En algún momento alguien llamó poesía a la forma en que simplemente me estaba expresando. Federico decía que a algunos nos elige la musa, pero a otros el duende. Y de ese duende salen cosas, de otras cosas que quizá no debieron pasar pero pasaron. Ahí aprendes sobre fuerza y perdón, dos de los conceptos más difíciles sobre «ser» humano. Este fue el primer poema que guindé alguna vez en Internet a los 16 y trata sobre la experiencia con un extraño y su cuchillo y un intento de violación.
Bajo la Marea
Esta tarde me eché a flotar en un mar que nadie ve
tapé la marca en mi cuello que el hombre de azul dejó
Mi cuerpo flotaba e iba en varias direcciones y supe que todo había cambiado
Y cuando las cosas fueron gigantes las casas estaban vacías
Partículas de aire rozaban mis brazos, caderas y parpados y mis manos parecían no estar.
Bajo la marea el pulso de la vergüenza no puede moverme.
La tarde que alguien trató de quitar mi tesoro se escapa del olvido
en su pelea logre no rendirme y aun así me eche a flotar.
Y ahora figuro qué pasaría si la navaja se animaba a cortar
Y ahora me pregunto: ¿Qué pasará si la salvación no llega?
La espuma de sirenas limpia mi sangre y mis tobillos.
En el mar de los que no están encuentro paz y si empiezo a llorar no me detengan, no me hagan parar la corriente.
Las dimensiones se expanden y todo crece menos yo, es la fuerza de la presión
y bajo el agua evito tomar un respiro y el remolino me saca de lo común.
Y ahora me pregunto: ¿Qué hubiese pasado si la salvación se quedaba dormida a mis pies?
Cuando bajo la marea de mi mar se cuelan rayos de luz y me voy sin dirección a las sombras que están detrás.
Bajo la marea el pulso del ladrón no puede atraparme, el eco de su daño muere.
Pero en mi mar ahora me pregunto si otro estará conmigo
lejos del pulso o bajo de él
plantear mi tesoro suyo.
De nadie más.
http://arzolad.blogspot.com
Pintura: (Not quite human de Sam Trioli)