para ilustrarlo de otra manera,la susodicha excursión de turistas semejaba una triste romería de proletarios canadienses, de visita por tierras criollas,con el propósito de localizar y atisbar focos de actividad paranormal en el amazonas.Tour de antropólogo inocente,guiado por comerciantes inescrupulosos.
Tal reduccionismo y simplificación, define por defecto la estructura de abrigo de “Da Vinci el Genio”,instalada en un anónimo centro de convenciones.Ello constituye el colmo de la tautología arquitectónica: abrigar un no lugar dentro de otro no lugar.
Por algo, las influencias del lenguaje parco e impersonal de la Wikipedia,son notables.Incluso, el síndrome Google,de recopilación infinita de datos, se magnifica para impresionar al espectador aferrado a la web. Por desgracia, el anacronismo taxonómico se cae de maduro.
La interactividad es restringida a las dinámicas y situaciones impuestas desde la centralidad de la organización,bajo la mirada vigilante de los amigables y entusiastas muchachos del protocolo.La conexión con la generación 2.0 brilla por su ausencia,al sustentar patrones anticuados de comunicación analógica y digital.
Ciertas piezas lucen como tractores y máquinas fabricadas en madera pulida,a la usanza de una exhibición de juguetes creativos(de la compañía Imaginarium)regalados para niños con complejo de Baby Mozart o Baby Da Vinci.
Por eso, los pequeños de la casa se aburren pronto de la marcha de los Pingüinos y proceden a acompañar la travesía con sus mini consolas de PlayStation en mano.
Irónicamente, una pantalla de plasma nos recibe a la entrada,por cortesía del anunciante patrocinador del evento, mientras proyecta un loop de trailers de la meca,como si “Transformers 3” fuese el último eslabón en la cadena de inventos de Leonardo.
El absurdo roza el límite de la parodia involuntaria cuando una sombrilla de madera quiere hacer las veces de un modelo de paracaídas diseñado por Da Vinci. Mejor quedarse con el recuerdo del boceto. No era necesario reconstruir todas las ideas del “genio”.
Varias secciones me dejaron en frío y en el aire.Por ejemplo, la de la lección de anatomía y la del cuadro de “La Última Cena”, ilustrado con una exigua animación en 3D,como de comienzos de la Pixar.De un primitivismo informático lacerante,cercano a la autocensura.
En una sola viñeta se atreven a sugerir “la orientación sexual” del genio.El secreto de la montaña,mejor guardado por la exposición.
En su descargo,me gustó el cuarto de espejos(próximo a una atracción de barraca de feria o de casa del horror), el segmento belicista(políticamente incorrecto,con su despliegue de armas de destrucción masiva, al servicio del mecenas de turno),los prototipos de alto vuelo,el video del “Hombre de Vitruvio”(al margen de sus debatibles criterios de proporción) y el cuarto de “La Mona Lisa”, más allá de sus reciclajes,refritos y redundancias informativas. Mis sobrinos se lo vacilaron de lo lindo con su abuelo, su abuela, sus padres y sus tíos. Y si ellos disfrutaron,pues yo también.
Al final, salimos y nos comimos una hamburguesa con papas fritas. Después de todo, nosotros somos la típica familia Buendía-Simpson de clase media de Venezuela.
Somos plenamente conscientes de ello y nos tiene sin cuidado si nos critican.
Vayan por su propia cuenta y riesgo.
Extrañarán densidad y profundidad.
Echarán en falta el lado oscuro del genio,debidamente esterilizado y filtrado para la ocasión, por la asepsia de la gerencia higiénica.
Profilaxia corporativa en boga.
Banksy la intervendría feliz.
Su especialidad es sabotear a los herederos del Ratón Mickey.
Bienvenidos al reino de la fantasía,al imperio de lo efímero,a la era del vacío.
Abstenerse dadaístas.
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