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La Encrucijada del Arte Contemporáneo:Crónica de 5 Exposiciones por Europa


De norte a sur, el mundo del arte atraviesa por una severa crisis de credibilidad. Nunca como hoy,se publican tantos libros, manuales de autoayuda,documentales de no ficción, tratados y ensayos no sólo para entenderlo, desde la comodidad del hogar, sino para deconstruirlo como otro ejemplo de la caída de los relatos cerrados y dogmáticos de la modernidad.
Espejo del capitalismo y del socialismo del siglo XXI, la utopía de redención a través de la ilusión y la desilusión estéticas, también se vino abajo ante el peso de sus contradicciones políticas y económicas, a pesar de los empeños publicitarios de los mercaderes, los galeristas, los curadores y los fanáticos de la teología de la liberación cultural, quienes siguen soñando con la posibilidad de construir una Torre de Babel o un Arca de Noé donde se puedan reunir todas las especies de la fauna y del género contemporáneo, para ir con ellos al encuentro de la tierra prometida, de la isla de la fantasía o del paraíso de la resurrección humanista en medio del deslave colectivo,cuando el diluvio general nos aproxima al infierno del Apocalipsis Now.
Lamentablemente, por aquí y por allá, la brújula del barco parece condenada a extraviar el rumbo de la misión hacia los impredecibles derroteros de la cruel realidad. En dos platos, el principio noble de la odisea no se corresponde con el triste desenlace de los hechos actuales.
En China,como lo demuestra Jorge Lanata en el reportaje “Bric”, los pintores disidentes naufragan de lo lindo bajo la fea represión de las autoridades incompetentes de la burocracia oficial, empeñada en mantenerlos apartados de su contexto en una suerte de campo de concentración urbano.Los residuos de la revolución de Mao les impiden expresarse en público, compartir su legado y proyectar el lado oscuro de la ciudad prohibida.Sólo se les permite dibujar paisajes bucólicos y estampas de orientación kistch en homenaje a Mao(tipo Warhol).
La censura los convertirá, tarde o temprano, en una generación perdida a la escala de la mordaza sanguinaria de la plaza de Tian’anmen.

Mientras tanto, ocurre lo propio en Cuba, Irán, Corea del Norte y hasta en Venezuela, cuya red bolivariana de Museos sucumbe a los caprichos paternalistas y personalistas del líder único, a imagen y semejanza de Stalin.
El último de sus despropósitos fue organizar una muestra con los supuestos vestigios enterrados y eclipsados por las colecciones de la Cuarta Republica, a objeto de exhumarlos al estilo de los restos del prócer de la patria.Pero la mentira era evidente.Las obras jamás habían sido ocultadas al público y el ejercicio de reivindicación de la memoria carecía del más mínimo rigor, porque la gente conocía de sobra el material reencauchado para la ocasión, en vista de la falta de adquisiciones recientes.

Como respuesta, los artistas criollos optaron por escoger la vía alterna de sus colegas asiáticos, al refugiarse en sus pequeños guetos del este de la Capital del miedo, entre Los Galpones de los Chorros y las cuadras creativas de la zona rosa, de los Palos Grandes al Alto Hatillo.
Por fortuna, ahí reside un espacio para ventilar descontentos y canalizar malestares latentes. Por desgracia, a veces reina el lugar común y la complacencia con los marchantes. Además las críticas tampoco son bien recibidas y te exigen derecho a replica frente al menor asomo de resistencia.

A grosso modo, ambos entornos describen a la perfección la esterilidad del lienzo bifronte y bipolar de la Caracas del 2010, profundamente marcada por la división maniquea legitimada por el voto en las elecciones de septiembre para la Asamblea Legislativa.

Así las cosas, en las vacaciones de verano buscamos huir por un rato del eterno dilema vernáculo, con la idea de recargar baterías en el viejo continente, para cotejar, comparar y sacar conclusiones de cara a su monumental oferta de exposiciones.
Apenas tocaríamos la punta del iceberg al visitar diez museos del orgullo Europeo, al calor de España y Alemania.Por razones de espacio, reseñaremos los cinco mejores, a juicio de los entendidos.
Acompáñennos entonces a descubrirlos para establecer un diagnóstico y un balance con miras a despejar dudas locales y globales.A partir de ahora, nos espera un trayecto difícil e iluminador de salida y de regreso al hogar.Bienvenidos a la encrucijada del arte contemporáneo.

