Veinte escaños perdió el partido socialdemócrata en el Parlamento de Suecia hace menos de un año; Marine Le Pen se perfila con buenas probabilidades de alzarse con la Presidencia de Francia (aunque es factible que una victoria militar en Libia llevada a cabo por la coalición liderada por los galos mejore sensiblemente el apoyo al actual gobierno socialista francés); Zapatero sigue en picada en las encuestas según los propios socialistas (http://bit.ly/huJtcc) pues la economía española no quiere levantar cabeza (la tasa de desocupación, por las nubes, y el gasto estatal, insostenible); y Portugal está al borde del colapso económico y aun así se niegan a un plan de austeridad. Ante esto uno reflexiona sobre las palabras de Aznar: “cuando los gobiernos son austeros, los pueblos son prósperos”. Es posible que algún “avezado” lector salte a decir que el gobierno de USA es el menos austero del mundo y que sin embargo sus ciudadanos son relativamente prósperos. Bien, los Estados Unidos de Norteamérica no son tan prósperos como lo pinta el «american dream», no es de extrañar que entre las 10 mejores ciudades del mundo para vivir no figure ninguna de los EE.UU. De modo que el caso de gringolandia en su papel de Policía del Mundo debe ser analizado dentro de un contexto específico, y es que inclusive en USA por primera vez en su historia una nueva organización política amenaza el histórico bipartidismo, me refiero evidentemente al Tea Party y su crecimiento más o menos importante dentro del electorado y la intención de voto de los estadounidenses.
Pero no nos salgamos del tema, ¿qué pasa en Europa? ¿Por qué toman fuerza las posiciones de extrema derecha (llegando al nacionalismo xenófobo) mientras simultáneamente las izquierdas parecen ir de retirada? Evidentemente esto es un asunto multifactorial, en primera instancia está la cuestión religiosa: el islamismo tiene lustros creciendo en Europa, llegando a amenazar parte de la tradición y cultura de algunos países de la región (no han sido pocos los debates en Francia sobre el uso de la burka), y recordemos que el fundamentalismo religioso es una forma de estatismo, ergo, de totalitarismo; luego está el asunto de la inmigración hacia los países europeos, desde Noruega hasta Italia, y desde Portugal hasta Austria, la comunidad europea ha visto crecer preocupantemente la inmigración hacia sus naciones lo cual ha generado/exacerbado un sentimiento xenofóbico en un porcentaje nada despreciable de sus ciudadanos. ¿Está entonces este caldo de cultivo, óptimo para líderes nacionalistas como los Le Pen, al menos parcialmente justificado? Quizás. Y, “last but not least”, o, finalmente aunque no menos importante, está el tema económico, el estatismo (léase acá socialismo) está ahorcando las economías europeas, ¿sabían ustedes que los portugueses pagan 23% de IVA? Sí, leyeron bien, por cada 100 euros que cuesta un producto usted le paga al Estado portugués 23 euros adicionales a ese precio, y no metamos acá el Impuesto Sobre la Renta porque la cosa se pone realmente fea para el contribuyente. El Estado redistribuidor de la renta, el famoso Welfare State, está destruyendo no solo el poder adquisitivo de los europeos, sino la propia economía, las cargas tributarias en estos países se hacen cada día más insoportables para sus ciudadanos.
El Muro de Berlín cayó y muchos creímos entonces haber asistido al último funeral del socialismo en Europa, pero nos equivocamos, y en grande, el socialismo se vistió con ropaje democrático y se fue con su hermana de sangre: la democracia social (socialdemocracia). Bolcheviques y mencheviques se unieron buscando sobrevivencia: ¿y es que acaso hay algo más fácil que vivir de las prebendas y las mieles del poder, la dolce vita, con un discurso popular/populista? ¿Es que los izquierdistas viven en la austeridad pregonada para el proletariado, y de donde obtienen la mayor parte de sus votos? ¿O acaso la izquierda caviar es exclusiva de América Latina? Entonces, no es que “la izquierda se derechiza” como afirma irresponsablemente Bernard-Henri Lévy, es que así es la izquierda: los izquierdistas cuando llegan al poder no defienden el libre mercado, la eliminación/disminución de los impuestos, ni la reducción del Estado (en su representación jurídica que es el Gobierno) macrocefálico, ineficiente y excesivamente burocrático. No lo hacen. La izquierda no se derechiza; la izquierda, cuando llega al poder, actúa como lo que es: un Robin Hood que se queda con una tajada del botín en el bolsillo antes de repartirlo, y que jamás se pregunta cómo se genera esa riqueza que ellos roban de los contribuyentes, ni porque estas riquezas van disminuyendo con el tiempo.