Federico Fellini. El circo de las ilusiones.

El periplo comienza en La Caixa de Madrid, fundación de responsabilidad social considerada la “tercera entidad financiera de España”.
El famoso arquitecto superestrella,Jacques Herzog, diseñó y construyó su sede en la antigua central eléctrica del mediodía, emplazada en el Paseo del Prado, el llamado “corazón bohemio de la metrópoli”.
El edificio cumple su función de revitalizar el entramado urbano, al costo de lucir como una replica del Forum suspendido de Barcelona,salvando las distancias.Mutatis mutandis, es la plantilla fotocopiada al carbón por la Caja del Centro de Cultura Chacao.Por consiguiente, se eleva para darle prestigio y limpiar la imagen de la institución bancaria, a la usanza del Centro Corp Group.
Guste o no, acá el arte funge de bálsamo para lavar las culpas,las penas y las malas conciencias de la gestión empresarial.Una constante del mecenazgo de la época.
Al respecto, La Caixa alberga para el mes en curso una coqueta,higiénica y cosmopolita exposición dedicada al maestro Fellini, apoyada por BBC y comisariada por Sam Stourdzé.
De entrada, rememora la tendencia Disney del MOMA y del Pompidou,de sacar partido del caudal populista del séptimo arte,amén de las carreras de Tim Burton, Hitchcock,Kiarosmati,Buñuel y Víctor Erice.

En segunda instancia, despierta el sano consenso de la nostalgia alrededor del encomio de la mitología blasfema autorizada,acreditada y asimilada cual parque temático de Las Vegas, al punto de rozar la frontera del Museo de Cera. Incluso, saltan a la vista los parentescos con las ediciones de lujo de los libros Taschen, a golpe de citas,guiños y afinidades electivas.
Las salas configuran un desplazamiento cronológico por la obra completa del realizador de “Los Inútiles”, arrancando en su fase de caricaturista y culminando en un emocionante recorrido por sus películas de consagración.
Atravesábamos por los laberintos de “Amarcord”, “La Dolce Vitta” y “8½”. Secundamos a Marcello Mastroiani en su pícaro flirteo con la colosal Anita Ekberg en la Fontana de Trevi. Admiramos a las mujeres fatales cinceladas por el mármol y el martillo del Miguel Ángel del celuloide.Discutimos su relación amor y odio con la telebasura de la RAI. Lo contemplamos de cuerpo entero, de la juventud a la decrepitud.
Al cerrar el ciclo, nos invade la melancolía del vacío, la nada y la muerte.Los pasillos blancos despiden al transeúnte, con un olor antiséptico de policlínica, de circo de las ilusiones. Adentro sucede y acontece la magia del simulacro. Afuera pensamos en silencio y suspiramos. Extrañamos exposiciones así en Venezuela con sus defectos y virtudes.

Mario Testino.Todo o Nada.

El fotógrafo de modas, comidilla del gremio paparazzi, irrumpe en la joya de la corona de la polémica y terrible dinastía de los Thyssen-Bornemisza, la decadente casa real de doña Tita, consentida de la prensa del corazón y de la prensa de farándula amarillista.
Por eso,el arribo de las seductoras placas de Don Mario Testino a los dominios de la acaudalada y escandalosa familia,tiene mucho de coherente y lógico.
“Todo o Nada” se titula la exposición, quizás como una señal irónica de advertencia para los desprevenidos y puritanos asistentes al palacio artístico de una de las estirpes más obscenamente millonarias del planeta, acusada de labrar su fortuna con el soporte de Hitler. Vayan por delante las letras del colega, David Litchfield, para certificarlo: “apoyaron el surgimiento de los nazis y cosecharon así las ventajas de financiar y armar al Tercer Reich;evitaron los castigos económicos y morales al renunciar a su identidad alemana y adoptar en cambio la nacionalidad húngara y un cuestionable estatus aristocrático,antes de salir en busca de la protección adicional brindada por la residencia Suiza. August Thyssen fue el creador de una de las mayores fortunas industriales del mundo,pero sus herederos serían más conocidos por sus extravagancias, sus batallas de divorcio y disputas por herencias,así como por la creación y venta de su colección de arte”.

Y si de picaresca de sangre azul platicamos, los cuadros de la entrada del Museo Thyssen-Bornemisza ocupan un sitial de honor en el panteón del imaginario(inconscientemente)caricaturesco.Los reyes de España nos dan la bienvenida desde las alturas de unos lienzos de brocha gorda.

Para ser prudentes y no ofender a los vigilantes de la moral, al álbum de cromos de revista fashion de Mario Testino lo habilitaron, prudentemente, en el sótano del recinto(como a la mamá de Norman Bates). Pero aun así, el morbo por descender a la bóveda o a la catacumba de lo vedado,no es normal.
Al traspasar los linderos de los cuentos de la cripta, el efecto de contraste es inmediato.Las top models posan desnudas y al natural como majas en medio de escenografías barrocas de corte Vogue.
Las damas encopetadas,los niños pijos y los jubilados elevan al extremo el volumen de sus cotorreos para intentar aplacar las ansiedades compartidas.
Aquella señora de las cuatro décadas envidia, en silencio,la inverosímil contextura de Claudia Schiffer. El típico gallego se refiere, sin pelitos en la lengua, al “impresionante culo de la Demi Moore”. La joven nacionalista echa en falta “aunque sea una de la Penélope, por dios”.

En el seno de la marcha, reímos las gracias de los ocurrentes compañeros accidentales de ruta.Por su parte, los ortodoxos fruncen el ceño y desaparecen en un santiamén.Todavía les perturba la ligereza y la belleza publicitaria de occidente.De seguro prefieren las viñetas comprometidas de burkas y velos omnipresentes en la colectiva de la World Press-Photo.
Reaccionario o no, Mario Testino sabe consentir el ego narcisista y hedonista de su audiencia.Aparte,trafica complejidad y cinismo.La ocasión de atestiguarlo en vivo amerita el viaje. ¿Se lo imaginan en el MAC, en la terraza del Sambil?

Hans-Peter Feldmann. Una exposición de arte.


Es 29 de septiembre y estalla la huelga de los sindicatos en Madrid por el “pensionazo” de Zapatero. Los altermundistas cierran negocios, amedrentan a los consumidores de la Gran Vía y pretenden paralizar la actividad comercial. Andan furiosos por los recortes de la patronal y “El Mundo” los califica de simples agitadores. “El País” los mira con mayor benevolencia y los denomina “los preparados”. A la mañana del 30, los editoriales y las noticias revelarán el fracaso de la protesta.

Durante la jornada, el Reina Sofía desafía el llamado de los militantes de la clase obrera y exige a sus empleados cumplir con su horario de trabajo, a regañadientes.
Fiel a la tradición monárquica, la institución continúa apegada al ritmo del calendario oficial, para exhibir los tesoros de Picasso, Dalí, los surrealistas y vanguardistas,paradójicamente sistematizados y clasificados por el academicismo ibérico, dispuesto a naturalizarlos y neutralizarlos tras la huella del Guernica(tótem de la corrección política, el mea culpa y el tabú).
En tal sentido, el Museo alberga, temporalmente, la individual del iconoclasta alemán, Hans-Peter Feldmann, alumno aventajado de Marcel Duchamp, precursor del Ready Made,genio de la provocación y terrorista semiótico de increíble factura.
Su blanco predilecto es,precisamente,el sistema canónico de las artes,del cual tampoco puede prescindir. Gracias a su aura elitesca,él recibe trato de favorito de la corte y cobra facturas de miles de Euros,como Damien Hirst. Rebelarse vende(en los cenáculos de la aristocracia).
Con todo, la exposición vale su precio en oro.150 primeras planas sobre el 11-S descomponen el sensacionalismo y la redundancia hueca del discurso mediático.Sendos gabinetes apiñan un jardín de los encantos del reciclaje y la basura industrial, al modo grotesco de Otrova Gomas.
Peroles, cachivaches, muñequitos, instalaciones, afiches,materiales encontrados,zapatos de tacón y estatuas de porcelana denuncian la ridícula impostura de la empresa.
La bofetada de la conclusión, la fresa del pastel adquiere el matiz de un manifiesto de guerra dadaísta con el retrato absurdo e hilarante de Carlos Marx bizco.Un chiste inadmisible para Farruco Sesto.El estrabismo de la revolución lo vetaría de facto.

Anish Kapoor en el Guggenheim de Bilbao.

Del espacio basura al ornamento.Así define el teórico Iñaki Esteban el alcance de la obra del arquitecto Frank Gehry en la región del país vasco. Acabemos por compartir su enfoque: “la idea del museo como espacio de recogimiento dedicado a la muestra y contemplación de obras de arte ha perdido su anclaje en la realidad.Los museos se construyen ahora para regenerar el espacio urbano,promover la industria turística y conseguir réditos políticos y de imagen con la operación. Esto es lo que ha sucedido con el Gugghenheim de Bilbao, la flor de titanio del arquitecto Frank Gehry,que cada año visita con asombro un millón de personas. El Guggenheim se ha instalado como símbolo del consenso en una sociedad tan convulsa como la vasca.Pero ¿a qué precio?”.

Al precio de carecer de “una colección permanente”, en términos del propio analista. Al precio de excluir a los antiguos habitantes y ejercer una discriminación agresiva, a favor de los especuladores inmobiliarios.Al precio de ganarse el encomio de los forasteros y el desprecio mezclado con apatía de los aldeanos. Al precio de ostentar una fachada de modernidad high tech en plena discordancia con el entorno.
Los pesimistas anticipan su catástrofe. Los idealistas se conforman con aplaudir su imponente estructura de titanio( en vías de oxidación). Para algunos, es un blooper de la arquitectura narcisista. Para nosotros, es un elefante blanco, una ruina, una meca digna de conocer antes del colapso.
Las flores y el perrito de Jeff Koons coronan su ramillete del exceso pop. Entonces la exposición de Anish Kapoor le viene como anillo al dedo, con sus esculturas descomunales, entrópicas, cibernéticas, enigmáticas y a la vez inofensivas.
Una enorme torta de cera roja rojita, como un volcán de lava en erupción, difunde mensajes cifrados y en clave. La propagación del color muta en la contemplación de un abismo o de un agujero negro de intimidantes resonancias.
Análogamente,un cañón de metal dispara misiles de cera carmesí contra la pared. En el piso se derriten sus vestigios y residuos como una lírica piscina de estiércol, donde percibimos los ecos de la violencia bélica.
Para rematar, somos rodeados por un bosque tupido de pinos alienígenas y torres de salchichas de barro. Por un instante,el impresionismo de Anish Kapoor nos calla la boca.
Resignados y vencidos por la terapia de shock, cogemos aire y rebobinamos.Ahora la reminiscencia de la carne picada y molida de “The Wall”, nos asalta. La profecía de The Pink Floyd se cumplió. Welcome to Dark Side of The Moon. El final se aproxima.

Bruce Nauman.Dream Passage.

Con ustedes, la mayor retrospectiva dedicada al niño terrible, Bruce Nauman, en el “Hamburger Bahnhof – Museum für Gegenwart”, otrora estación de tren abandonada.
Los museos germánicos se dividen en dos: los reaccionarios y los contemporáneos.
Los primeros quedan en una isla, compiten con eL Louvre y despliegan una rancia colección de objetos robados y saqueados del Medio Oriente y las colonias del tercer mundo.
Léase la Diosa de Nefertiti defendida y sellada en una recamara del Neues Museum. El gobierno de Egipto la pide de vuelta y la canciller ignora el reclamo o la querella.
Los segundos deslumbran y sientan cátedra. Es el caso del Hamburger Bahnhof, obvio antecedente de Periférico Caracas.
En sus galpones blancos, la obra de Bruce Nauman resalta y prevalece, al destacarlo como un pionero del uso de la instalación ,el neón, el video y el diseño para generar discusión en torno a las problemáticas del sujeto desesperado y ofuscado.
Un payaso de espanto y brinco simula una tortura y defeca en un baño. Unas gradas y un choque de metal exclaman el ruido de la férrea supremacía totalitaria.
Después de todo, el arte sirve para algo.
Es la metáfora de las dictaduras por abolir en aras de reforzar los derechos democráticos a la libertad de expresión, la disidencia y la diversidad.
Por ahí pasa el futuro de la cultura en Venezuela y el mundo.

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